Carlos Rosado: “El audiovisual andaluz debe buscar su manera de contarse al mundo”

El ex presidente de la Spain Film Commission, que sigue vinculado a la Andalucía Film Commission, asegura que desde el sur “hemos sido como una piedra que ha movido el estanque” en el sector

El abogado y gestor cultural Carlos Rosado (Málaga, 1951), fotografiado antes de esta entrevista. / Juan Carlos Muñoz
Braulio Ortiz

19 de enero 2025 - 06:30

Entre la bruma de todo lo vivido, Carlos Rosado recuerda cercano ya a los 74 años un episodio de su infancia en Cádiz, cuando sus padres llevaron a aquel niño a una sesión de El puente sobre el Río Kwai (David Lean, 1957) y, quizás por el pegadizo silbido de la Marcha del coronel Bogey o el coraje de los soldados protagonistas, aquella aventura hizo soñar al chaval con visitar algún día los paisajes lejanos en que transcurría la trama. “Me entraron unas ganas locas de conocer esa selva, y en cuanto pude fui. Sin saberlo, estaba adelantándome a lo que hoy llamamos turismo de pantalla”, rememora este abogado de profesión que, tras una etapa ejerciendo como letrado y otro tiempo en la trinchera política, acabó consagrándose al cine y fundó, en 1998 y en 2001, dos proyectos pioneros en este ámbito: la Andalucía Film Commission, de la que hoy conserva su cargo de presidente, y la Spain Film Commission, una institución en la que estuvo al mando hasta el pasado otoño. Dos organismos que marcaron el camino en el sector y que afinaron la ciencia de captar rodajes y el diálogo entre el territorio y el audiovisual. “Modestamente, nosotros hemos sido como una piedra que ha movido el estanque”, presume el veterano, que en esta entrevista ahonda en los frutos del camino recorrido y enumera también los desafíos pendientes en el horizonte.

Pregunta.–Se despidió hace unos meses de la Spain Film Commission, pero continúa vinculado a la entidad andaluza. ¿Cómo se encuentra?

Respuesta.–Por mi edad me toca cierta reflexión sobre mi biografía, pero estoy en buenas condiciones. Tomé la decisión de ponerle fin a mi etapa de tantos años como presidente en la Spain Film Commission porque me preguntaba si no había llegado el momento de cederle el paso a otros. Gente que tenga planteamientos diferentes e ideas nuevas, para que la institución no se identifique con mi visión de las cosas, sino con una visión colectiva. A mí siempre me ha gustado el trabajo en equipo, frente a ese individualismo que quizás nos caracteriza a los hispanos, y vi que había profesionales jóvenes que podían darle a esto otro impulso. Soy andaluz y, aunque he vivido fuera muchos años, quise volver aquí.

P.–En alguna entrevista ha contado que, al principio, los políticos ponían un gesto de extrañeza cuando les hablaban de una film commission. Nadie tenía muy claro ese concepto. Fueron verdaderos pioneros en el asunto...

R.–Cuando empezamos, eso existía en EE UU, y había alguna en Inglaterra o Francia, pero en España no había ninguna. Me puse a dibujar una oficina pública de promoción de los rodajes en Andalucía, y tuve la suerte de conocer entonces a la actual directora de la Andalucía Film Commission, Piluca Querol. Fuimos pioneros, pero también nuestro trabajo sirvió de modelo para los proyectos similares que se crearon después. En España hay ahora unas 40 oficinas, y todas vienen de ahí. En estos 27 años Andalucía se ha convertido en referencia mundial, no por casualidad, sino gracias al trabajo y a una estrategia: al apoyo de la Administración autonómica y el diálogo con municipios y diputaciones a través de la Red de Ciudades de Cine de Andalucía. Hemos demostrado que tenemos un gran potencial, y se ha conseguido algo que nos preocupaba: que hubiera profesionales cualificados. Nadie duda del talento andaluz, pero requería una infraestructura, un tejido, un sustrato donde pudiese crecer. En nuestros comienzos, Andalucía ponía el territorio y el resto venía de fuera. Ahora, más del 70% del equipo de un rodaje es de aquí. Y hemos visto algo muy emocionante, un relevo generacional con jóvenes formados en nuevos lenguajes tecnológicos y que dominan el inglés, algo muy importante. Yo, en las reuniones que tengo, siempre les digo a los productores que pueden rodar una mañana en la nieve y a la tarde en una playa tropical, en lo que se tarda en llegar de Granada a Almuñécar. Pero a esa variedad de paisajes y de arquitecturas le sumamos un personal muy preparado.

P.–Usted defiende que el turista que se desplaza a la localización de una película o una serie es un viajero respetuoso, con inquietudes, que quiere conocer el entorno.

R.–Ahí fuimos pioneros en Europa, gracias a la colaboración con Turismo Andaluz. Piluca y yo hicimos un libro, en la Andalucía Film Commission creamos un portal con rutas, Andalucía Destino de Cine... ¿Que a usted le gusta Lawrence de Arabia? Pues le detallamos los escenarios donde se rodó. ¿Es fan del western? Pues aquí tiene un itinerario en Almería con las películas de Sergio Leone... Y a medida que se han ido rodando nuevos proyectos, el más célebre de ellos fue Juego de tronos, hemos ido incorporando recorridos. Está evaluado que 500 millones de viajeros en el mundo deciden su destino de vacaciones por los lugares de sus series o sus películas favoritas. Presenté un proyecto sobre el tema ante la ONU, en la Organización Mundial del Turismo.

P.–Algunas producciones dieron una imagen un tanto distorsionada de Andalucía: en una de las entregas de Misión Imposible unas falleras desfilaban en una procesión de Semana Santa; en Noche y día los sanfermines llegaban hasta Sevilla y Cádiz... ¿Una film commission puede hacer algo para evitar que se rueden estas escenas?

R.–Es un tema interesante y del que podríamos hablar mucho. Por un lado está eso que se llama la suspensión de la incredulidad, que consiste en que el espectador se mete en la historia y distingue la realidad y la ficción. Si uno va a la estación de King’s Cross en Londres y se encuentra el andén 9 y 3/4 que lleva al colegio de magia de Harry Potter, la gente sabe que de ahí no saldrá ningún tren. Que haya historias de crímenes y de corrupción ambientadas en Nueva York no significa que sea una ciudad peligrosa. Pero es verdad que a veces es chocante cómo interpretan nuestra identidad. Nosotros intervenimos, por ejemplo, con Franco Zeffirelli, que rodó en Osuna Callas forever y quería hacer un recorrido muy vistoso por la iconografía andaluza usando la ópera Carmen y le convencimos de que no hacía falta, que iba a chirriar. Mientras más profesionales andaluces intervengan en los procesos de creación de las obras que se rueden aquí más fácil será evitar las interpretaciones desafortunadas.

P.–Usted ha señalado alguna vez que las plataformas, que a menudo se perciben como una amenaza, suelen recurrir al talento local.

R.–Nosotros consideramos a las plataformas un elemento más del ecosistema audiovisual español. No son cuerpos extraños, debemos relacionarnos con ellas. Son productos concebidos para el mercado global, pero ruedan en España y con talento local. Esto de las plataformas me hace pensar que Andalucía tiene que encontrar la manera de contar su realidad al mundo, porque los países nórdicos se han especializado en los thrillers, los turcos exploran temas folclóricos e históricos... y Andalucía, como decía Castilla del Pino, posee una identidad desbordante y tiene que plasmar en su audiovisual esa forma de ser. Esa es una asignatura pendiente. La serie Rapa, por ejemplo, explora muy bien las tradiciones gallegas. Podemos presumir de lo que han logrado Benito Zambrano y Alberto Rodríguez, pero faltan creadores andaluces que reflejen nuestra forma de ver la vida. Y de recrear nuestra Historia: yo me muero por ver una película ambientada en el asedio de Cádiz. Hay materia para multitud de series y de películas, las que han hecho los estadounidenses con un pasado cortísimo en comparación con el nuestro.

P.–Un asunto que ha intentado promover en su trayectoria ha sido la búsqueda de incentivos fiscales para captar rodajes.

R.–Sí, cuando conseguimos que viniera Juego de tronos, en HBOestaban contentísimos con el resultado, todo había salido muy bien, pero la productora ejecutiva nos dijo: Si no tenéis incentivos fiscales en España no vamos a volver. No podía ser que muchos otros países los tuvieran, EE UU, Inglaterra, Francia, Italia, Alemania, y nosotros no. Le pedí una cita al ministro de Hacienda de entonces, Cristóbal Montoro, y él puso un equipo con nosotros para la reforma fiscal de 2014. Se ha avanzado mucho, pero ahora nos encontramos con un problema, y es que el País Vasco y Navarra, amparándose en que tienen un régimen fiscal propio, foral, están captando muchos rodajes ofreciendo unas ventajas que rompen la unidad de mercado español. Muchas producciones se van a Esuskadi por esta razón. Un reto que tienen los gobiernos futuros es ponerles coto a este tema para que haya un equilibrio y no se compita de forma desleal.

P.–Hace unos meses, la Universidad Pablo de Olavide presentó la Cátedra de Industria de los Rodajes, un proyecto que le ilusiona especialmente.

R.–Sí, me parece muy bonito. Nosotros estábamos convencidos de que la mejor manera de poder abordar los retos que tiene el audiovisual es teniendo el soporte científico de investigadores y docentes. Tenemos muchas esperanzas puestas en esa colaboración, creemos que esa mirada va a dar mucho juego en un momento en el que el audiovisual pasa por un proceso de cambio vertiginoso, con la irrupción de la inteligencia artificial entre otros desafíos. Fue el último acto en el que participé como presidente de la Spain Film Commission, pero no estaba escrito que esa iniciativa tuviese que hacerse en Madrid y Barcelona. En Andalucía fuimos pioneros al crear una film commission, y esta iniciativa tenía que nacer aquí.

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