Boris Brejcha en Icónica Sevilla: música techno de otra dimensión
Icónica Santalucía Sevilla Fest
Boris Brejcha demostró anoche en la Plaza de España, cerrando la tercera semana de Icónica Santalucía Sevilla Fest, que la música electrónica está por encima de cualquier etiqueta que se le quiera imponer y nos abre la mente si nos dejamos llevar por ella
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La tarde se presentaba dura en cuanto a temperatura. Los primeros DJs en aparecer eran Dhuna y Gonçálo, a los que ya conocíamos porque son de la escudería de la productora Rebels, de la que tantas veces vimos su nombre luciendo en las pantallas gigantes, y habían abierto para Richie Hawtins el día 27 de octubre, en la inauguración de la sala Pandora. Después de que hubiesen (re)calentado el ambiente desde las siete y media de la tarde, ella primero y él después, al subir al escenario cuatro horas más tarde, ante 5.000 fans muy entusiastas, el enmascarado Boris Brejcha comenzó a hacer notar su sonido característico y fue evidente que la fiesta había empezado de verdad. Con él terminaba la programación de la tercera semana de Icónica Santalucía Sevilla Fest y el entorno de la Plaza de España acompañaba a la diversión: el paisaje visual era grande, magnético y en ocasiones extremadamente hipnótico; un sistema de sonido vibrante y una audiencia que surfeaba por las olas pulsantes de uno de los principales productores de techno del mundo… ¿He dicho techno? Con este término asociado a Brejcha siempre hay controversia.
No es techno, en realidad; Boris Brejcha marca su propio estilo, que él mismo define como hi-tech minimal. Su música era una mezcla de techno, trance y house progresivo de creación propia y yo diría que es el único que maneja este (sub)subgénero. Si ustedes han estado en otras sesiones anteriores de música electrónica de este festival quizás me entiendan si les digo que la de Brejcha ha sido mucho más cercana a la de Solomun del año pasado que a la de Carl Cox de hace dos semanas. Brejcha se mantuvo libre del purismo de la escena techno más tradicional y mostró una amplia gama de influencias, principalmente del trance psicodélico, pero también del techno melódico, manteniendo el sonido más animado, divertido y festivo que oscuro, melancólico, atmosférico y mecánico; es decir, que de todo lo que uno esperaría del techno. Y como estoy convencido de que ya les tengo bostezando de aburrimiento con tanto technicismo como estoy usando, pasemos a otra cosa.
No muchos DJs saben llevar bien una máscara; si acaso, nuestro paisano Jamonja. Parece una forma de hacerse notar y apartarse de los colegas, en una época en la que la música electrónica está particularmente saturada de DJs y productores advenedizos. Es obvio que se puede triunfar en esta industria sin recurrir a trucos como máscaras y disfraces, pero en el caso de Brejcha tiene su razón de ser porque fue víctima de quemaduras a los seis años en la catástrofe de un gran avión alemán y tuvo que usar una máscara de reconstrucción facial durante su periodo escolar, que lo dejó asustado y traumatizado. La máscara de ahora es una forma de separar su vida como DJ de todo aquello, porque al comienzo de su carrera era demasiado consciente de sí mismo. Por eso, si a alguien se le puede permitir usar una máscara en el escenario, es a él. Me llamó la atención que en ningún momento saliesen primeros planos suyos, mostrando su cara, en las pantallas; sin embargo, los psiquiatras deben haber hecho un buen trabajo con él, porque aquí en Sevilla, supongo que como también hará en los demás lugares donde actúe, a eso de las tres cuartas partes aproximadamente de la sesión, mientras estaba sonando Take It Smart, se quitó la máscara para dirigirse al borde del escenario a interactuar con el público de las primeras filas y regalarles algunas cosas que no pude apreciar qué eran desde lejos, y ya se la dejó quitada hasta el final. Y tras este inciso, volvamos a la música.
Brejcha vino a nuestra ciudad inmerso en su actual gira, Another Dimension Tour 2024, y posiblemente lanzara sobre nosotros bastantes piezas de las que componen su disco de este año, Level One, pero, si les soy sincero, apenas reconocí cuatro de ellas, lo que no es extraño porque solamente de Space-X tiene más de media docena de remezclas diferentes. Sé que pinchó la pieza que da título al disco, además de One Paradise, Terminal Zero y Rave City, que fue la más fácil de identificar debido a que se acerca más al techno analógico que al digital, debido a sus influencias de Kraftwerk, que para eso Brejcha es alemán y ha mamado esos sonidos desde siempre. Pero en su consola, este señor fue capaz de mezclar elementos enérgicos, agresivos y melódicos en un mismo tema y supo jugar perfectamente con los tonos, por lo que opté por dejar de lado mi faceta de cronista sabelotodo -modo ironía en ON- y dedicarme a absorber todos los sabores y matices que llegaban hasta mí. Hay incluso quien jura que me vio levantar los puños al aire, pero no sé si creerle. Seguramente ese estado me abriría la mente porque empecé a reconocer más cosas antiguas, como Gravity, con la inequívoca voz de Laura Korinth, el Take It Smart que he citado antes, la novísima 16 Red Even, que está estrenando en esta gira y que no tiene pérdida porque en ella suena constantemente una voz femenina diciendo sixteen. Y por encima de todo, la que no se nos escapó a mi acompañante, Dj Warzaw y al Puto Yayo DJ, que soy yo, fue Up Down Jumper, que cuando comenzó a sonar enseguida nos miramos sonriendo porque la llevamos en nuestro set cuando hacemos sesiones electrónicas B2B. Al final de todo Brejcha mantuvo durante muchos minutos Purple Noise para decirnos adiós y dejar nuevamente a Dhuna y Gonçálo compartiendo equipo hasta las tres de la mañana en que la fiesta se trasladaba al afterparty en Pandora.
Los subgraves, como siempre ocurre en las sesiones electrónicas de este recinto, volvieron a imponerse maravillosamente con los sonidos minimalistas de alta tecnología que al principio dije que es por lo que Brejcha quiere ser conocido, y nos llevó en volandas en un viaje que él construía, descomponía y volvía a construir constantemente. Su sesión fue una marcha progresiva hacia lo desconocido. Una sesión a la vez sucia y edificante, profunda y sutil, agresiva y pacífica. Fue una experiencia auditiva de EDM -Electronic Dance Music- por excelencia en su máxima expresión, que durante dos horas envolvió nuestra mente. Yo la disfruté muchísimo.
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