Borgo | Crítica
Una mujer en Córcega
El posible relevo de Rosa Torres al frente de la Consejería de Cultura no afectará al legado Bellver tras la satisfactoria reunión que el viernes mantuvieron el dueño de la colección, Mariano Bellver Utrera, el director del Bellas Artes, Antonio Álvarez, el delegado provincial de Cultura, Bernardo Bueno, y dos conservadores. Ya hay un acuerdo definitivo para la exposición temporal que, en octubre, mostrará en el Bellas Artes las obras más señeras de unos fondos que no dejan de ampliarse. La muestra incluirá 170 pinturas costumbristas andaluzas, entre ellas el gran óleo de Blanchard adquirido por la familia Bellver en la última subasta de Cajasol. También es probable que incorpore nuevas obras, pues el propietario expresó ayer a este medio su interés por algunos de los fondos que sacará a subasta Arte, Información y Gestión en abril.
Pero lo esencial, según reveló ayer el propio Bellver a Diario de Sevilla, es que por fin se ha logrado el acuerdo para que "un ala completa del Palacio de Monsalves acoja la colección". El proyecto de ampliación y modernización de la pinacoteca sevillana tiene en Monsalves uno de sus pilares, ya que allí se ubicará la pintura del siglo XIX, que hasta ahora no ha podido enseñarse en plenitud por la falta de espacio. Su redescubrimiento supondrá un hito cultural de primera magnitud, como ha sucedido en el caso del Prado, tras cuya ampliación han recobrado protagonismo lienzos de Fortuny o Sorolla hasta hace poco apilados en dependencias internas y almacenes.
Es en este punto, el de la convivencia de su colección con los fondos decimonónicos del Bellas Artes, donde Bellver se muestra aún suspicaz. "En principio me parecen pocos metros porque en el compromiso que hemos alcanzado yo establezco que la colección va entera regalada al Bellas Artes de Sevilla y no puede haber partes. Tiene que haber sitio para todo, como hemos acordado, no sólo para la pintura. De ahí que me parezca que falta espacio para los fondos que voy a legar, que incluyen también las tallas, los mármoles y un largo etcétera", continuó.
Para quien conozca la ingente colección Bellver es fácil comprobar la íntima relación que han establecido los propietarios con una serie de cuadros, belenes napolitanos, imaginaría religiosa, bastones de marfil o colecciones de pipas y relojes con los que conviven a diario y que recogen su memoria emocional de las últimas cuatro décadas, cuando comenzó a gestarse esta colección privada.
Esa especial relación está muy presente en el carácter magnánimo de la donación. "Para mí la tasación no tiene ningún sentido ya, porque yo regalo a los sevillanos y a la ciudad estas piezas", sostuvo ayer Bellver, enfatizando así que su decisión no depende del dictamen o peritación de los expertos de la Junta de Andalucía, institución que ya le ha hecho saber el valor de mercado de todo este entramado de objetos artísticos.
Un inventario que ha certificado tanto la generosidad de la familia Bellver como el carácter desigual del conjunto, donde hay piezas de gran valor pictórico junto a otras de menor entidad. "Yo sé perfectamente el valor que tienen estas obras porque soy su propietario", incidió Bellver, "y sé que, mientras viva, la colección seguirá agrandándose y mejorándose porque tal es mi compromiso con Sevilla".
Así las cosas, y con independencia de los planes del presidente Griñán sobre el liderazgo en la Consejería de Cultura (los rumores hablan de un posible fichaje del arquitecto Víctor Pérez Escolano), el viernes se vivió un día histórico en la plaza del Museo que permitirá que en la próxima legislatura la colección Bellver pueda ser disfrutada por la ciudadanía en el mejor contenedor cultural de Sevilla: el Bellas Artes. "Fue una reunión muy satisfactoria, sí", concluyó el propietario, apreciación que de por sí tiene un valor mayor tratándose de un hombre discreto y muy cauto en sus juicios de valor, que ha tenido que aguardar muchos años para conseguir encauzar administrativamente la cesión a la ciudad de estos preciados bienes.
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