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"Tenemos que cambiar la forma de enseñar nuestra música"

Alberto Rosado. Pianista

Con el patrocinio de la Fundación BBVA, el salmantino Alberto Rosado publica en IBS Classical un álbum que ofrece en audio y vídeo siete obras actuales para piano y electrónica.

El pianista salmantino Alberto Rosado. / Arturo Fuentes
Pablo J. Vayón

24 de abril 2017 - 06:00

Lleva veinte años empeñado en romper las barreras que separan la música contemporánea del público generalista. "La idea de hacer música para unos pocos no me satisface, y por eso intento desarrollar proyectos que puedan atraer a gente diversa", dice Alberto Rosado (Salamanca, 1970) con su última publicación discográfica aún caliente, un álbum que incluye siete piezas en las que se mezcla piano y electrónica, obras de otras tantos compositores españoles (Jesús Navarro, Iñaki Estrada y Ramón Humet) y latinoamericanos (el brasileño Aurélio Edler-Copes, los mexicanos Arturo Fuentes e Hilda Paredes y el chileno Cristian Morales Ossio).

-¿Cómo surge este proyecto?

-Lo he tenido en la cabeza desde hace mucho. La mezcla de electrónica y piano surge a mediados del siglo pasado, cuando en los 50 se empieza a desarrollar la música electrónica. Pero lo cierto es que se escribe muy poco para esta asociación, la flauta y el violonchelo con electrónica tienen por ejemplo mucho más repertorio. Por eso decidí tratar de ampliar las posibilidades de los intérpretes con nuevas obras.

-En sus notas habla de la búsqueda de una utopía en el piano que podría satisfacer la electrónica, ¿a qué se refiere exactamente?

-El musicólogo Piero Rattalino planteó hace ya tiempo la historia del piano como el camino hacia una utopía, en el sentido de esa búsqueda para lograr que una nota del piano pueda crecer o disminuir exactamente igual que en un instrumento de cuerda, que se pudiera conseguir un sonido no percutivo, cantabile en el piano, eso que muchos intérpretes han buscado durante décadas. Y en esa exploración la electrónica puede ser un medio excepcional para lograr que el sonido propio del piano, no sintético, pueda crecer, decrecer y ampliarse al antojo del compositor.

-Afirma también que la electrónica puede ser hoy al piano lo que era la orquesta durante el Clasicismo, ¿en qué sentido lo dice?

-La orquesta tiene algo de decimonónico. Mantener una orquesta es muy caro, cada vez resulta más difícil. Y además el repertorio básico de las orquestas sigue siendo decimonónico, o como mucho de principios del siglo XX. En estas circunstancias, el compositor actual tiene la posibilidad de utilizar la electrónica como medio de confrontar al piano con otra masa sonora, cumpliendo el papel que juega la orquesta para las obras clásicas. La electrónica puede incluso superar a la orquesta, en cuanto expande y transforma el sonido del piano y lo lleva a todas las partes de la sala a través de los altavoces. Deseo que la relación entre orquesta y piano no desaparezca nunca, pero la electrónica es un medio que está ahí para ser usado por los compositores. Y en el caso de un pianista es una posibilidad más económica y asequible para presentar música en la que pueda existir este diálogo del piano con una masa sonora mayor.

-Salvo las obras de Ramón Humet e Hilda Paredes, las otras cinco son encargos suyos para este proyecto. ¿Qué buscaba en estos compositores?

-El proyecto iba a tener la colaboración de la Fundación BBVA, que tiene una colección de música de compositores españoles y latinoamericanos. Pero además a mí me apetecía empezar por aquí, por un ámbito culturalmente cercano. Intenté acercarme a compositores más o menos de mi generación, con una horquilla de diez años arriba y abajo, y que tuvieran una trayectoria contrastada en el terreno de la electrónica. Creo que lo he conseguido: todas las obras son de compositores jóvenes que están ahora en primera línea a nivel mundial y manejan por igual la electrónica y la composición instrumental.

-Los estilos son extremadamente variados. ¿Lo buscó también así?

-Absolutamente. No quería que fuera una cosa monótona. Tenga en cuenta que el DVD dura dos horas. Y yo además de pianista soy melómano, escuchante. Me apetecía que el que se pusiera delante de este producto pudiera disfrutarlo de principio a fin, que fuera algo tan variado, tan diferente, tan especial, que pudiera disfrutarlo de un tirón.

-El vídeo se compone en realidad de siete películas diferentes.

-Buscamos un hilo conductor, que en este caso es Salamanca y el intérprete. Pero con cada obra salimos del teatro para evitar la sensación de claustrofobia. En cada una el autor hace una breve presentación, de un minuto o así, luego hay una especie de boceto del trabajo que yo he realizado con cada uno de los compositores en torno a su música, unos 2-3 minutos, con la idea de que el espectador capte que hay mucho de complicidad en lo que sigue. Luego cada obra se presenta con un montaje diferente, empezando por la iluminación. Contraté a un iluminador, que además es músico, para que cada ejecución tuviera una iluminación distinta. Las tomas de cámara varían también cada vez. Por último, hay que tener en cuenta que, excepto la de Jesús Navarro, cada obra incluye una obra de videoarte. A través del vídeo simulamos la visión que podría tener un espectador del concierto, que se movería entre las imágenes de la obra de videoarte y el propio piano, a veces fundiendo las dos.

-¿El público de la clásica sigue asociando conceptos como electrónica y vanguardia a música incomprensible, fuera de su alcance?

-Sin duda. Y yo quiero desmitificar esta música, acercarla lo más posible a un público general.

-¿Es necesario para ello cambiar el formato del concierto tradicional?

-A veces es conveniente. La introducción de las imágenes, de la electrónica que te circunda es una forma de hacerlo. Tenemos que cambiar la forma de enseñar nuestra música, de promoverla, porque nos estamos quedando sin público.

-En otros ámbitos musicales (como el del pop) se usan sin complejos los avances tecnológicos. ¿Es un camino a seguir?

-Por supuesto. Tenemos mucho que aprender de ellos. Si quiere, la nuestra no es una música de mercado, pero de algún modo hay que venderla, de alguna forma hay que atraer a la gente.

-Usted es profesor en el Superior de Salamanca, ¿hay en los conservatorios españoles espacio para este tipo de creaciones?

-Si se quiere, sí. Pero le cuento una curiosidad: con la Logse había una asignatura obligatoria para los pianistas de Superior, Repertorio solista contemporáneo. En España sólo se impartía en Salamanca; luego empezaron a darlo en Musikene, Aragón y Madrid. En ningún sitio más, y era obligatoria. O hay un profesor interesado detrás o esta música no se ofrece nunca. En Salamanca sí lo hacemos: acabamos de tener tres compositores extranjeros invitados presentando y tocando su música, hacemos electrónica, proyecciones, y los alumnos salen encantados, algunos acaban en el Klangforum de Viena o en el Ensemble Modern. Claro que esta música interesa, pero tienes que mostrarla, y hacerlo bien, claro.

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