Autocomunicación y masas
La sociedad digital | Crítica
Alianza publica 'La sociedad digital', última obra del sociólogo manchego Manuel Castells, donde se perfecciona su visión de la sociedad hiperconectada que ya ofreció en su trilogía 'La era de la información'
La ficha
'La sociedad digital'. Manuel Castells. Alianza. Madrid, 2024. 224 págs. 20,95 euros
Puede que el lector conozca a Manuel Castells más por su reciente cargo ministerial (fue ministro de Universidades en 2020-21), que por su carrera docente, donde alcanzó notable éxito con una trilogía: La era de la información. En este nuevo ensayo, Castell vuelve a insistir en su análisis del tejido social, bien acudiendo al concepto de “sociedad red”, bien apoyándose en el de “autocomunicación de masas”, fenómeno en el que Castells sitúa uno de los rasgos distintivos de la sociedad digital, cuyo carácter autógeno y disperso lo distingue de la anterior comunicación de masas, donde una multitud de receptores eran informados por un escueto número de emisarios.
La polarización y la desinformación son dos rasgos destacados de la sociedad digital
Es en esta multitud de emisores y receptores, enlazados planetariamente, donde Castells encuentra dos de los rasgos, hoy plenamente característicos, de la “sociedad digital”. La polarización social, aguzada por las nuevas capacidades técnicas, y la constante desinformación a la que nos hallamos expuestos, toda vez que se ha perdido el filtro (un filtro esencial y garantista), de las fuentes periodísticas. En tal sentido, Castells atribuye esta “autocomunicación” a un proceso voluntario de individuación, -hiertrofiado, por ejemplo, en Elon Musk-, cuyo poder reside, paradójicamente, en el control de tales medios de información y distinción. Castells señala, por otra parte, el uso que la nueva tecnología ha facilitado: desde el espionaje y la encriptación, a los bots que buscan adulterar un estado de opinión o los propios mecanismos de la democracia (recordemos el uso de bots tanto en el Brexit como en el Procés). A lo cual añade, en sentido positivo, la mayor socialización -en contra de lo afirmado con frecuencia- que han propiciado las redes sociales.
A pesar de este sesgo optimista de Castells, La sociedad digital revela al lector un mundo donde el Estado y las grandes corporaciones resultan amenazadoras para el individuo. Para Castells, “las nuevas formas de capital y estado” son “las viejas némesis de la comunicación libre”. A lo cual cabría añadirle un matiz de suma importancia. Fueron también el Estado democrático y la libertad de iniciativa quienes habilitaron y garantizaron la libertad de prensa. Es, pues, en ese delicado juego, de naturaleza paradójica, hoy monstruizado por vastos organismos privados, donde Castells sitúa su sociedad digital.
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