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Crítica de Música 'Comesaña & Giuliani'
Comesaña / Giuliani
*** XIX Noches en los Jardines del Real Alcázar. Javier Comesaña, violín; Matteo Giuliani, piano. Programa: Sonata para violín y piano nº2 en la mayor Op.100 de Johannes Brahms; Sonata para piano y violín en sol mayor de Guillaume Lekeu. Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: Viernes, 6 de julio. Aforo: Casi lleno.
Aún no han cumplido 20 años, y se presentan en escena con un programa de aúpa y una solidez técnica y musical ilusionantes. El sevillano Javier Comesaña y el madrileño Matteo Giuliani se conocieron en la Escuela Reina Sofía, centro vital de los estudios superiores españoles, lo cual da ya una pista sobre el potencial de sus medios.
Afrontaron un programa dominado sobre todo por el lirismo y una intimidad marcada por la pureza expresiva, la inspiración melódica y la joie de vivre. Brahms tenía 53 años cuando compuso su 2ª Sonata, pero hay en ella mucha más primavera que otoño. Lekeu apenas había cumplido 22 cuando escribió esta absoluta obra maestra (con el piano mencionado en primer lugar), pero tuvo tiempo de poco más, porque su vida se apagó a los 24.
Admiró en el joven dúo la limpieza y pulcritud del sonido. Comesaña usa ese vibrato orgánico que se ha hecho tradición en los instrumentistas de cuerda en el último siglo, pero tiene un control absoluto sobre él y no empaña la claridad de un sonido fundamentalmente lírico, que puede llegar a lo efusivo en los pasajes más expresivos (como el Très lent de Lekeu). Giuliani domina la articulación en todas sus posibilidades, lo que le permite variar la intensidad, el peso y el color de las notas, algo que se apreció también especialmente en la obra de Lekeu, más volcada hacia lo sensual y lo atmosférico.
Levantaron las dos piezas desde un correcto equilibrio, un fraseo flexible y una gran variedad de detalles, que a veces les hizo perder la línea conductora que domina la magistral Sonata de Brahms. Por momentos, tuve la impresión de estar escuchando momentos de música maravillosa tocada con elegancia, vigor y brillantez, pero no una obra orgánicamente construida.
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