Solas | Crítica de danza
Carne fresca para la red
Álvaro Begines. Productor de cine.
Álvaro Begines ha hecho de sus dos pasiones, la música y el cine, su profesión. Tras divertirse en los años noventa con ese particular estilo de música, el agropop, que acuñó su grupo No Me Pises Que Llevo Chanclas, este sevillano recondujo su trayectoria hacia el ámbito audiovisual, fundando en 2001 su productora La Mirada Oblicua. Desde entonces ha trabajado en multitud de cortos y videoclips, así como en un buen número de largometrajes. El último A cambio de nada, la ópera prima de Daniel Guzmán que cuenta la historia de Darío, un chico al que la separación de sus padres le conduce hacia el mundillo de la delincuencia juvenil.
-Seis nominaciones a los Goya, cuatro a los Premios Feroz, otras dos más por parte de Asecan que se suman al éxito cosechado en el Festival de Málaga, donde fue elegida Mejor Película. Sin duda tiene que estar satisfecho con el resultado de A cambio de nada.
-Por supuesto. No esperábamos que fuese a tener tan buena repercusión. Conocí el proyecto a través de un amigo en común que tengo con Dani, el director, y me pareció que era una historia auténtica por la que merecía la pena luchar, porque ahora para sacar una producción adelante hay que luchar mucho. Aunque no es autobiográfica, la película sí está basada en una realidad, en experiencias de la niñez de Dani, del entorno en el que creció. Y aunque después todo ha pasado por el filtro de la ficción esa base de verdad le da un carácter especial.
-Imagino que no es casual que se embarcase en un filme social, pues echando un vistazo a su historial, este es un tema recurrente en sus películas.
-Sí, me interesa lo social pero siempre vinculado al entretenimiento. Lo social es algo que llevamos implícito, parte de nuestra cultura latina. Aunque estemos contando un chiste o algo payaso seguro que lo social acaba apareciendo en la conversación. Y con las películas ocurre un poco lo mismo, lo que me importa es cómo estén hechas, su facturación y que lo que haya por detrás sea auténtico.
-Ahora por ejemplo acaba de terminar The other kids, un documental sobre unos niños de Uganda que, inspirados en el gol de Fernando Torres en la Eurocopa, juegan al fútbol para cambiar su precaria realidad. ¿Cómo ha sido el proceso de buscar un transfondo social a este deporte?
-A primera vista parece que vamos a hablar de algo más frívolo, pero lo cierto es que trata sobre la labor que desarrolla una fundación que ofrece ayuda a los niños de la zona. A través del fútbol los chicos tienen la oportunidad de mejorar su situación familiar y su entorno social. Es un documental basado en una realidad pero hecho con detalle, de manera que se convierte en una película entretenida.
-Pero aunque estas dos películas son un ejemplo de su preocupación por este tipo de problemas, si es por algo por lo que destaca su productora es por la música. De hecho la fundó para producir los videoclips de su propio grupo.
-Sí. Después dirigí ¿Por qué se frotan las patitas?, una película musical, y ahora, como soy un poco suicida, me voy a volver a meter en este género, con todo lo difícil y el trabajo tremendo que supone. Pero estamos muy ilusionados. Esta película también tiene mucho de mí porque en parte está inspirada en No Me Pises Que Llevo Chanclas. Trata sobre un hombre que vuelve a reunir a la gente de su grupo de rock, que tuvo éxito cuando tenían 20 años. Pero claro, todo cambia con cuarenta y tantos, ahora hay que pasar de las firmas de discos para llevar al niño al ambulatorio. Tiene un humor un tanto cáustico que baja a la realidad porque de jóvenes soñábamos mucho.
-Ha mencionado ¿Por qué se frotan las patitas?, una película que a pesar de haber tenido muy buena acogida en festivales internacionales, en España casi no tuvo repercusión.
-Lo de Las patitas fue extraño porque llegó a estrenarse dos veces, algo que casi nunca ocurre en España. Si no triunfas en la primera semana te quitan directamente de la cartelera.
-¿Cuál considera que es el problema del cine español? Porque producir se produce y de calidad. ¿Es cuestión de falta de distribución, publicidad, antiguos fantasmas...?
-Lo que ocurre es que llegas al cine y lo único que hay es Star Wars. Con suerte encuentras una película francesa y una española, pero la cuota de pantalla para nuestras producciones no alcanza ni el 20%. No tenemos una ventana donde colocar el producto. Aparte, no hemos sabido conquistar al público. La gente va al cine y ve Ocho apellidos vascos, pero luego, si no ha visto anunciada otra película, no se atreve a entrar. Al público hay que demostrarle que se pueden pasar dos horas divinas viendo una película española.
-Pero puede que en parte la gente no vaya al cine a descubrir una película de la que no sabe nada porque el precio de las entradas es demasiado elevado como para arriesgarse.
-Creo que eso de que el cine es muy caro es una campaña forzada que, al igual que el prejuicio de que el cine español es malo, tenemos que quitarnos ya de encima. Cuando mis amigos se quejan de este tema siempre les pregunto lo mismo: dime un espectáculo que cueste seis o siete euros y consiga hacerte revivir el sentimiento de cuando te enamoraste de tu pareja.
-Bueno, pero que el precio de las entradas ha experimentado una subida astronómica en los últimos años es algo innegable.
-Sí, pero es algo que se debe al IVA. De todas formas te pongo otro ejemplo. ¿Sabes cuánto cuesta producir un bote de colonia? 20 céntimos pero luego en tienda te cuesta 60 euros. Es algo que usamos a diario y nadie se plantea que sea caro. Creo que es cuestión de analizar las cosas y no dejarse llevar por lo que se dice.
También te puede interesar
Solas | Crítica de danza
Carne fresca para la red
Orquesta Bética de Cámara. Concierto 1 | Crítica
El regreso de Turina a Sevilla