Un clásico llamado Israel Galván
La edad de oro. Baile: Israel Galván. Cante: Arcángel. Guitarra: Alfredo Lagos. Lugar: Sala Joaquín Turina. Fecha: Jueves, 23 de diciembre. Aforo: Lleno.
El flamenco siempre ha sido mucho de eso, de Adriá: hacer diferentes combinaciones de sus ingredientes rítmicos, melódicos, armónicos, coreográficos, vocales ... Se coge un cante y se le cambia el ritmo, y ya es otro, aunque tenga la misma rueda de acordes. Se acelera el compás y es otro estilo. Se cambia de modal a mayor y se convierte en otra cosa. A veces la receta consiste en la sacudida, la mezcla. Otras, la novedad resulta de mostrar lo antiguo, que antes venía revuelto, en partes separadas. Pero, a los postres, lo que importa, para una buena digestión, es la capacidad del cocinero. Por eso las cuestiones estéticas que presentan polaridades irreconciliables entre clásico y moderno están de más. En eso consiste este espectáculo, y en este sentido es flamenquísimo: ofrecer diferentes elementos, aislados o combinados, de flamenco de tradición y de flamenco contemporáneo que ya es tradicional, sobre todo de la marca Galván, de la marca Morente, de la marca Lagos, de la marca Arcángel. A propósito de discusiones estéticas: Galván se hace más clásico por sí y por su público: es increíble cómo se jalean y se aplauden sus actuaciones, supongo que por parte de los mismos que antes decían no entender. ¡No veas cómo entienden ahora! Me alegro.
Y por propia evolución. Galván es un bailaor maduro desde hace una década pero su dominio actual de los recursos es una brutalidad. Se encuentra cómodo en la escena, como se mostró anoche, donde además derrochó complicidad con sus compañeros. Y da más espacio a los silencios, aunque sigue siendo un artista básicamente barroco, inquieto e inquietante. En este sentido, de quietud y sobriedad clásica, la cumbre de su arte sigue siendo la primera coreografía de Arena (2004). Y eso que La edad de oro se presenta como su espectáculo tradicional. Claro que tradicional a su manera.
El espectáculo, una Edad de oro reforzada, con tres intérpretes que son tres números uno, cada uno en su género, en plenitud de facultades y que brillaron, en solitario y en grupo. Por supuesto que hubo homenajes: a Fernando Terremoto, que fue parte durante años de este espectáculo, al que recordó Arcángel especialmente en la malagueña del Mellizo. Y a Enrique Morente, del que se acordó el de Huelva en soleares, seguiriyas y Alfredo Lagos al interpretar la Granada de Albéniz que hacía con Morente en Iberia de Carlos Saura.
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