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El cine favorece a los audaces, aunque no acierten

Joker: Folie à Deux | CRÍTICA

Lady Gaga y Joaquin Phoenix. / D. S.

La ficha

**** 'Joker: Folie à Deux'. 2024. Thriller, Drama, Musical. 138 min. EEUU. Dirección: Todd Phillips. Guion: Scott Silver, Todd Phillips. Música: Hildur Guðnadóttir. Fotografía: Lawrence Sher. Intérpretes: Joaquin Phoenix, Lady Gaga, Brendan Gleeson, Zazie Beetz, Catherine Keener.

Joker, con su negrísimo sentido del humor y su tan calculado como desquiciado planteamiento, llevado más allá del paroxismo por la portentosa interpretación de Joaquin Phoenix, fue una sorpresa tanto para quienes apreciaban la desigual carrera de Todd Philips como para quienes, como es mi caso, no sentían interés ni tan siquiera por su aclamada Resacón en Las Vegas. Hasta los Oscar, y sobre todo el León de Oro, fueron una sorpresa, tratándose en este último caso de una gran producción hollywoodiense que prolongaba la vida cinematográfica de un personaje de tebeo del universo DC en tiempos de hartazgo de dichos productos. O más bien lo que hizo fue reinventar, deconstruir y reconstruir al personaje en una asombrosa operación que tenía la marca de un talento mayor: ser capaz a la vez de la máxima libertad en la interpretación y de la mayor fidelidad al espíritu del antagonista de Batman. Ni los más acérrimos defensores de Philips podían imaginar el estallido de talento de aquella película.

Abordar una segunda parte era casi un imposible. Philips, inteligente, atrevido al límite de asumir los mayores riesgos, lo ha hecho con un planteamiento radicalmente distinto -¡un musical!- que se beneficia de lo arriesgado de su planteamiento a la vez que es víctima de él. Espectacular, original y desmedida en sus aciertos y en sus defectos, es un ejercicio tan desquiciado como su protagonista en el que lo kitsch es llevado al límite en alas de la música, con la rara elección de Lady Gaga -que está muy bien, aunque Phoenix es un tornado que succiona cuanto esté a su lado- interpretando, a veces en dúo, el más ecléctico repertorio de canciones en muchos casos tomadas de viejas revistas de Broadway (Get Happy de The Nine Fisteen Revue, a la que Judy Garland dio nueva vida en la película Repertorio de verano), de musicales clásicos (That’s Entertainment de The Band Wagon o Bewitched de Pal Joey), musicales modernos (If My Friends Could See Me Now de Sweet Charity) y en otros del repertorio pop (desde For Once in My Life de Wonder o That’s Life de Sinatra los Bee Gees o la humorada -tratándose del Joker- de incluir el clásico When You’re Smiling).

Referencias importantes porque, con toda su originalidad, Joker 2retoma una tradición del musical clásico -sumar canciones populares de diversa procedencia, muchas tomadas de antiguas comedias musicales, como hizo Arthur Freed en Cantando bajo la lluvia- sumándole los modernos precedentes de ofrecerlas con orquestaciones nuevas y adaptadas a situaciones muy distintas, casos de Moulin Rouge o Bailar en la oscuridad (sin olvidar el pionero experimento de Herbert Ross en Pennies from Heaven en 1981).

Philips ha desenrollado el cabo del hilo del famoso baile del Joker en la escalera del Bronx que su película de 2019 convirtió en un atractivo turístico buscando dar continuidad a aquella película creando algo totalmente distinto. Y vaya si lo ha logrado. No solo con relación a Joker, sino con cualquier otra película basada en el universo del cómic o cualquier otro musical (aunque quien quiera pueda vincularla, además de con los antes citados, con The Rocky Horror Show o La pequeña tienda de los horrores como ejemplos de musicales macabros). Ha creado un voluntariamente desmadrado e histérico thriller psiquiátrico y judicial con formato de musical con mensaje (caben lecturas anti Trump y anti locura populista) y ha puesto en el centro de la pista la historia de amor entre un Joaquín Phoenix que hace parecer sobrio al Joker de la película anterior y una Lady Gaga que prolonga en la película su pasión por el revival, desde sus dúos con Tony Bennet cantando estándares, su homenaje de Zizi Jeanmaire cantando Mont truc a plumes en la inauguración de los juegos olímpicos en París o la edición de sus canciones de Joker 2 en su muy glamuroso y sofisticado álbum Harlequin.

Todd Philips no triunfa con tan arriesgada apuesta. Pero tampoco fracasa. Queda una rareza no desdeñable que gustará a los amantes sin prejuicios del musical, desconcertará a quienes amaron Joker y desde luego no interesará a los aficionados a las películas-tebeos. El cine favorece a los audaces, aunque no acierten.     

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