De Miguel Vargas a Bambino, el viaje de un creador libre
Algo salvaje I Festival de cine de Sevilla
El director onubense, Paco Ortiz, aborda la "intensa y fascinante" carrera de este "artista de artistas" en el documental que estrena este miércoles en el SEFF y en el que participan José Mercé, Bunbury, Gonzalo García Pelayo o Nazario, entre otros
Sevilla/Con Utrera como ese punto de partida y de retorno de la Ítaca de Kavafis y Miguel Vargas como un particular Ulises que "vivió como quiso" y sucumbió a la aventura, el director Paco Ortiz dibuja en Algo salvaje. La historia de Bambino el "intenso y fascinante" viaje de este "artista de artistas" del que prácticamente sólo conocemos "la casquería", cuenta el director al otro lado del teléfono.
Así, tras el éxito de títulos como 13. Miguel Poveda (2015), nominado a los Premios Forqué, Acariciando el aire. Matilde Coral (2016) o Se prohíbe el Cante (2019), con Esperanza Fernández como protagonista), Sarao Films afronta por primera vez el relato de un creador ya desaparecido para descubrir por qué, "a pesar de su grandeza artística, no llegó a ser un Raphael, un Manolo Escobar o un Peret", explica Ortiz.
En este sentido, con testimonios de familiares, compañeros de profesión, críticos y expertos, artistas coetáneos y otros a los que les ha influido sin conocerlo, el cineasta va adentrándose en la figura de del utrerano en el documental que llega este miércoles al Teatro Alameda dentro de la sección Panorama andaluz del festival y que se podrá ver también el día 13 en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, antes de saltar a las salas el próximo 19 de noviembre.
Estas entrevistas, donde participan José Mercé, Enrique Bunbury, Alberto García-Alix, Gonzalo García-Pelayo, Pilar Távora, Antonio Carmona, el artista gráfico Nazario o el productor musical Ricardo Pachón, entre otros muchos, se combinan con el escaso material archivo que existe sobre Bambino, algo que "afortunadamente" obligó al autor a incluir retazos ficcionados de su vida en un papel que interpreta Luis Alberto Domínguez, en su edad madura, y Miguel Clavijo, su sobrino, en sus primeros años de carrera.
De esta forma, la película invita al espectador a recorrer el camino de Miguel Vargas a Bambino, profundizando en su etapa gloriosa del Madrid de los años 60 y 70 donde se convierte en el rey de la fiesta y de las gasolineras rompiendo las madrugadas con la mezcla de coplas, boleros, rancheras y bulerías que lo han convertido en una estrella de culto, banda sonora de Almodóvar y homenajeado por Sabina. Un efervescente periodo, que va desde los 20 a sus 45 años, aproximadamente, en el que el intérprete de Soy lo prohibido, Procuro olvidarte, La pared o Se me va, besado por Ava Gadner, triunfaba en las salas de fiesta de media España y rompió moldes con "su personalidad arrebatadora".
"Bambino dejó una gran cantidad de canciones que ya son leyenda, un estilo musical nuevo y una cohorte de continuadores que pervive hoy día", apunta el onubense, quien llama la atención sobre algo que mencionan también Los del Río en la cinta: "su capacidad de hacer suyas canciones populares, como Adoro, en versiones canónicas que todo el mundo reconoce como de Bambino".
Claro que más allá de su "inmenso legado", Paco Ortiz, confiesa que ha descubierto a un hombre "libre" que llegó hasta donde quiso llegar "y al que tampoco le importó ser otra cosa". De hecho, la referencia del título de algo salvaje no alude a su vida díscola sino a "su magnetismo y fuerza interpretativa" y a la idea de "cómo se mantuvo sin domesticar". Hay que tener en cuenta, relata el también realizador de televisión, que Bambino fue un excluido de la sociedad, no sólo por su sexualidad sino también por la ortodoxia que le rodeaba y, de algún modo, "en estos tablaos y salas encontró un reducto de libertad, una permisividad que no había en la época".
Rodado en Utrera, Sevilla, Jerez, Madrid, Barcelona y Los Ángeles (EEUU) entre abril y junio de este mismo año, el proyecto de Sarao Films, coproducido por TVE, con participación de Canal Sur Televisión y apoyo de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Utrera, llegó a las manos de Ortiz y José Carlos de Isla tras varios intentos que no habían cuajado, para dar a conocer a este gitano singular, que levantaba pasiones con su rumba trágica y frenética.
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