Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
Feria del Libro de Sevilla
A Alejandro Marín, el editor del sello Dieciséis, le emociona que busquen su expositor en la Feria del Libro visitantes que ya conocen su catálogo de otros años "y que vienen con alguien a recomendarle alguna obra nuestra", la demostración de que su participación en anteriores convocatorias ha dado sus frutos y en el empeño se han ganado a un público fiel que valora sus propuestas. En la caseta que comparten con Automática Editorial han sentido en estos días el "cariño" y han observado cómo dos de sus publicaciones, Quemando chasca, de Sara Navarro Rioboó, finalista al Premio Setenil, y Todo rojo por dentro, que su autora Eva Gallud presentó el sábado, han cautivado especialmente a los lectores. "Lo bonito es que en ambos casos son relatos, que es un género al que no se le suele prestar mucha atención", señala Marín.
La satisfacción del editor de Dieciséis coincide con el estado de ánimo general de los participantes en la cita de la Plaza Nueva: la Asociación Feria del Libro de Sevilla, que organiza este encuentro junto con el Ayuntamiento de Sevilla, habla de una edición "histórica" y cifra en casi 15.000 personas el número de asistentes al calendario de actividades al que anoche pusieron punto y final el poeta Benjamín Prado y la cantante y compositora Rozalén ante un auditorio abarrotado. El festival Hispalit, por el que pasaron, entre otros, Sara Mesa e Isabel Coixet, Mariana Enríquez o Alana S. Portero y Rosario Villajos, registró "aforos desbordados".
Alberto Haj-Saleh, de la librería Casa Tomada, cree que prolongar la senda abierta por Hispalit "es el camino. El día que estuvieron Sara Mesa, Isabel Coixet y Mariana Enríquez se respiraba un ambiente digno de festivales como el Hay o el Eñe. Estuvimos tan atareados esa tarde que cuando mi socia, María José, me preguntó qué libros se habían vendido más le respondí que no tenía ni idea. No había tenido tiempo de pararme a pensar qué títulos compraba la gente", recuerda el librero, que también tiene apuntes negativos en su balance de la Feria del Libro: el retraso en el montaje de los expositores, que se terminó al borde de la inauguración por un fallo en la gestión del ICAS, "ha tenido un coste emocional y físico que hemos arrastrado".
Las inclemencias meteorológicas, como la lluvia que cayó la jornada de apertura y el cierre por alarma ante fuertes vientos que obligó a cerrar las casetas en la mañana del pasado jueves, han pesado no obstante en la facturación de los libreros y editores. "Va a ser más o menos igual que el año pasado, pero quizás un poco menor por culpa de esos problemas con el tiempo", aseguran desde Librería Palas, donde sin embargo creen que el otoño es la ubicación perfecta para la Feria, porque "en junio, con el calor, la gente no se acercaba durante las tardes hasta las siete". En estos días, los lectores de Palas celebraron especialmente las firmas de Sara Mesa y Mariana Enríquez, el centenario de Italo Calvino o el regreso de Irene Solá con Te di ojos y miraste las tinieblas.
En el expositor de Maclein y Parker agradecen el "compañerismo" entre los participantes en la Feria y la "amabilidad" de la organización en el contratiempo del retraso en el montaje, aunque han echado de menos "más recitales, más actividades vinculadas a la poesía en la programación", apunta Siracusa Bravo Guerrero. "Pero no nos podemos quejar porque ha sido un buen año. Se notaba que la gente tenía ganas de Feria", expresa la autora y una de las personas que ha atendido al público en la caseta. Maclein y Parker ha presentado novedades en la Plaza Nueva: Mis amigas se compran casas, el regreso de María Bautista tras la aplaudida Bajo la higuera, y La mujer de enfrente, un cuidado volumen en el que Carmen Camacho dialoga con la obra plástica de Pepe Benavent.
Otra poeta, Alejandra Vanessa, ha estado a cargo del expositor de Valparaíso, donde la maestría del desaparecido Ángel González, protagonista de la antología Donde la vida se doblega, nunca se disputaba el interés de los lectores con la juventud de Elvira Sastre y una edición conmemorativa de su Baluarte.
En el catálogo de Athenaica, entretanto, han sido el Bécquer 1862 de José María Jurado García-Posada y el acercamiento a Giotto y sus obras de Padua de John Ruskin, traducido por Victoria León, los títulos más demandados. Desde la editorial coinciden en que la fecha de otoño es "más ventajosa", aunque albergan dudas sobre qué sucederá en la próxima edición. "Nos han comentado que se van a hacer obras en la Plaza Nueva, a ver cómo se soluciona eso", comentan.
En El Paseo también defienden, por la afluencia de público, que el modelo de la Feria de otoño se ha "consolidado". Cara de ángel, la novela en la que Manuel Jesús Roldán retrata a La Roldana, ha tenido una acogida "excepcional", pero en el sello, que recupera A la busca del tiempo perdido de Proust o indaga en la Historia reciente con libros como Fundaciones Queipo de Llano. Historia de un expolio de Antonio Martín García, celebran que "vemos que al público le interesa el catálogo en su conjunto, la parte literaria y la parte más festiva".
Toda una fiesta fue la que organizaron Rozalén y Benjamín Prado, que congregaron multitudes, como hizo Martín Caparrós una hora antes, en su visita a la Feria. "Nunca había visto algo así", aseguraba sorprendida una lectora ante las colas que provocó el acto de cierre, aunque aquello no hacía más que perpetuar esa vieja fascinación del ser humano por las historias que le cuentan.
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