No hay burlas con el amor, o el juego con las pasiones

Andrés Moreno Mengíbar

20 de marzo 2011 - 05:00

Accademia del Piacere. Femás 2011. Programa: Obras de C. Monteverdi, S. Rossi, L. Marenzio, F. Bassani, G. B. Bovicelli, R. Rogniono, B. Marini y B. Ferrari. Intérpretes: Mariví Blasco (soprano), Fahmi Alqai, Rami Alqai, Johanna Rose, Irene Gómez (violas da gamba), Juan R. Lara (violón), Vicente Parrilla (flautas), Miguel Rincón, Daniel Zapico (tiorbas), Javier Núñez (clave) y Álvaro Garrido (percusión). Dirección y arreglos: Fahmi Alqai. Fecha: Sábado, 19 de marzo. Lugar: Centro Cultural Santa Clara. Aforo: Lleno.

Tras haber recorrido numerosas ciudades europeas y tras haber agotado la primera tirada del disco que recogía el programa de este concierto (algo poco usual en estos tiempos), la Accademia del Piacere, en versión extendida, pudo al fin hacer oír sus peculiares y subyugantes versiones sobre la retórica del amor y del desamor. Le lacrime di Eros, así se denominó el programa y a la vista de las interpretaciones hay que pensar en que dichas lágrimas no siempre obedecen a penas y dolores, sino también a risas y melancolías.

Fahmi Alqhai y sus compañeros se acercan a este repertorio limpios de prejuicios tanto en lo interpretativo como en lo tímbrico y hacen del juego, del cambio y de la improvisación sus señas de identidad. A veces aquello era más como una jam session barroca en la que, a partir de los ostinati de los bajos (como en la sonata de Rossi o como en la chacona de Ferrari), los músicos van entrando y saliendo a placer (calculado y medido, eso sí), improvisando (espectacular, como siempre Álvaro Garrido) y ornamentando (sensacionales disminuciones de Vicente Parrilla). No hay en este grupo obsesión absoluta por la pureza del sonido y no se rehúyen sonoridades ásperas, ataques abruptos e inflexiones que a veces, como con los glissandi de las violas, recuerdan a la música popular, irlandesa más concretamente (impronta, sin duda, de la sintonía de Fahmi Alqhai con Ghielmi). Pero cuando se trata de acentuar el sentido dramático de los acentos musicales, el grupo consigue sonoridades excelsas y variedades dinámicas infinitas.

Mariví Blasco puso toda su capacidad de persuasión al servicio de un fraseo muy detallado, aunque a veces el sonido quede sin brillo por querer eliminar del todo el vibrato. También se lució en el juego de las ornamentaciones.

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