Un caballero ante la maravilla

El fotógrafo sevillano Manolo Espaliú revive en Irán la peripecia de García de Silva y Figueroa, embajador de Felipe III que describió en sus crónicas su asombro ante un mundo fascinante

Un caballero ante la maravilla
Un caballero ante la maravilla
Braulio Ortiz Sevilla

01 de agosto 2015 - 05:00

García de Silva y Figueroa (nacido en Zafra en 1550, muerto en algún lugar del Océano Atlántico en 1624) pertenece a esa galería de hombres a los que el tiempo no ha tratado con justicia, aunque fueron muchos los logros por los que merecía haber pasado a la historia: reconoció en el territorio persa de Chilminara los vestigios de la antigua Persépolis; fue también uno de los primeros intelectuales que identificó en los signos cuneiformes su condición de escritura y descartó que fueran, como se creía, meros elementos ornamentales. García de Silva superaba ya los sesenta años cuando Felipe III lo puso al frente de una ambiciosa expedición a la corte de Abás el Grande, y en las crónicas de su viaje realizó las descripciones más minuciosas y completas de la Persia de entonces. En sus textos revelaba una vasta formación clásica, amplios conocimientos de historia y geografía, pero también una generosa sensibilidad con la que se recreaba en la maravilla de las edificaciones -mezquitas, palacios, mausoleos- y registraba con curiosidad la variedad de pueblos y costumbres que se encontraba en el camino. A pesar de la relevancia de su testimonio, el autor no tuvo suerte en su encuentro con la posteridad: en 1667 un editor francés publicó los escritos del explorador, pero en España su obra no se imprimiría por primera vez hasta el siglo XX, en los años 1903 y 1905.

Sorprendido por el olvido en que cayó la figura de García de Silva y Figueroa, el fotógrafo Manolo Espaliú (Sevilla, 1970) trabaja en un proyecto con el que quiere reivindicar a este erudito de cuyo viaje se cumplirán los 400 años en 2017, una fecha que el artista quiere conmemorar con una exposición y un libro en el que los pasajes de García de Silva dialoguen con las imágenes que Espaliú está tomando en los territorios por los que pasó el explorador. La convivencia con el caballero del siglo XVII ha reforzado el respeto que el fotógrafo siente por él. "Estamos ante una persona muy culta, que domina a la perfección varios idiomas, que es consejero de Estado en geografía, en historia, en cuestiones antropológicas. Esa cultura se nota en que cuando está viajando por Persia, busca conexiones no sólo con España o con Europa, sino con América, que lleva poco tiempo conquistada", apunta Espaliú, que ha recibido una beca de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) para elaborar este trabajo.

Un sexagenario García de Silva se enfrentaría a una larga travesía por el mar hasta llegar a Persia. "Él va a tratar que España y Portugal, unidos en ese momento, tengan una alianza con los persas. Pero ha sido la batalla de Lepanto y por el enfrentamiento con los otomanos la expedición debe dar toda la vuelta a África. Tarda como dos años y pico en llegar, y todo esto lo hace con una edad bastante avanzada", resume Espaliú de un viaje en el que abundan los datos curiosos, "como, por ejemplo, que llevaba un séquito de cien personas y trasladaban cien kilos de pimienta para el Sha".

Reconstruir la ruta que protagonizó García de Silva, "desde el sur, desde la isla de Ormuz hasta Qazvin, que está prácticamente en la frontera con Turquía y con Armenia", es para Espaliú "una excusa" para poder conocer en toda su extensión Irán, un país al que el fotógrafo ha vuelto en varias ocasiones desde que en 2008 le encargaran retratar las estaciones de esquí. Una anécdota del pasado parecía presagiar los vínculos que el autor tendría con este territorio: "Mi padre estuvo trabajando allí cuando yo era pequeño", recuerda el fotógrafo, que entre sus planes baraja abrir un blog para compartir sus impresiones sobre una realidad que a menudo se cuenta de manera distorsionada. "Es un país sumamente interesante, con esa mezcla que hay entre tradición y modernidad, entre Islam y laicismo... Existen muchas diferencias entre los distritos del norte de Teherán, que podrían ser como el barrio de Salamanca, incluso más rico todavía, y las aldeítas que son lugares no demasiado desarrollados. Pero es un país bastante próspero, a pesar del bloqueo y del embargo que han sufrido en los últimos años", valora Espaliú, que como su héroe García de Silva se muestra en sus piezas como un observador respetuoso e intrigado por la naturaleza humana. Entre sus últimas experiencias, el autor acompañó a Qom, la ciudad sagrada de Irán, a miembros de una comunidad islámica chií de españoles.

El artista, que ha retratado la religiosidad de Sevilla en series como Muy noble, muy leal, muy heroica e invicta o Ciudad mariana, encuentra similitudes entre la Semana Santa y la festividad religiosa islámica de la Ashura, que también ha plasmado sirviéndose de su cámara. "En su libro, García de Silva relata que hay muchas costumbres que toman de los cristianos armenios de Isfahan. Hay unas figuras que ellos portan que recuerdan a los estandartes que llevan las hermandades. Y hay algo parecido a los pasos en determinadas ciudades. Me gustaría hacer, más allá de esta serie de García de Silva, otra que comparase ambas celebraciones: tienen más en común de lo que pensamos. Yo mismo tenía la idea de que sería algo más brutal, pero en Irán están prohibidos los rituales en los que hay daño o sangre", explica Espaliú, presente recientemente, con una reflexión sobre el cambio urbanístico en El Jebha, en Marruecos, en la exposición Expectativa y memoria, y reconocido hace tres años como Nuevo Talento Fnac gracias a la colección 42º c, en la que reproducía la atmósfera asfixiante de un verano sevillano evitando las referencias localistas.

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