El regreso de las luciérnagas

Salir al cine

En el extraordinario ensayo 'Breve historia de la oscuridad' (Anagrama), Vicente Monroy hace una lúcida defensa de las salas de cine en la era del streaming. Filmin inaugura un nuevo canal dedicado a la fotografía y sus maestros.

Hiroshi Sugimoto: Theaters, Trylon, New York, 1976.
Hiroshi Sugimoto: Theaters, Trylon, New York, 1976.

Esta Breve historia de la oscuridad (Nuevos cuadernos Anagrama), como el anterior libro de Vicente Monroy, Contra la cinefilia (Ed. Urgentes), se sitúa en una apasionante encrucijada: por un lado, la del cambio de paradigma que afecta a la veterana cinefilia y su transformación como consecuencia de la aparición de Internet o las redes sociales y unas nuevas sensibilidades críticas (más plurales y diversas) alejadas de los grandes discursos esencialistas, generalistas y fundacionales del siglo pasado; por otro, el del paulatino desplazamiento del objeto cine desde su centralidad protagonista en el siglo XX a los márgenes y la periferia de la cultura audiovisual de nuestro tiempo; por último, y relacionada con ambos, la paulatina desaparición y el abandono de las salas como espacios de consumo, disfrute o comunión con las imágenes y los sonidos en pleno auge y dictadura de las plataformas de streaming.

Los dos libros cinéfilos de Monroy comparten también el valor de la brevedad, un gran vuelo ensayístico, la claridad de ideas y una prosa exquisita. Más aun, ambos sitúan al autor, 36 años, arquitecto, poeta, novelista (Los Alpes marítimos) y programador en la Cineteca de Madrid, en esa misma encrucijada como una suerte de fin de raza al tiempo que esperanzado iluminador y nódulo del cine del presente y por venir, algo así como un nostálgico optimista y combativo capaz de hacer de sí mismo, de sus profesiones, pulsiones y pasiones el foco irradiador de unas ideas que parten de la propia experiencia autobiográfica para alcanzar una proyección compartida.

La metáfora de la desaparición de las luciérnagas en el mundo moderno esbozada en sus Escritos corsarios por Pier Paolo Pasolini, que no es otra que la de una humanidad (y el humanismo) en vías de extinción ante el empuje violento del capitalismo y la aculturación, abre la puerta a una apasionante y concisa historia de la oscuridad de la sala de cine como ámbito de resistencia de la mirada y la experiencia compartida en tiempos de exceso y saturación lumínicas y relatos monoforma convertidos en contenido ubicuo. Monroy encuentra en ella el camino para su particular historia de los cines como templos y refugios del mundo exterior cuyas particulares condiciones (heredadas del espectáculo total wagneriano) permiten esa regresión necesaria para la inmersión en la obra y, como en el experimento extremo de Peter Kubelka, el Invisible Cinema en Nueva York, “flotar en un vasto espacio benigno”. 

Vicente Monroy (Toledo, 1989).
Vicente Monroy (Toledo, 1989).

Su genealogía de las salas de cine tal y como las conocimos, sus parafernalias, diseños y rituales, se revela aquí como el camino hacia la paulatina pérdida de un aura y un pacto, servido en arquitecturas esplendorosas de pastiche neoclásico y pantallas ocultas tras el telón de terciopelo, que se encuentran en la base misma de lo que se entendió como cultura cinéfila (siempre a la distancia justa), también para aquellos que hallaron entre las sombras, en la clandestinidad, el escondite perfecto para buscar y liberar el deseo prohibido y perseguido por las distintas censuras.

Monroy nos recuerda también, con Chris Marker y Jean-Luc Godard, que en la sala de cine se levanta la vista y en la televisión (o el móvil) apenas vemos la sombra de una película; que el cine provoca memoria donde la televisión genera olvido. Pares y símiles que nos acercan poco a poco a esta era del contenido siempre disponible, en cualquier lugar, a cualquier hora, bajo demanda, a la carta, sin otras jerarquías que no sean las que dicta el algoritmo y su impulso dopamínico.

Para el autor, esta “descentralización de las imágenes genera formas de pensamiento no menos descentradas”, de ahí la tragedia que nos acecha y contra la que sólo queda dar la batalla de la resistencia y la fe en el potencial de nuevas luciérnagas que nos iluminen: también las de ese otro cine posible fuera de las leyes y discursos del mercado, un cine “híbrido que rechace la nostalgia sin abandonarse a la detestable vorágine de la actualidad”, un cine de películas difíciles de etiquetar, hechas a pesar de todo, y que puedan encontrar su acomodo natural, el tiempo y la oscuridad necesarias para su disfrute, en las salas, en las filmotecas o en otras pantallas e instituciones cuyos ritmos y ofertas no vengan marcados por el exceso de luz cegadora que irradian la tecnología y las modas de la industria cultural.

Portada del libro 'Breve historia de la oscuridad'.
Portada del libro 'Breve historia de la oscuridad'.

Martin Parr se une al catálogo de ‘Filmin-Photo’

No sé si pasará el filtro de mis queridos Miguel Romero y Antonio Pérez, siempre tan exquisitos y grandes conocedores de la materia, pero para el espectador meramente aficionado o incluso profano este nuevo canal de Filmin dedicado a la fotografía, ya sea a través de documentales o de ficciones, resulta de lo más estimulante y atractivo.

El británico Martin Parr, prolífico retratista (satírico) de la sociedad británica en los últimos cincuenta años, es la última incorporación a una lista de títulos dedicados a fotógrafos relevantes como Tish Murhan, Robert Frank, Claudia Andújar, Oliviero Toscani, Saul Leiter, Helmut Newton, Robert Doisneau, Elliot Erwitt, Nan Goldin, Gian Paolo Barbieri o Robert Mapplethorpe.

El fotógrafo Martin Parr en una imagen del documental dedicado a su trayectoria.
El fotógrafo Martin Parr en una imagen del documental dedicado a su trayectoria.

Se incluye también una nutrida selección de títulos sobre el (foto)periodismo de guerra, con filmes como Un día más con vida, Los gritos del silencio, 20 días en Mariupol o This is not a movie, o ficciones sobre o con fotógrafos como La ventana indiscreta, La cámara de Claire, Blanco en blanco, la icónica Blow-up o Ray y Liz.

Una retrospectiva dedicada a Bruce Weber, que incluye sus documentales sobre Chet Baker (Let’s get lost) o el Pasolini fotógrafo, pone una vez más de manifiesto la verdadera labor de programación y curadoría especializada de la plataforma en tiempos de algoritmos.

'Brazil', de Terry Gilliam, en MK2 Cult

Brazil (1985) fue la apuesta más ambiciosa y visionaria del ‘monty-python’ Terry Gilliam, su gran aventura distópica, orwelliana y surrealista. En un deprimente universo futurista dominado por las máquinas, un ordenador confunde al guerrillero Harry Tuttle por el padre de familia Harry Buttle, que acaba asesinado. El burócrata Sam Lowry (Jonathan Pryce) será el encargado de devolver un talón a la familia de la víctima. Hoy jueves a las 20h, en Cinesur Nervión.

Una imagen de 'Brazil' (1985), de Terry Gilliam.
Una imagen de 'Brazil' (1985), de Terry Gilliam.
stats