Carne fresca para la red

Cuesta ir al teatro un viernes por la tarde, huyendo del ritmo frenético de la semana, del acoso watsappero y de la violencia que nos amenaza desde muchas pantallas y no pocos rincones de nuestro entorno, y encontrarnos con que tenemos -opcionalmente, en cualquier caso- que seguir con el teléfono móvil en la mano para ver, en una plataforma, lo que sucede en el escenario.

Y lo que ya sabemos: que hay un montón de mujeres que, en la soledad de sus habitaciones, se exhiben ante la cámara de su ordenador. ¿Por qué lo hacen? Por dinero, por placer, por llenar su vacío… Sin duda, porque hay una demanda real que crece por momentos. 

Podríamos pensar que no es la manera de hacernos reflexionar sobre el tema, que no nos interesa el escenario solo como reflejo de la realidad: una red llena de mujeres en mil posturas; un chat con frases como ‘qué rico el dedito que te chupas’, y una música-ruido que te golpea la cabeza y que termina con un perreo machirulo difícil de soportar. 

Pero la sevillana Candela Capitán, como ha demostrado en otras ocasiones, es una creadora, una artista con un enorme talento. Por ello, sin obviar su dureza, ha logrado estilizar esa realidad hasta convertirla en arte. Con cinco ordenadores y cinco magníficas bailarinas, mimetizadas como clones gracias -además de sus cuerpos esculturales y muy parecidos- a sus maillots rosas, sus botas altas de tacón y sus largos postizos de pelo negro, Capitán logra una performance llena de rigor teatral y de unas hermosas y exactas coreografías que no dejan de causarnos asombro y admiración.