Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
Cela. Utrera, cinco décadas | Exposición
La riqueza de la historia gráfica española del siglo XX se aprecia, como prueba el caso del gallego Virxilio Viéitez (Forcarey, 1930-2008), admirado por Cartier-Bresson y redescubierto en los últimos años, en el valor artístico y sociológico de las imágenes que los fotógrafos de estudio captaron en los pueblos, muchas veces fuera de sus atribuladas agendas comerciales.
Esa es la grandeza también de la obra de José Cela Ramos, el fotógrafo oficial de Utrera desde los años 20 hasta su fallecimiento en 1986, cuyo archivo está recuperando el editor de la mítica revista Photovision, el también utrerano Ignacio González, a instancias de la familia Cela y con el apoyo del Ayuntamiento de la localidad y de un entusiasta grupo de aficionados a esta disciplina.
Una selección de 97 de esos fondos conforma la muestra, comisariada por González, con la que se ha inaugurado el Centro Cultural Casa Surga, un edificio palaciego emblemático del siglo XVII donde conviven ahora con ligereza el barroco y el siglo XXI tras una importante intervención arquitectónica.
La exposición de Cela, que se clausura el próximo domingo tras haber sido vista por alrededor de 8.000 personas, ofrece una visión de Utrera que nos abisma en el cambio social operado en España en la primera mitad del siglo XX.
José Cela nació en Jerez en 1904, donde se formó como aprendiz en varios estudios de fotografía, y donde compró su primera cámara a un compañero. Tras pasar por Écija, adonde fue trasladado su padre para recuperar unas viñas en mal estado, llegó a Utrera en 1923 para trabajar en el centro de ampliaciones La Giralda. A los dos años de afincarse tuvo que marcharse a Madrid para el servicio militar y lo hizo, sirviendo al Rey, como fotógrafo en el gabinete del aeródromo Cuatro Vientos. En 1927, tras formarse unos meses junto a Castellano, uno de los principales retratistas de la escuela sevillana, volvió a Utrera e inició su carrera independiente.
"A finales de los años 20 se convirtió en el fotógrafo oficial del pueblo, el fotógrafo de galería que nos retrataba a todos. Tenía su estudio en la calle Ancha. Era el camino de ida y vuelta de mi casa al colegio de los Salesianos de Utrera y aún recuerdo como si fuera ayer ver tras el escaparate aquellas imágenes suyas de personajes que parecían salidos del mundo del cine, señoras con la cara siempre un poco girada, pintadas y retocadas, iluminadas por una luz fuerte", recuerda Ignacio González.
El comisario de la muestra pudo entrevistarle a medios de los años 80 y nunca pensó que en ese archivo tan extenso, que supera los 20.000 negativos, acabaría encontrando semejantes hallazgos. "Si bien es importante su trabajo como retratista de todo el pueblo y de los de las cercanías que acudían a su estudio a fotografiarse, ha sido esencial encontrar los reportajes que realizó en los años 20, 30, 40 y principios de los 50. Cela es el gran cronista de Utrera, su actividad es muy superior a la de otros estudios que abrieron casa aquí, y atesoró un material valiosísimo. Por desgracia, las cajas estaban muy deterioradas, tanto que hubo que tirar muchas de ellas enteras nada más abrirlas porque contaminaban otras placas", recuerda.
Todo el material fotográfico es perecedero y tiende a perderse. El Archivo Cela se ha preservado durante 70 años pero muchos registros no han sobrevivido. "La muestra de Casa Surga es una selección de lo más interesante que se ha ido recuperando, un rescate que suma ya 400 instantáneas y seguimos salvando el mayor número posible de originales", confirman su nieto, Chico Cela, y el coordinador de Humanidades del Ayuntamiento, Cristóbal Ortega.
La muestra se divide en tres partes. La primera época cubre la dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República (1923 a 1936), la segunda se centra en la Guerra Civil (1936 a 1939) y la tercera abarca la posguerra (1940 a 1970). No faltan algunos de sus retratos más especiales, como los llamativos desnudos realizados en estudio sobre negativos de nitrato de Kodak; algunos de esos posados psicalípticos servían a las prostitutas en activo para certificar su buena salud ante las autoridades locales, contextualiza el historiador local Javier Mena. Y como además de ser el el fotógrafo del pueblo lo era también del juzgado y del Ayuntamiento, esto es, la persona a la que se llamaba cuando ocurría algo, hay registros suyos de sucesos, juicios, festejos e inauguraciones oficiales e incluso de los comediantes y artistas de variedades que actuaban en Utrera, probablemente en el Teatro Kursal en los años 30.
Chico Cela, que custodió durante años los negativos y las cámaras que se exhiben en la Casa Surga, reconoce que "siempre quise que fuera Ignacio González quien rescatara el archivo y lo investigara pero ningún Ayuntamiento apostó por este proyecto hasta que llegó José María Villalobos (PSOE). Desde siempre este archivo ha interesado en España, en Francia y más allá. Es un orgullo poder ver la exposición de mi abuelo al fin, ha costado mucho trabajo y años que se fueran analizando las imágenes, hasta que finalmente decidimos que el Archivo Cela estuviera en el Espacio Photovision [inaugurado este año en el Polígono La Morera]".
En el diáfano y contemporáneo interior de la Casa Surga, que aprovecha la crujía y algunos espacios existentes del palacio barroco, cuelga una selección del Archivo Cela donde asombra la intensa actividad del fotógrafo durante la Segunda República y su afán de captar el cambio social, como prueba su imagen de la fachada del Centro Electoral ubicado en 1935 en la actual Plaza del Altozano. Es muy llamativo el tipo de publicidad electoral empleado en la época, con mensajes que llamaban a la lucha de clases. Una escalofriante imagen es la Fiesta campera en homenaje al alcalde republicano de Utrera, José María Infantes, por su jubilación como maestro, tomada alrededor de 1935. Le acompañan los médicos José González Fernández de la Bandera (alcalde de Sevilla) y José Manuel Puelles de los Santos (presidente de la Diputación Provincial). Los tres fueron fusilados en agosto de 1936.
Los años de hambre y autarquía, las esperanzas y temores, el culto a las imágenes más veneradas en la localidad –en 1939 capta a una joven Fernanda de Utrera en una de las carrozas engalanadas en la Romería de la Virgen de la Consolación–, el impulso educativo y la vida social de un pueblo que intenta superarse a través del esfuerzo y del trabajo centran la atención de Cela en los años de posguerra. Impresionan sus registros de las obras de construcción de la basílica de María Auxiliadora y del que pudo ser el primer accidente mortal de tráfico en Utrera, donde falleció un ciclista y cuya textura nos remite a la fotografía neorrealista y a la célebre película de Juan Antonio Bardem. El talento y habilidad de Cela para fijar el instante preciso llegan hasta nuestros días gracias a los trabajos de digitalización e impresión de calidad realizados.
No es extraño por ello que muchos utreranos y aficionados a la fotografía hayan pedido que se habilite una exposición permanente de estos fondos que ilustran el excelente nivel que alcanzó la fotografía en la provincia de Sevilla y preservan del olvido la memoria de personas, oficios, costumbres, lugares y sedes que ya no existen.
También te puede interesar
Lo último
Investigación y Tecnología
Los beneficios del yoga invertido que potencian la concentración y ayuda a reducir el estrés