Bach en diálogo con la historia
Bachcelona Consort | Crítica

La ficha
BACHCELONA CONSORT
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XLII Festival de Música Antigua de Sevilla (FeMÀS). Solistas Salvat Beca Bach: Ellen Lloyd Roberts, soprano; Justina Vaitkuté, alto; Héctor Ruiz, tenor; Franco Oportus, bajo. Bachcelona Consort: Alba Roca y Cristina Altemir, violines; Núria Pujolràs, viola; Katy Elkin y Daniel Ramírez, oboes; Guillermo Turina, violonchelo; Daniel Tarrida, clave y dirección.
Programa: Bach: Primavera 1725
Johann Sebastian Bach (1685-1750): Números de las cantatas BWV 127, 1 y 92
Friedrich Wilhelm Zachow (1663-1712): Coral y números de diversas cantatas
Georg Philipp Telemann (1681-1767): Coral y números de las cantatas TWV 1:1426 y TWV 1:183
Christoph Graupner (1683-1760): Coral, recitativo y aria de la cantata GWV 1165/41
Lugar: Capilla Doméstica de San Luis. Fecha: Domingo 23 de marzo. Aforo: Lleno.
Bien trabado el programa que Daniel Tarrida trajo este año al Femás: Bach en diálogo con tres compositores de su tiempo en torno a corales luteranos. Tres partes estructuradas de la misma forma: primero el coral tratado por Bach y su colega; luego diversos números de cantatas y final siempre con un coro figurado, en todos los casos con obras alusivas al coral escogido.
La elección de piezas permitió la participación solista de las voces adscritas al grupo a través de la Salvat Beca Bach, que mostraron buenos medios y un serio trabajo en torno a la retórica de la época. Me gustaría destacar los líricos recitativos del tenor valenciano Hector Ruiz así como la bella suavidad del timbre de la mezzo (más que alto) italiana de origen lituano Justina Vaitkuté, que cantó el coral de alto de BWV 92 con una unción expresiva delicadísima. Muy refinada también, de línea impecable y expresión austera, aunque de timbre algo más impersonal, la galesa Elen Lloyd Roberts en sus dos arias bachianas (de BWV 127 y BWV 1) y con graves seductores el bajo chileno Franco Oportus, que se mostró como un magnífico fraseador en el aria de Graupner.
Katie Elkins y Daniel Ramírez con sus distintos formatos de oboe y Alba Roca con el violín sirvieron sus partes obligadas con absoluta solvencia. Especial impacto causaron los dos oboes d'amore en el coral de alto de BWV 92, posiblemente el momento de más alto valor expresivo y musical de todo el concierto, aunque el oboe da caccia en las manos de Ramírez para el aria de soprano de BWV 1 creó efectos de contraste bellísimos con la voz tersa y límpida de Roberts. Además el proteico violonchelo de Guillermo Turina jugó un papel esencial en las arias con acompañamiento de continuo, por su capacidad para pasar del susurro lírico al bramido más dramático. Desde un clave cuya colocación (ineludible por otro lado) no favoreció a su sonoridad, Tarrida impuso versiones sólidas, sin estridencias en materia de dinámicas ni acentos, con números corales bien empastados y equilibrados, suficiente para el éxito de la propuesta.
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