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Desde que eran niñas, a Úrsula y Tamara López, nacidas en Montilla, Córdoba, aunque criadas en Algeciras y residentes en Sevilla, les atraían especialmente las numerosas reproducciones que su abuela tenía de las pinturas de Romero de Torres. "Siempre me fascinaron aquellas imágenes y hace años que quería montar algo sobre ellas, lo hablaba a menudo con mi hermana, pero hasta ahora no se habían dado las circunstancias adecuadas", dice Úrsula, que hace unos años emprendió su carrera en solitario tras bailar solista en la Compañía Andaluza de Danza y en el Ballet Nacional de Danza.
El año pasado, después del esfuerzo de producir un gran espectáculo como La otra piel, aplaudido en ediciones anteriores de la Bienal de Sevilla y el Festival de Jerez, ambas hermanas -muchas veces comparadas por los críticos con las mujeres de los cuadros de J.R.T.-se unieron a la jerezana Leonor Leal para intentar realizar ese sueño. Conscientes de las dificultades, decidieron pedir ayuda a Pedro G. Romero, experto en artes plásticas y en flamenco, y muy ducho en estas lides por su ya larga colaboración con el bailaor Israel Galván. A éste se debe toda la parte documental y un montón de generosas sugerencias estéticas; algo que él mismo denomina el "aparato" del espectáculo.
Para Pedro G. Romero, Julio R. de Torres es algo más que un conjunto de tópicos, aunque no se pueda escapar de ellos, ya que, según sus palabras, "no es solo un pintor aficionado al flamenco ni un pintor que pintara flamencos, sino un artista flamenco; pintor, sí, pero con una concepción poética del mundo importantísima para el flamenco de su época".
El resultado final, J.R.T., que por fin verá la luz pasado mañana en el Teatro Villamarta de Jerez, contiene tres solos, uno para cada una de las intérpretes, y tres suites en las que las tres se unen para intentar darle otra vuelta de tuerca a los tópicos andaluces representados por el pintor cordobés: la Semana Santa, los toros y la copla.
Cada uno de los solos está inspirado en un cuadro: en sus colores, sus gestos, sus perfumes y los sonidos flamencos de la época. Estos, elegidos también por Pedro G., al igual que las músicas, sin ninguna intención de caer en el costumbrismo, son La Lectora, Nuestra Señora de Andalucía y Retablo del Amor. Los museos que los contienen, El Museo J. R. de Torres de Córdoba, el Museo Nacional de Arte de Cataluña y el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid se suman al proyecto facilitando las filmaciones que se ven durante el espectáculo.
En dichos solos, Úrsula -no podía ser de otra manera dada su trayectoria- bailará con bata de cola unas alegrías de Córdoba mientras que Tamara, artista completa donde las haya, se llevará las malagueñas y los abandolados de Juan Breva al terreno de danza estilizada con castañuelas, y Leonor Leal (La Lectora) afrontará una soleá que entronca, dentro de su libertad, con las referencias musicales de la época del pintor.
Y si bien en los solos las intérpretes han tratado de ceñirse al imaginario de Romero de Torres, cada una de ellas con su propia personalidad para afrontar el baile, en las suites comunes han dado rienda suelta a la imaginación y a sus ganas de compartir escenario. Y para que las ayudara en la dirección escénica de las citadas suites acudieron a dos grandes nombres de la danza contemporánea: María Muñoz, cofundadora de la Compañía Mal Pelo y Premio Nacional de Danza 2009 en la modalidad de Creación, y Mónica Valenciano, también ella Premio Nacional de Danza en 2012, en la modalidad de Coreografía. El encuentro no podía haber sido más afortunado. "Trabajar con María y con Mónica ha sido fantástico. En una semana lograron darle la vuelta a todas nuestras propuestas. Las flamencas tendemos a rellenarlo todo de pasos, de movimiento, y tuvimos que desestructurarlo todo para que fuera la expresividad y no la cantidad de pasos lo que primara", dice Úrsula. Tamara añade: "Para mí habrá un antes y un después de trabajar con ellas. Nos han ayudado a cambiar el concepto del espacio, a mirarlo como desde arriba y a pararnos para poder contemplar, al mismo tiempo, a lo que nos rodea y a nuestro propio interior. También nos han enseñado a tener confianza en lo que sentimos, a tener más presencia aunque demos menos información".
Leonor Leal, completamente de acuerdo con sus compañeras, añade que "para mí, después de tantos años de investigar, el proceso de este espectáculo ha sido una de mis mejores vivencias. Y hay que destacar que a lo largo de todo el trabajo se ve cómo la música lo marca todo; cada solo es una verdadera joyita. A ello ha contribuido la manera especial de afrontar los ritmos flamencos de Proyecto Lorca (Juan M. Jiménez con los saxofones y Antonio Moreno en la percusión) junto a la flamencura jerezana de Alfredo Lagos y al clasicismo del guitarrista Antonio Duro; y junto a ellos y a las palmas de Aniella, las voces de la cordobesa Eva de Dios y de Rosalía, una joven catalana, a la vez lírica y flamenca, que va a dar muchísimo que hablar".
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