Carmen Xía: “El flamenco y el rap son del pueblo, por eso se entienden”

CARMEN XÍA | Cantante

Con su disco 'El cuerpo', Carmen Xía ha vuelto a alzar la voz por las suyas: las mujeres que sostienen el mundo entre fogones, faenas y fatigas. Rapera y coplera, vecina y militante, su arte es raíz, memoria y revolución. Mañana, en la Sala X, su concierto de presentación será jaleo, llanto y alegría, un canto andaluz que no pide permiso para ser trinchera.

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Carmen Xía
Carmen Xía / Bea Verdugo

Rapera y coplera, militante del barrio y del cante, andaluza sin filtro y sin frontera, Carmen Xía (San Fernando, 1995) vuelve a subirse a los escenarios sevillanos para presentar El cuerpo (2024), su segundo disco, que, como ya hiciera con La herida (2022), canta a las luchas sociales desde la intimidad y desde una mirada andaluza sin pedir perdón. Lo suyo no es pose ni artificio, es duende con discurso; en el sur del sur, donde el acento es bandera y el dolor se canta con flores en el pelo, ella no baja el volumen ni se calla, con una mano en el cante de su abuela y la otra alzando el micrófono como quien lleva un martillo. Mañana sábado actúa en la Sala X, en una noche que promete ser fiesta, memoria y coraje, rapeando con las tripas, cantando con las entrañas, bailando sobre heridas que aún no han cerrado del todo. Hablamos con ella de flamenco, marujeo, precariedad, identidad y del porqué de seguir reivindicando Andalucía con arte y con rabia, para escuchar lo que no cabe en los discursos ni en los tópicos; para preguntarle por lo que le atraviesa, por lo que canta, por lo que sueña. Porque en su cante hay verdad. Y en su verdad, futuro.

Pregunta.-¿En qué momento supo usted que lo que llevaba dentro no cabía en el silencio, que necesitaba volverse canción, grito y bandera? ¿Cómo se transforma una profesora en artista singular, en pregonera de lo invisible, en cuerpo que canta y se rebela?

Respuesta.-La inquietud de hacer música siempre ha estado presente en mí. Lo que ocurrió es que, en un momento determinado, vi la oportunidad de lanzarme y no dudé. Desde siempre he tenido muy claras mis ideas y el mensaje que quería transmitir: la necesidad de reivindicar y visibilizar ciertas realidades que considero fundamentales a nivel social. Esa inquietud siempre ha estado ahí, pero fue gracias al empuje de unas amigas que me animé a sacar lo que llevaba dentro. Además, tuve la suerte de conocer a Suzio Tarik y juntos empezamos a dar forma al proyecto. Pero, en el fondo, siempre he tenido esa llama, esa necesidad de expresar lo que siento y de luchar por lo que creo.

P.-Su música es una fusión única de rap, copla y flamenco. ¿Cómo descubrió que estos géneros podían convivir en su voz y en su propuesta artística? ¿Cómo dialogan entre sí estos géneros en su cuerpo y en su historia?

R.-La verdad es que yo simplemente cogí los ingredientes que tenía más cerca, tanto fuera como dentro de mí. Vengo de una familia en la que la música siempre ha estado presente. Además, crecí en San Fernando, donde Camarón se escuchaba constantemente, tanto en casa como en la calle. Así que siempre he tenido esos ingredientes a mano. Lo que ha dado sentido a todo esto, al final, es el mensaje. El mensaje social. Para mí, la música urbana, como el rap, y la música que siento que también es de la calle, como el flamenco, están muy conectadas. Ambas nacen del pueblo, de la gente, de sus vivencias y sus luchas. Eso es lo que las hace tan poderosas y tan cercanas.

Cuando transmito sentimientos profundos tiendo a inclinarme hacia lo folclórico. En cambio, cuando quiero decir las cosas sin rodeos recurro al rap"

P.-La pena no se traga, la rabia se escupe, dice usted en Mami Mami. ¿Qué emociones le empujan a tirar de la copla, y cuáles le llevan a escupir el verso rapero como quien se defiende? ¿Usa cada género como herramienta expresiva concreta para asuntos determinados?

R.-Claro; mire, esto es algo de lo que no me había dado cuenta hasta hace poco. Una amiga mía, que ahora es musicóloga y escribe para revistas como MondoSonoro, hizo un análisis de Mami Mami. Me dijo: Tía, me he dado cuenta de algo, y lo pasó a partitura, lo musicalizó. Ella observó que cuando transmito sentimientos más profundos, como la nostalgia o el dolor, tiendo a inclinarme hacia lo folclórico. En cambio, cuando me enfado y quiero decir las cosas claras, sin rodeos, es cuando recurro al rap. Por ejemplo, en Mami Mami hay un señalamiento directo a ciertos raperos que han cometido agresiones, algo que es de dominio público. Juego con eso, pero le digo que no lo hago de forma consciente. Es algo orgánico, que surge de manera natural.

P.-La copla y el flamenco son parte de su herencia familiar. Cuénteme cómo entró en su vida el rap y cómo fue ese proceso de abrazar estos géneros y convertirlos en herramientas de expresión política y personal.

R.-Pues mire, yo estudié piano en el conservatorio durante muchos años, hasta los 14. Pero en algún momento me di cuenta de que la música que veía allí no tenía nada que ver con lo que escuchaba en la calle o con lo que mis amigas ponían. Eso me cansó un poco, así que decidí salirme del conservatorio. A partir de ahí, empecé a pasar más tiempo en la calle, viviendo la música de otra manera. Lo que escuchábamos entonces era rap. Mis amigos rapeaban, íbamos a batallas de gallos y todo eso. Además, tuve un novio que era DJ, así que siempre estaba rodeada de ese ambiente. Desde muy joven, el rap formó parte de mi vida, pero siempre desde la calle, desde lo cotidiano, no desde un escenario o una academia.

Carmen Xía
Carmen Xía / Bea Verdugo

P.-Su voz parece nacer del corazón de la tierra andaluza, pero sus referentes basculan desde Lola Flores, Marifé de Triana, Gata Cattana, que era andaluza también, hasta Lauryn Hill, totalmente extraña a esta tierra. ¿Qué memorias, qué voces de otras mujeres le habitan cuando canta?

R.-Pues además de lo que usted ha mencionado, sobre todo las mujeres andaluzas no tienen por qué ser músicas para inspirarme. A mí me encanta escuchar a mi vecina, a las amigas de mi madre, a las mujeres mayores. Su forma de hablar, de contar historias, de vivir. No todo tiene que ser música, también me nutro de otras fuentes. Por ejemplo, el rap americano me gusta mucho y ha tenido una gran influencia en mí. Pero si le tengo que decir nombres concretos, la mayoría que me vienen a la cabeza son andaluces. Excepto alguna que otra rapera americana, en general, mi referente principal está aquí, en mi tierra.

P.-Por cierto, ¿no tiene referentes masculinos?

R.-Claro que sí. Camarón, por ejemplo, es un gran referente para mí. También Enrique Morente, Antonio Mairena y todos esos nombres imprescindibles del flamenco y la copla, como Carlos Cano. Lo que pasa es que ellos, aunque son referentes, han tenido más visibilidad. Están en todos lados. En cambio, las mujeres han estado más invisibilizadas. Y a mí, la verdad, me interesa mucho el discurso de todo el mundo, pero sobre todo el de las mujeres. Ahí es donde pongo el foco.

P.-¿Tuvo usted claro desde el principio que el orgullo por Andalucía iba a ser el centro de su propuesta artística?

R.-Pues no, la verdad es que no lo tenía claro. Y no sé si seguirá siendo así. Creo que siempre va a formar parte de mí, de lo que soy, de mis letras y de mi esencia. Pero no, no lo tenía nada planeado. Simplemente me dejaba fluir con la escritura y con lo que sentía en cada momento. Pero resulta que ahora, sin quererlo, se ha convertido en el epicentro de todo el proyecto. Sí, diría que es el corazón de lo que hago.

P.-¿Qué Andalucía le duele, qué Andalucía celebra?

R.-Me duele la Andalucía que sigue siendo castigada, que sigue viviendo en la precariedad. Me duele la pobreza, especialmente la de las mujeres. Me duele la penuria de las trabajadoras, de las amas de casa, de las jornaleras. Me duelen todas las injusticias que arrastramos desde hace muchísimos años. Pero también celebro la capacidad de resistencia de esta tierra. Celebro a la gente que lo pasa mal de verdad y que, a pesar de todo, sigue resistiendo, día a día, soportando lo insoportable. Celebro el arte ancestral, el arte histórico de Andalucía. La cultura andaluza es algo que valoro profundamente. Y celebro la rabia y el coraje para defender lo que tenemos y lo que queremos.

Carmen Xía
Carmen Xía / Bea Verdugo

P.-¿Cree que hay un desconocimiento generalizado sobre la historia y la cultura andaluza? ¿Hay alguna parte de la genealogía andaluza que crea que ha sido silenciada o distorsionada y usted esté empeñada en rescatarla?

R.-Pues sí, claro. El testimonio de todas esas mujeres que no han podido dejar huella en la historia, ya sea porque legalmente no tenían derecho a hacerlo, porque tenían que esconderse, o simplemente porque no sabían escribir. Hay una cantidad inmensa de historias perdidas, de vidas andaluzas que se han quedado en el olvido. Y eso ha sido así porque alguien se ha encargado muy bien de que hoy no las conozcamos. Por eso yo me he empeñado en rescatar todo lo que pueda, en conocer esas historias y en darlas a conocer. Es algo que hago con toda la intención y con todo el corazón.

P.-¿Alguna vez ha sentido miedo o inseguridad de que no se entienda su propuesta o que se enmarque en estereotipos sobre Andalucía?¿Cómo se limpia el nombre de su tierra cuando otros lo ensucian sin conocerla?

R.-Pues mire, tengo miedo de que, sobre todo fuera de Andalucía, haya partes de lo que hacemos que no se entiendan. Pero que eso se convierta en un estereotipo o en un tópico, ya no es mi problema. Lo dije el otro día en una entrevista: yo no puedo ser más estereotípica de lo que ya soy. Soy gaditana, me gustan los carnavales, el flamenco, soy muy escandalosa. Pero eso no es algo que yo controle. Yo soy como soy, y punto. Es normal que nuestro proyecto se entienda mejor en algunos sitios que en otros. Lo que hacemos es muy de raíz, muy propio, y hasta dentro de Andalucía hay gente que no va a captar todas las referencias, porque son muy de Cádiz. Eso lo tenemos asumido, tanto Tarik como yo, desde el principio. Ahora, lo que no voy a tolerar es el odio directo. Hubo una vez, en un concierto en un barrio de Madrid, que en la segunda canción empezaron a insultarnos y a tirarnos cosas al escenario. En ese momento pensé: esto es mi trabajo, y no voy a permitir que nadie se sienta con el poder de pararlo. Sufrimos una agresión, en toda regla. Fue una situación muy violenta y desagradable. Yo lo pasé mal durante un tiempo, porque el trauma te deja en alerta. Llegué a un punto en el que me sentía constantemente vigilante entre el público. Afortunadamente, ya ha pasado tiempo, está todo sanado y bien. Pero creo que cuando alguien se atreve a violentar a una persona que está en un escenario, no es porque no entienda lo que hace, sino porque lleva dentro mensajes de odio. Aquella vez, fue justo cuando sacamos el mantón de Manila con la bandera LGTBI cuando empezaron los insultos y las agresiones. Y eso no es casualidad, para nada.

Me inspiran las historias de las jornaleras andaluzas, luchadoras incansables, que se han perdido en el tiempo"

P.-En sus letras habla de la resistencia, de la memoria y de la lucha de las mujeres andaluzas. ¿Qué figuras o historias le han inspirado especialmente?

R.-De las mujeres andaluzas, sí, tengo muchas referencias. Tengo una amiga, Annie Knock, que publicó un fanzine con historias de muchas mujeres andaluzas que se han perdido en el tiempo. De ahí saqué algunas, pero también descubrí información sobre otras que no conocía. Para mí, hay historias tan impactantes como la de Ana Orantes, cuyo caso todos conocemos por la tragedia que vivió. También me inspiran las historias de las jornaleras andaluzas, luchadoras incansables. Pero, sobre todo, las historias que más me inspiran son las de mi propia familia. Mis dos abuelas sufrieron lo que sufrió la clase trabajadora durante el franquismo: mujeres que tuvieron que buscarse la vida, que lucharon contra todo para salir adelante. En este segundo disco, mi fuente principal ha sido mi entorno cercano. No he tenido que ir muy lejos para encontrar mis raíces, porque estaban ahí, muy cerca de mí.

P.-De todas formas, temas como la precariedad, los barrios. la lucha de las jornaleras, estarán muy conectados con su propia experiencia. ¿Hay mucho de autobiográfico en tus letras?

R.-Sí, claro, por supuesto. Hay mucho de autobiográfico en mis letras, sin duda.

P.-¿Qué vale más: el pan comprado o el verso libre? ¿Qué heridas deja la precariedad en quien, como usted, hace arte desde el amor y no desde el mercado?

R.-Creo que una de las heridas más grandes es la falta de reconocimiento. Mucha gente piensa que lo hacemos por amor al arte, por amor a la revolución o a lo que sea, pero si no hay una compensación económica, al menos debería haber un reconocimiento por parte del pueblo. Que la gente valore el rescate que hacemos, la exposición de temas que son difíciles de articular. Para mí, esa falta de reconocimiento cultural es una herida profunda. Sí, esa podría ser una de las heridas más significativas.

No intento reproducir un estereotipo. Los andaluces nos reconocemos entre nosotros. Sabemos cuando alguien está exagerando o forzando algo"

P.-Antes me ha dicho que, aunque no quiere tirar del tópico, en realidad es usted bastante estereotípica andaluza. Supongo que a veces debe tener problemas para manejar esa dualidad entre lo que es y lo que la gente espera de usted.

R.-Hombre, claro, por supuesto. Yo soy Carmen Xía, pero también soy Carmen Vázquez. Es cierto que hay una parte de show, obviamente. Si no, no me dedicaría a esto y haría otra cosa, ¿no? Hay una parte de divertir, de entretener, pero la verdad es que estoy muy cerca de ser Carmen Xia las 24 horas del día. Lo que se ve en el escenario está muy cerca de lo que soy en mi día a día. Sí, hay una cierta exageración, pero no intento reproducir un estereotipo andaluz ni nada por el estilo. Creo que eso se nota. La gente, sobre todo la gente andaluza, nos reconocemos entre nosotros. Sabemos cuándo alguien está exagerando o forzando algo, y eso se huele. Yo, por mi parte, no voy por ese camino.

P.-Alguna vez he escrito que sus conciertos son una mezcla de fiesta y reivindicación. Su arte no solo celebra Andalucía, también la politiza. ¿Destaca en sus conciertos más el espacio fiestero o el espacio de lucha y resistencia? ¿Cómo vive esos momentos en el escenario?

R.-Nosotros teníamos claro que los directos no solo sirven para exponer nuestro trabajo y que la gente lo entienda, sino también para pasárnoslo bien. Las emociones no son blancas o negras; creo que se puede transitar perfectamente por los grises. En un momento puedes estar riendo y al siguiente llorar, y eso no es un problema. El cuerpo es muy sabio, y entiende perfectamente esos cambios. Nuestro directo es bastante completo en cuanto al rango de emociones. Hay partes en las que te hartas de llorar, otras en las que te hartas de reír y bailar. No hay una intención más allá de que se entienda el mensaje y de que la gente se lo pase bien, que se vaya a casa contentísima y gritando ¡Viva Andalucía libre! Creo que es totalmente compatible ser reivindicativo y pasárselo bien al mismo tiempo. Sí, totalmente.

P.-¿El concierto de Sevilla tendrá algo especial? ¿Tiene alguna relación concreta con nuestra ciudad, recuerdos especiales…?

R.-Sí, en Sevilla tengo mucha gente querida: amigos, músicos, artistas. Para nosotros, Sevilla es como nuestra casa cuando tocamos. Siempre nos recibe con los brazos abiertos. La verdad es que estoy deseandito que llegue el concierto. Además, en esta gira tenemos cosas preparadas exclusivamente para los directos. Así que en Sevilla van a pasar cosas que no se encuentran en el disco, ni en Spotify, ni en ningún otro lado.

P.-¿Qué ha aprendido en lo que lleva de carrera musical que le sirva para el futuro? Me refiero a aprendido tanto del entorno musical como de usted misma.

R.-Pues he aprendido que con sinceridad y humildad se puede llegar igual de lejos. No hace falta tener mucho dinero ni un proyecto musical súper grande y respaldado económicamente para que la gente conecte contigo, sienta lo que estás diciendo y se revise a sí misma. Tampoco hace falta todo eso para que la gente abrace sus raíces, su entorno, y se implique emocionalmente con quienes quiere de verdad. No sé, he aprendido que no se necesita mucho dinero para llegar al corazón de la gente.

P.-¿Qué le diría hoy a la Carmen que empezaba con miedo a no ser escuchada? Pero no un consejo susurrado, sino con el micro ya encendido y la gente escuchando.

R.-Pues mire, le diría a Carmen: Escúchame, no te preocupes. ¡Olé tu coño!.

Carmen Xía
Carmen Xía / Bea Verdugo

P.-Ya se han quedado atrás dos discos, La Herida, que era el llanto, y El Cuerpo, que parece ser el eco. Seguro que ya está trabajando en algo nuevo. ¿Qué nuevas verdades está a punto de parir?

R.-Ahora estamos colaborando con gente con la que llevábamos tiempo queriendo trabajar. Estamos probando, jugando un poco, explorando nuevas ideas. La verdad es que no queremos que todo salga demasiado planeado, sino dejar espacio para la espontaneidad. Todavía no tenemos ideas cerradas, obviamente, pero ya hemos puesto bastantes cosas sobre la mesa. Tenemos claro hacia dónde nos gustaría ir y a qué nos gustaría volver. Sí, hay nuevos pensamientos y proyectos en camino.

P.-Lo que le han enseñado las jornaleras, las marujas, las vecinas, las abuelas, sobre la dignidad y la lucha, no sale en los libros. Visto lo visto, ¿piensa que ha hecho más pedagogía andaluza desde los escenarios y discos como cantante que la que hubiese hecho desde las aulas, si hubiese seguido su inicial interés en ser maestra?

R.-Yo creo que hubiera hecho lo mismo, lo que pasa es que la música me ha dado un altavoz. Me ha permitido muchas cosas: llegar a más gente, visibilizar lo que creo importante. Si algún día dejo esto y me convierto en maestra, seguiré siendo la misma, se lo aseguro. Lo que pasa es que la música te abre muchas más puertas, pero educar a la gente también te permite hacer cosas importantes, aunque sean diferentes.

P.-¿Cree que usted y yo veremos el futuro que sueña para Andalucía?

R.-Yo no tengo ni idea. De verdad, no tengo ni idea. Pero espero que, ya sea usted, yo o quien venga detrás, pronto lo veamos. Porque creo que esto va a reventar en algún momento. O, mejor dicho, espero que lo hagamos reventar de una vez. En fin, yo tengo esperanza. Tengo esperanza de que el futuro esté más cerca que lejos. Sí, sí.

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