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Artes escénicas
Un barco varado que espera una inundación. Un payaso que se resiste al tedio de estar pegado al suelo y que se empeña en volar. Una pareja que se desenvuelve con una estética vintage pero se comporta con la mentalidad de hoy y se rebela contra las imposiciones de género. Una familia sepultada entre los plásticos y la basura que genera, y que se pregunta cómo reciclar los residuos para transformarlos en belleza. La fantasía, el lirismo, la mirada concienciada al mundo se pueden contar además con las técnicas más diversas: acrobacias, títeres, equilibrio sobre cables, malabares. Circada regresa hoy a la capital –ya ha tenido funciones en Utrera y El Viso, dentro de las extensiones previstas por la provincia– para confirmar el lema que esgrimen sus responsables este año: que El circo es infinito.
"Lo que el público asociaba al circo era su parte más festiva y familiar, y eso es una realidad que está ahí, pero hay otros circos: el que tiene que ver con la investigación, el que puede ser transgresor, el que recurre a un humor singular que no tiene por qué gustar a todos...", enumera Gonzalo Andino, el director de Circada, una apuesta que cumple 17 ediciones convertida en una referencia nacional y con una audiencia fiel que está al tanto de la complejidad de la oferta. "Cuidamos mucho la comunicación, en el programa de mano detallamos a qué público va enfocado cada espectáculo. El año pasado hubo un detalle muy revelador en este sentido: estábamos en la Torre de los Perdigones con Manolo Alcántara", recuerda Andino, "y yo miré alrededor y de las 300 personas que asistieron podía haber cuatro niños, el resto eran adultos, lo que significaba que habíamos hecho las cosas bien".
Las primeras semanas, como ya viene siendo habitual, se desarrolla la sección Panorama, un escaparate al que "vienen muchos programadores especializados, directores de festivales" y los integrantes de Circada ejercen como "ojeadores que vamos localizando el nuevo talento o el talento que por el motivo que sea no ha encontrado hueco en otras programaciones". Entre los artistas invitados a esta sección, el malabarista madrileño afincado en Toulouse Sirio Rubio articula en Grotte "una historia de naufragios personales"; la compañía Curolles, forjada entre Sevilla y Mallorca, pone a dialogar con el lenguaje de la peonza a "dos personajes simplones" y encantadores. Carolina Franco y Gastón Villamil, componentes de Derecha Izquierda, demuestran que la autoficción también ha llegado al circo: "Cuentan a los espectadores que van a hacer su última función, y que han decidido que o triunfan o se dedican a la hostelería o a lo que sea. Es el público quien tiene que decidir qué pasa con el futuro de esos artistas, un punto de partida muy sugerente", resume Andino, que destaca también las virtudes de la Gala Circada, que tendrá dos funciones este fin de semana en el Teatro Alameda y que incluye la presencia de "dos malabaristas muy prestigiosos": Florent Lestage, premiado en el Festival de Demain, "con un número de mazas con bastón muy curioso", y Roxana Küwen, "que se hizo viral en internet con Twenty Toes, en el que forma con los pies y las manos, y unas pelotas, una criatura misteriosa".
Entre los proyectos que pasarán por la Sección Oficial, programada a partir de la semana próxima, destacan La Pequeña Victoria Cen y Miguel Barreto con Disculpa si te presento como que no te conozco, que viene con el aval del Premio Talía al mejor espectáculo de circo, mientras que la compañía de Jimena Cavalletti, que interpreta B.O.B.A.S (Banda orquestal Benéfica de Actos Sepulcrales), toma el testigo de Los Galindos, una de las sensaciones de la edición anterior, en la defensa de un humor extremo. "Quizás no sea una obra tan bestia", señala Andino, "pero se ambienta en un entierro y sus personajes la lían parda". Los mismos días que Cavalletti, el 20 y el 21, PSIRC revisa los mitos grecolatinos "con una mirada muy contemporánea".
Entre las novedades sobresale un Taller de feedback impartido por la dramaturga María Folguera que reunirá a programadores con compañías que muestran su trabajo en unos showcases en el Teatro Alameda. "No se sabe dar feedback en las artes escénicas. Suele pasar que cuando algo te gusta te entusiasma, abrazas al artista y lo felicitas, y si no te convence tienes dos opciones: huir del artista como si fuera un apestado o hablar con una sinceridad que puede doler. Se trata de encontrar la medida, de ofrecer una crítica útil, en un momento, el proceso creativo o el estreno, en el que el artista o el productor son muy vulnerables".
El taller es una de las incorporaciones a la programación, como la visita prevista de algunos artistas a la cárcel y el regreso de Circada al Parque del Alamillo, un escenario que lleva a Andino a reflexionar sobre el modelo de festival "amable y abarcable", acorde con las dimensiones de la ciudad, que reivindican. "Nosotros somos una cita popular, pero nunca nos hemos visto desbordados, no hemos dado problemas a los vecinos. No hablamos de impacto económico ni de impacto turístico. Yo no critico los grandes eventos, pero sí sé", concluye Andino, "que si se pierden proyectos como éste se pierde también espíritu ciudadano".
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