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Un baile de memoria

In situ | Crítica

El Choro y su grupo por alegrías. / Fundación Cajasol/Remedios Malvárez

La ficha

*** 'In situ'. Antonio el Choro. Baile: Antonio Molina 'El Choro'. Cante: Niño de Gines, Jonatan Reyes. Guitarra: Juan Campallo. Flauta y armónica: Francisco Roca. Lugar: Teatro Cajasol. Fecha: jueves, 24 de octubre. Aforo: Casi lleno.

El Choro es un bailaor completo. A la rotundidad de sus pies, a sus golpes secos, a sus escobillas intrincadas, se une su dominio del espacio escénico, la elocuencia de sus brazos y manos, su dominio de los silencios. Es un virtuoso del ritmo, siempre lo fue. Es un animal percusivo. Pero no se olvida de los aspectos líricos del baile. Se para y nos para. Y, de repente, tomamos conciencia del lugar que ocupamos en el mundo. Se nos había olvidado, con tanto correr. Ahora, vamos a escuchar los mensajes, no a más velocidad, a menos. Por eso, fue cuando aflojó cuando más disfruté de su baile: en la fiesta, en las bulerías en modo mayor, en donde se olvidó de asombrar al público y se dedicó a gustarse, a disfrutar del cante a capela. Eso fue al final de las cantiñas, su tercer cambio de vestuario. Antes se habían sucedido por la escena el esquematismo de los fandangos, también a capela, para cerrar y abrir la noche de la misma manera, el intimismo dramático del taranto, la tragedia de la seguiriya … El grupo, excepcional, tuvo ocasión para su lucimiento, tanto en solitario como en complicidad. Así los martinetes y los tangos, para el cante. Y el toque solista de Juan Campallo, sentimiental, delicioso, con un insólito despliegue de recursos, al que se unió luego la flauta de Francisco Roca, en el penúltimo número de la noche, un instrumental.

Eso sí, el volumen fue desmesurado si consideramos las pequeñas dimensiones de la sala. Tampoco ayuda mucho al disfrute el operario que se sube al escenario con su cámara de luces multicolores. Esa obsesión de nuestro de tiempo de registrarlo todo, nos impide, en ocasiones, disfrutar del momento presente. No gozamos tanto del hecho en sí como de grabarlo. Aunque El Choro, hoy, queda registrado en mi memoria.

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