Ese bicho raro que hay en mí

Norma | Crítica de danza

Una escena de la 'Norma' del coreógrafo cordobés Antonio Ruz
Una escena de la 'Norma' del coreógrafo cordobés Antonio Ruz / Juan Carlos Toledo

La ficha

*** ‘Norma’. Compañía Antonio Ruz. Dirección y coreografía: Antonio Ruz. Dramaturgia: Rosabel Huguet. Intérpretes: Begoña Quiñones, Chelís Quinzá, Carlos Carvento, Alicia Narejos y Manuel Martín. Vestuario y espacio escénico: Roberto Martínez. Iluminación: Olga García – AAI. Música: Aire. Textos: Extractos de los libros: ‘De la interacción sujeto-mundo’ y ‘Manual para seres vivos’, de Gregorio Apesteguía. Lugar: Teatro Central. Fecha: Viernes 31 de enero. Aforo: Casi lleno.

Desde que se retiró de los escenarios, Antonio Ruz no ha parado de dirigir y de coreografiar, invitado por grandes compañías internacionales como la Compañía Nacional de Danza o la alemana Tanzkassel, con la que acaba de estrenar un Réquiem con música de Mozart.

No es extraño que, de vez en cuando, quiera hacer lo que a él le apetece con su propia compañía. Con ella y con aquella hermosa pieza titulada Pharsalia nos visitó en 2023, y con ella vuelve ahora, tras asentarse en su Córdoba natal, donde trata de poner en marcha un Centro Coreográfico.

A pesar de ese Casta Diva que se oye al inicio, no es Bellini, ni la ópera lo que le interesa. Su ‘norma’ le sirve de base para indagar y encontrar en su propia biografía, en la de casi todos en realidad, muchos de los antónimos que existen frente a ella.

Así, mano a mano con el colorido vestuario y el gran telón teatral de Roberto Martínez, y con las sabias y atrevidas luces de Olga García, verdaderos co-autores de la pieza junto con la música de Aire, Ruz empieza por mostrarnos cinco cuerpos nada convencionales, cinco identidades que, pasados los momentos iniciales, no nos chirrían en absoluto porque todos –y todas- reconocemos en ellos al bicho raro que llevamos dentro, ese que nos hizo sufrir en la adolescencia y que, a fuerza de convivir con él, respetamos y hasta le hemos tomado cariño.

Con Norma, Ruz investiga esos cuerpos poco ‘normativos’ y, con más coherencia que desarrollo dramático, aprovecha la vena onírica y misteriosa que les confirió Goya en sus Caprichos, y los dignifica como hizo Velázquez con sus bufones.

En un planteamiento muy teatral, ese cuerpo plural y excéntrico, pero hecho de bailarines al fin y al cabo, se llena de guiños a los estereotipos sociales –se tocan los genitales, balan como borregos…-, pero también utiliza la fuerza de la palabra, de la armonía y de una unidad casi fraterna.

Porque a pesar de la rebeldía y de las reivindicaciones de su creador Antonio Ruz, Premio Nacional de Danza en 2018, la pieza no se olvida de la belleza ni de la poesía, como demuestra, entre otras cosas, el hermoso solo que cierra el espectáculo.

stats