Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
Artes escénicas
'Bécquer, la vigilia del sueño'. Torre de Don Fadrique, del 2 de agosto al 2 de septiembre, a las 22:00. 14 euros (12 para estudiantes)
"Tengo en la cabeza una multitud de ideas absurdas que siempre me andan dando tormento mezclándose y sobreponiéndose a las pocas negociables en el mercado del sentido común", escribió Gustavo Adolfo Bécquer en Historia de una mariposa y una araña, un texto breve en el que el poeta reflexionaba sobre el impacto que la belleza causaba en su "enferma imaginación". Esas palabras sirven ahora de introducción para Bécquer, la vigilia del sueño, el espectáculo que Imperdibles Artes Escénicas representa a partir de este miércoles y durante el mes de agosto en la Torre de Don Fadrique, una propuesta en la que el actor Santi Rivera revive la sensibilidad punzante del autor de las Rimas respaldado por un video mapping que ha ideado el director del montaje José María Roca.
"No dormía: vagaba en ese limbo / en que cambian de forma los objetos, / misteriosos espacios que separan / la vigilia del sueño", arranca la Rima LXXI, que da título a esta obra que ya se mostró al público sevillano en el verano más duro de la pandemia –en 2020, cuando se cumplían 150 años de la muerte del genio– y que regresa ahora al mismo escenario donde comenzaron sus funciones. Bécquer, la vigilia del sueño retrata a ese "desconocido que todo el mundo conoce" y va más allá de "ese envoltorio de volverán las oscuras golondrinas y los poemas más sabidos", explica Roca, que ha potenciado en esta versión "la faceta más oscura y sobrenatural, esa pasión por el misterio" del creador, un "poeta de una altura importante" que también desplegó en sus Leyendas "una prosa maravillosa" y cuya vida "atormentada, como cualquier romántico que se precie" confiere un mayor relieve a su semblanza.
El Bécquer que se reencuentra con sus paisanos en este espectáculo es un hombre confundido que "está siempre cabalgando entre la realidad y el sueño", como si el componente inquietante que impregnaba leyendas como El monte de las ánimas o Maese Pérez, el organista habitara en su alma. Un personaje que pasa del arrebato a la desazón: "Cada vez que toma una decisión acaba atrapado en la duda", señala Roca, que pone como ejemplo su desplazamiento a Madrid en 1854. "Se va obnubilado con la capital, pensando que se va a codear con los editores, pero lo que se encuentra es una ciudad sucia, negra, sin alma. Y en las relaciones con las mujeres, con Julia, con Josefina y con Casta, también aflorará su inseguridad", resume este veterano de la escena andaluza que ha encontrado en el audiovisual un registro que enriquece su dramaturgia.
"Ya apenas hay espectáculos contemporáneos que no dialoguen con la tecnología, que no desarrollen el lenguaje de la imagen", sopesa Roca, que matiza que en Bécquer, la vigilia del sueño el mapping "no es un apósito, no transcurre a espaldas de la obra, se ha creado a la vez". A este profesional del teatro le entusiasma contar con un escenario como la Torre de Don Fadrique. "Y sucede algo muy interesante, porque con la oscuridad la torre desaparece, y a partir de ahí podemos hacer lo que queramos con ella: la quemamos, la destruimos, la pintamos de colores... Gracias a la imaginación una masa de piedra se convierte en algo voluble", apunta Roca, que diseñó recientemente otro mapping para el Teatro Romano de Santiponce y el Festival de Itálica. "La imagen tiene el mismo poder que la música incidental: lleva al espectador a la emoción".
Santi Rivera vuelve a meterse en la piel de Gustavo Adolfo Bécquer, y regresa con su prestigio afianzado: en este paréntesis logró el Premio Lorca por Primus circumdedisti me. Corazón y delirio de Fernando Magallanes, un tour de force en el que también se ponía a las órdenes de José María Roca, ha aparecido en El público y La odisea de Magallanes-Elcano de Teatro Clásico de Sevilla y conmovido al público con la honestidad de Neurotímico, un monólogo sobre trastornos mentales escrito por él. Roca aún se asombra de los desdoblamientos que experimenta el intérprete en escena: "Tiene una capacidad para transformarse que le he visto a poca gente. Si hablas con él, te parece un tipo normal, pero después te sorprende la fuerza que saca", celebra sobre un actor que en Bécquer, la vigilia del sueño "pelea", dice Roca, con la espectacularidad del video mapping "y sale bien parado".
Rivera admite que "siempre que te enfrentas a un personaje real es una responsabilidad, y, en este caso, el reto se acentuaba porque mi padre es aficionado a la poesía y amante de Bécquer", analiza este actor de origen extremeño y formado en Sevilla. Igual que a Magallanes, un hombre "bastante dictador y malhumorado", lo concibió "llorando en su camarote", para este trabajo también ha buscado la "vulnerabilidad, la emoción" en su acercamiento a Bécquer, "un personaje con el que tengo más parecido físico". Rivera recuerda que "fui el primer actor que se subió a un escenario en Sevilla tras el confinamiento, y la primera noche me quedé paralizado, en blanco, cuando vi a todo el público con mascarilla". Bécquer, la vigilia del sueño, regresa a la Torre de Don Fadrique para constatar que la vida se impuso finalmente a ese capítulo amargo de la pandemia.
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