Salir al cine
El inagotable archivo 'Beatles'
Beatriz Rico. Actriz
La protagonista de De miss a más sin pasar por Albacete, la novela con la que desembarca en las librerías la actriz Beatriz Rico y que publica Martínez Roca, pregunta en un momento de la acción cómo se llama un bebé con el que se cruza y le informan: el crío responde al nombre de Modesto. Y Rita [diminutivo de Elvirita] piensa: "Ni idea del protocolo de actuación cuando estás delante de un bebé con nombre de jubilado. ¿Qué le habrán regalado sus familiares en la primera visita al hospital? ¿Un kit de petanca? ¿Una gorra de Caja Rural?". Rico, que ya publicó "jovencísima", en los 90, el libro ¿Y qué le digo a mis padres? –"pero aquello fue un encargo, no tiene nada que ver con esto", matiza–, sorprende en su reconversión como escritora con ingeniosos golpes de humor en esta historia de una Miss España (sí, originaria de Albacete) que lejos ya de los buenos tiempos de su reinado y de sus colaboraciones con José Luis Moreno se resiste a pasar por Supervivientes y busca otras maneras de salir adelante.
–Usted, como su personaje, ha hecho mucha televisión, pero niega que el libro sea exactamente autobiográfico. Aunque ha colocado una nota preliminar: "Cualquier parecido con la realidad pues a lo mejor es que es verdad".
–Es cierto eso de que la primera novela tiene mucho de autobiográfico, porque, ostras, una guarda muchas vivencias, muchos recuerdos, y es normal que quiera sacar todo eso. Supongo que si llevas 37 novelas ese grifo se va secando, pero cuando empiezas vuelcas muchas cosas que son tuyas. El modo de pensar de Rita es mío, eso lo reconozco, pero de las historias que le pasan a ella hay algunas que me relataron, otras que he visto, otras que me he inventado y con las que me he reído como una burraca... y algunas que me sucedieron a mí, pero prefiero no decir cuáles son. En primer lugar porque me da vergüenza, pero también porque me parece interesante ese juego de que el lector se pregunte qué es verdad y qué no.
–Asegura que escribir "es más fácil que hacer macarrones y que conducir", pero hasta ahora aplazaba esa vocación por pereza.
–Esta novela es la progresión lógica, porque yo vengo de hacer monólogos. Cuando te subes al escenario con algo que has escrito tú, y ves que la gente se ríe, experimentas un subidón tan grande que quieres más, quieres seguir. Mi marido me animaba constantemente a escribir, pero ocurrió también que la gente se interesaba por los textos que subía a Instagram. Había quien se ponía en contacto conmigo: Oye, que son las diez de la noche, ¿no vas a publicar nada hoy, o ya mañana? Ahí comprendí que el público conectaba con mis historias. Fernando Schwartz me decía que las musas aparecen cuando te sientas ante la mesa, y es verdad, porque yo soy un poco vaga, pero cuando me pongo el boli, porque yo escribo con boli, hace boom y eso ya no para.
–Usted es asturiana. ¿Qué le interesaba de Albacete para darle hasta un hueco en el título?
–Yo soy madrina del Albacete, cuando estaba en Telecinco me llamaron para hacer el saque de honor, y me horroriza ese dicho tan terrible de caga y vete. Recurrí a esa provincia porque siempre me preguntaba por qué las ganadoras de Miss España eran de sitios muy turísticos, muy bonitos, habitualmente con playa. ¡Miss Gran Canaria! ¡Miss San Sebastián! Y, oye, me parecía que los lugares del interior como Soria, Guadalajara o Cuenca salían muy desfavorecidos. Hay un personaje real, Víctor Ladrón de Guevara, al que yo le debo mucho porque me introdujo en el mundo de los monólogos, que es de Albacete, y como lo iba a meter en el libro me acabó inspirando el origen de mi protagonista. Hay algunos que se quejan: Que yo soy de ahí, ¿qué tienes tú contra nosotros? Y yo les digo que lean el libro, que a Albacete le dedico un capítulo y todo.
–El libro es muy divertido, pero también habla de temas serios. Asoman trastornos mentales como la dismorfia [o dismorfofobia], por la que una persona normal se ve fea o teme que tiene algún defecto. En la novela se dice que Uma Thurman la ha padecido.
–Yo quiero que la gente se ría, considero que el humor es lo más importante en este libro, pero también quiero, digamos, lanzar un mensaje. Porque yo hago entrevistas, me subo a un escenario, y puedo ser la voz de los que no tienen voz. Por ejemplo, con el tema de las adicciones hay personas que lo están pasando mal y este libro les orienta sobre dónde pueden encontrar una salida. Yo creo que con humor se puede hablar de todo, se pueden tratar temas duros sin que se haga bola.
–La narradora se alegra cuando se encuentra a gente que le pregunta cómo está, porque lo habitual es que le cuestionen qué está haciendo. Vivimos en una sociedad en la que si no estás trabajando parece que no eres una persona...
–Lo suelo comentar con los compañeros de profesión, porque nos pasa mucho. Un desconocido que se para contigo por la calle te suelta de inmediato eso de qué estás haciendo, y con este trabajo tan inestable igual llevas un año sin hacer nada y te sientes mal, sin que sea tu culpa. Es muy triste que se nos valore por lo que hacemos, y no por lo que somos o por lo que damos. He visto a compañeros enredarse defendiendo proyectos que claramente están en el aire por no reconocer que están cruzados de manos. La gente te dice eso o alude a tu fisico. Ay, pues eres más bajita, o más delgada. Es cansado, pero sé que no hay mala intención.
–En De miss a más... se aborda cierto periodismo despiadado que juzga el físico de los famosos, especialmente de las mujeres. Usted, que ya es veterana, ¿cree que con las redes, la tiranía de los likes, hoy es más difícil la exposición pública?
–Con respecto al tratamiento de la mujer hay historias en las que se ha mejorado y otras en las que se ha empeorado. Esos momentos de Telecinco con las Mama Chicho, o esos programas en los que Jesús Gil compartía jacuzzi con unas chicas en bikini, hoy no serían bien vistos. En otros puntos hemos empeorado. La revista de la que hablo en la novela es el Cuore, aunque yo la rebautice como Viscerae porque más que por el corazón se interesaba por las vísceras. Tenía una sección que se llamaba Aarg y que se dedicaba a cargar contra una actriz porque tiene arrugas, otra porque tiene celulitis, otra porque estaba gorda. Era rastrero y feo. Yo les cogí manía porque sacaron una foto mía en un estreno y me hicieron photoshop, pero para mal. Por suerte yo pude comparar la imagen original y compararla, y decir que aquello era una vergüenza. Ese periodismo se cebaba con las mujeres, parece que pierdes valor por tener una arruga o un michelín. Esa revista ya no existe y quizás sea buena señal: quizás signifique que la sociedad no quiere esas humillaciones.
–Concha Velasco es una de las celebridades que participa en esta ficción como personaje. Usted debutó como actriz junto a ella.
–Concha presentaba un programa los fines de semana en Telecinco en el que había actuaciones musicales, pero también secuencias de ficción, sainetes de los Álvarez Quintero y cosas así. En Telecinco sabían que yo quería ser actriz y debuté ahí, en una pieza muy pequeñita en la que Concha interpretaba a la dueña de una tienda de telas y yo a la moza que trabajaba con ella. Aparecía otro grande, Pepe Sancho. ¡Imagínate, empezar entre esos dos monstruos! Alguien en las redes encontró ese fragmento, que yo creía perdido, y lo guardo con muchísimo cariño.
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