Fanfarrias para la Nueva Roma
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Entre el pasado épico los peplums del Hollywood clásico y un futuro mestizo y sincrético, así suena la música de Osvaldo Golijov para la ‘Megalopolis’ de Coppola
El prólogo de Megalopolis no deja lugar a dudas. La Nueva Roma imaginada por Francis Ford Coppola como trasunto de un nuevo imperio en decadencia suena a aquellos peplums de los 50 y 60 con música de Ròzsa, Tiomkin, Newman o Young.
El compositor argentino Osvaldo Golijov, cómplice musical de la última etapa del cineasta italoamericano (El hombre sin edad, Tetro, Twixt), se pone la piel épica de los clásicos de Hollywood para abrir las puertas de esta epopeya destinada a encontrar su sitio cuando el tiempo de los juicios sumarísimos deje respirar mejor su carácter visionario.
Sin embargo, tras la vieja Nueva Roma, su música se abre a un lenguaje que le es más propio al compositor de origen judío, a saber, ese del sincretismo posmoderno, la integración de tendencias, ritmos y sonoridades, también de los elementos y atmósferas electrónicas con la gran orquesta (Budapest) y, muy especialmente, a esa cualidad operística y elegiaca marca de la casa que encontramos en su obra sinfónica (Oceana), coral (La Pasión según San Marcos), lírica (Aidanamar) o de cámara.
Un saxo solitario y crepuscular pone la voz solista a un tema principal tchaikovskiano que crece y se expande hacia una dimensión cósmica que es tal vez la misma a la que aspira Coppola con su monumental testamento. Un saxo de dialoga con el violonchelo, las trompetas o la armónica de cristal hacia la catarsis liberadora y redentora del amor con la que se cierra el filme.
Entre medias, un órgano exótico y ritmos latinos anuncian con ironía las conspiraciones y traiciones, las arias de ópera (Renata Scotto) y las canciones pop-rock (Vesta Sweetwater) suspenden la acción, los ecos wagnerianos anuncian el advenimiento de Saturnalia, una grotesca marcha circense acompaña la entrada de los nuevos gladiadores y una nupcial enlaza a Wow y Crassus mientras las manecillas del reloj se detienen gracias al poder mágico del Megalon.
Aires y contrapuntos ‘bachianos’ para el señor Ripley
Con motivo del 25º aniversario de su estreno y de la edición discográfica de su banda sonora (Sony Classical), el sello Music Box reedita en un doble cd y con abundante material adicional la extraordinaria música compuesta por Gabriel Yared para The talented Mr. Ripley, el filme de Anthony Minguella basado en la novela y el personaje creado por Patricia Highsmith, de nuevo de actualidad gracias a la no menos estupenda serie de Steven Zaillian para Netflix.
Una banda sonora que prolongaba la relación entre Yared y Minghella que tan buenos réditos diera en El paciente inglés, ganadora de varios Oscar, entre ellos el de la música, y también ese influjo bachiano que ya estaba presente en muchos pasajes del filme basado en la novela de Michael Ondaatje.
Yared despliega aquí sus artes para la melodía, el contrapunto y la síncopa para arropar con aires de suspense y ambiente mediterráneo esa escalada de suplantación y crimen que propulsa la historia. Una bellísima canción de cuna (Lullaby for Cain) cantada por la desaparecida Sinèad O’Connor ancla un score repleto de pasajes vibrantes (Ripley) que se deja empapar también por lo italianizante, los aromas del jazz y, muy especialmente, por las estructuras, fugas y modos barrocos marca de la casa. Esta edición expandida con más de 125 minutos de música nos regala también maquetas, esbozos y tomas alternativas y descartadas del montaje final, que corrió a cargo del maestro Walter Murch.
Aprovechen la ocasión para visitar el nuevo canal de Youtube del compositor franco-libanés (Beirut, 1949), donde repasa las influencias clásicas (Bach, Schumann, Mozart) en su música para el cine desde comienzos de los años 80.
Músicas sombrías y canciones de repertorio
Dos discos salen de la nueva entrega del Joker de Todd Philips. El primero (WaterTower-Interscope) con las canciones que interpretan (en vivo) Lady Gaga y Joaquim Phoenix en el filme: clásicos del repertorio de Gerwshin, Rodgers & Hart, Bacharah, Arlen, Coleman, Bricuse y Newley, Kay y Gordon (That’s life), los Bee Gees (To love somebody), o Jacques Brel (If you go away/Ne me quitte pas), y sorpresas como la versión del True love will find you in the end de Daniel Johnston.
El segundo (WaterTower) con el score original de la islandesa Hildur Guðnadóttir, ganadora del Oscar por la primera entrega y aquí de nuevo inmersa en las sonoridades rugosas y sombrías, los modos medievales y de la música sagrada guiados por el violonchelo tratado, que hicieron de aquella banda sonora todo un hito contemporáneo en la composición para el cine, no digamos tratándose de un blockbuster de Hollywood.
Arnau Bataller: ‘El 47’
Globomedia edita la música de Arnau Bataller (Mediterráneo) para el filme que cuenta la historia de Manolo Vital, el conductor de autobús que batalló para que la línea 47 llegara hasta su barrio de Torre Baró en las colinas de Barcelona. Una música que acompaña e intensifica la épica proletaria y urbana que mueve el filme desde un tema para trompeta, guitarra, bajo eléctrico y cuerdas que crecen e impulsan la tenacidad y la lucha por la dignidad de su protagonista.
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