"El baile puro se ha ido para siempre"
Manuela carrasco. bailaora
La artista sevillana, Premio Nacional de Danza y Medalla de Andalucía, regresa al teatro Lope de Vega este fin de semana con 'Suspiros flamencos', uno de sus espectáculos más aplaudidos
El próximo viernes día 21, con la primavera, llegará al Teatro Lope de Vega Manuela Carrasco, genuina representante de un baile que desaparece a la par que se transforma la cultura que lo sustenta. Un baile de inspiración que esta trianera, poseedora de la Medalla de Andalucía, lleva casi 45 años paseando por los escenarios -con diez bailaba ya en el tablao de Mariquilla en Torremolinos- y con el que ha obtenido un sinfín de galardones -entre otros, el Premio Nacional de Danza, en 2007- y calificativos como los de "Diosa" y "Emperatriz" del baile flamenco.
Después de su estreno en la última Bienal, Carrasco regresa con uno de sus espectáculos más solicitados, Suspiros flamencos (estrenado en 2009), un recital de baile en el que estará acompañada de sus músicos habituales y de los que ella llama sus "niños": los bailaores Rafael de Carmen, El Choro y Óscar de los Reyes.
-Paco de Lucía sentía pánico cuando tocaba en Sevilla porque había siempre un centenar de guitarristas entre el público. ¿Qué significa para usted bailar en su tierra?
-A mí me encanta bailar en Sevilla, aunque también me da miedo. Yo sé que vienen muchas bailaoras a verme; soy consciente de que soy una artista de artistas. Pero como todo artista responsable, le tengo respeto al público en general, al de cualquier sitio. Cada vez que salgo a un escenario es un estreno para mí.
-¿En qué piensa cuando está a punto de salir a escena?
-Siempre le pido a Dios que me ilumine para darle al público lo mejor, la genialidad si es posible, aunque cuando estoy ya con las luces apagadas, la verdad es que no veo a nadie. Sólo estoy yo.
-¿Cómo se definiría usted como artista?
-Yo soy una mujer que vive por el baile y para el baile. Goyo Montero me decía que hay dos mujeres muy diferentes en mí: la que está encima del escenario y la que está abajo. En mi vida diaria soy una persona muy sencilla; cocino, me gusta estar con mi familia, pido opinión de todo lo que hago… En el escenario, en cambio, soy responsable de mi arte, exigente conmigo misma y consciente de que no soy una artista como las demás; soy la representante de un baile que se acaba.
-Eso se viene diciendo desde hace un siglo. Antonio Mairena, por ejemplo, decía que el cante auténtico moriría con él, y mire cuántas figuras han surgido después. ¿Cree sinceramente que el baile de raíz se está muriendo? ¿No va al teatro a ver a los jóvenes?
-El baile flamenco puro se ha ido para siempre. Y voy pocas veces al teatro porque casi siempre salgo enfadada. Hoy la mayoría de los jóvenes quieren bailar como Israel Galván. Y que conste que yo he llevado en mi compañía a Israel y sé lo bien que es capaz de bailar ese niño. Pero, ¿quién queda bailando flamenco puro entre los jóvenes? Farruquito y poco más. Yo no les quito mérito a los artistas actuales. Es más, admiro mucho su ejecución, su velocidad, su profesionalidad, su capacidad para llevarse siete horas al día en un estudio, girar como peonzas y comerse los escenarios; pero el flamenco puro, el arte, es otra cosa. El arte existe, pero hay que pararse para encontrarlo. Lo más difícil es encontrar tu propio lenguaje sin desvirtuarlo. De todas formas, para que no me tachen de negativa, diré que ahora estoy notando un repunte, es decir, que hay más gente que hace 8 o 10 años queriendo bailar flamenco de verdad.
-En todas sus biografías se dice que es usted audodidacta.
-Es verdad. A mí no me enseñó nadie a bailar, aunque he visto mucho, eso sí. De pequeñita quería ser como Carmen Amaya. Vi su película Los Tarantos en un cine de barrio con mis amigas y desde entonces ha sido un modelo para mí. Cuando ya tenía 13 o 14 años recuerdo que mi padre (también bailaor) me corregía algunas posturas y me daba consejos, pero mi baile ha sido siempre mío y de nadie más. También es cierto que, desde mis comienzos, he estado siempre al lado de grandes artistas a los que me gustaba ver actuar. En el tablao La Cochera, por ejemplo, coincidí con el trío Los Bolecos y Farruco me parecía lo más grande; y también Rafael el Negro y Matilde Coral.
-¿Fue Farruco quien le enseñó a parar el tiempo con los brazos?
-No, eso lo aprendí yo solita. Él tenía otra manera de bailar.
-Frente a otros artistas de su generación, usted no se muestra anclada al pasado y trata de adaptarse a los tiempos. Incluso se ha dejado dirigir por gente tan distinta como Ortiz Nuevo, Jesús Quintero o Pepa Gamboa. ¿Ha evolucionado también su baile a lo largo de su carrera?
-Por supuesto. Yo sé que no bailo como cuando tenía 25 años, que no tengo la potencia que tenía entonces, pero lo que he perdido en potencia lo he ganado en sabiduría y en majestad. Y la ilusión sigue siendo la misma de siempre.
-Tiene ya cuatro nietos y muchas giras en el cuerpo. ¿Ha pensado alguna vez en retirarse?
-No, por ahora no porque me siento bien; cada mañana me levanto y me voy a ensayar y siempre tengo algún proyecto en la cabeza. Yo conmigo misma soy la persona más sincera del mundo y el día en que no me vea con las facultades necesarias para estar en un escenario me iré, sin dudarlo.
-¿Le afectan las críticas o está ya por encima de lo que digan?
-Claro que me afectan. Me afectan y a veces me indignan porque cuando pienso que me he equivocado me ponen por las nubes y cuando creo que he estado maravillosa me dan un palo. Es verdad que los artistas no estamos nunca contentos del todo con lo que hacemos, pero lo de los críticos no hay quien lo entienda, de verdad.
-Lleva muchos años compartiendo vida y escenario con el guitarrista Joaquín Amador, su marido y padre de sus hijas Samara y Manuela. ¿Qué ha significado Joaquín en su carrera?
-Joaquín es lo más grande que me ha pasado en la vida. Es un gran guitarrista y un gran músico y su música logra que se me abra la mente. Nosotros discutimos mucho en los ensayos pero reconozco que no me quedo antigua muchas veces gracias a él y a su música.
-¿Ha afectado esta tremenda crisis que vivimos a las figuras de primera categoría como usted?, ¿qué cree que haría falta para salir de esta situación?
-Por supuesto que me ha afectado. Cada vez tenemos menos galas y todo el mundo paga tarde y mal. Yo creo que estamos viviendo uno de los peores momentos de la historia y para superarlo yo le pediría a los políticos que nos apoyen a los artistas y, sobre todo, que hagan lo posible para que todos, los artistas y la gente de la calle, tengan un trabajo y una vida digna. Que hay criaturas que están pasando muchísimas fatigas.
-Tras su actuación en el Lope de Vega comenzará a preparar el gran espectáculo que piensa presentar en el Teatro de la Maestranza durante la próxima Bienal. En él, después de haber contado con voces como las de Camarón, Chocolate, Pansequito o El Pele, será Miguel Poveda el que le cante por soleá...
-Así será si Dios quiere, aunque aún no hemos podido empezar a ensayar porque él está de gira. Me gustaría hacer algunos bailes nuevos y quiero que todo salga maravillosamente bien, al igual que los próximos días 21 y 22 en el Lope, porque lo que más satisface a un artista es que el público se vaya contento a su casa.
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