Atado y bien atado

La democracia amenazada | Crítica

Cátedra publica 'La democracia amenazada', obra del catedrático de Historia Contemporánea Jesús A. Martínez, donde se recupera una visión compleja y viva de la Transición, alejada de cualquier determinismo histórico, dirigida a ilustrar a las nuevas generaciones.

Adolfo Suárez, vencedor de las primeras elecciones democráticas, en junio de 1977
Adolfo Suárez, vencedor de las primeras elecciones democráticas, en junio de 1977
Manuel Gregorio González

23 de febrero 2025 - 06:00

La ficha

La democracia amenazada. Jesús A. Martínez. Cátedra. Madrid, 2025. 280 págs. 20,95 €

El presente ensayo histórico de Jesús A. Martínez, catedrático de Historia Contemporánea por la Complutense, se dirige a deshacer dos equívocos que han copado el concepto de la Transición, aún hoy vigentes. Uno primero es la propia idea de Transición, no solo como periodo homogéneo, sino como proceso deliberado, de acuerdo a un plan minucioso, que condujo a la sociedad española desde los amenes del franquismo y su ejercicio circunflejo del poder, a la democracia parlamentaria que se inaugura en junio del 77 con las primeras elecciones libres. El otro equívoco, también fruto de la idealización, es aquel que sostiene la postura contraria, y que nace de un célebre aserto del general Franco en su discurso de diciembre del 69: “Todo ha quedado atado y bien atado”. Como se ve, ambas miradas son externas al acontecimiento histórico. Vale decir, al azar. Si bien esta última le añade un férreo y prolongado dirigismo, ajeno a las volutas del tiempo, que lo emparenta con el pensamiento finalista, de carácter religioso, que subyace, según Momigliano y Bury, tanto a San Juan de Patmos como a Carlos Marx.

Martínez expone relación plausible y contrastada de unos hechos, cuyo resultado es la instauración de la democracia parlamentaria

Lo que expone, pues, Jesús A. Martínez, en La democracia amenazada, es la relación plausible y contrastada de unos hechos, cuyo resultado final es la instauración de la democracia parlamentaria, pero cuyos pasos intermedios no fueron, en modo alguno, aquellos pasos premeditados, que respondían a una arquitectura previa, según se consigna en cierta idea, favorable y esquemática, de la Transición (la “Santa Transición” que poetizaba irónicamente Francisco Umbral). Lo que sostiene, por contra, el autor de La democracia amenazada, es que la Transición no es un periodo histórico homogéneo, y que el protagonista de dicho periodo -si lo fuere- es principalmente la ciudadanía española; y no tanto, o no solo, las figuras distinguidas a que suelen hacerse referencia: Juan Carlos I, Adolfo Suárez, Torcuato Fenández Miránda, etc. Podríamos aducir, contra lo sostenido por Martínez, que la propia idea de Transición incluye y exige ya una falta de homogeneidad constitutiva. Pero esta cuestión es una cuestión menor, ni siquiera secundaria, que no interfiere en el contenido del libro. Al contrario, lo que muestra Martínez, en su compleja realidad, es el accidentado tránsito, fruto del azar, la conveniencia, la necesidad y la contextura histórica, por el que el régimen franquista deviene, con fuerte inclinación popular, una democracia europea alejada, tanto de los extremos ideológicos como del recurso a la violencia. En este sentido, Martínez recordará que una de las grandes rémoras de aquellos años fue el terrorismo de extrema izquierda y de extrema derecha, con el sabido protagonismo de ETA, cuyo fin último era obstaculizar la consecución de una democracia burguesa en España, procurando la reacción violenta del poder, mediante el crimen masivo.

Paradójicamente, es el amago de reacción a dicha coyuntura de violencia terrorista e incertidumbre política, el que habilitará, de modo perdurable, el proceso democrático. El asalto al Congreso del teniente coronel Tejero galvaniza la democracia española de manera casi inmediata. A tal respecto, Martínez analiza con amplitud las numerosas fuerzas e inclinaciones, tanto civiles como militares, que concurren en la tarde del lunes 23 de febrero de 1981. Proceso que Martínez ha repetido antes con la situación general del país, y que volverá a aplicar a la propia redacción de la Constitución española y su particularidad autonómica. Ello implica recordar, como hace el autor, que la Transición, fuera ello lo que fuere, se produce en una situación de crisis económica mundial, derivada de los precios del crudo, y con una economía en la que la inflación y los tipos de interés afligen a las clases bajas y a las clases medias de reciente creación, florecidas durante el desarrollismo franquista. En un mismo sentido, La democracia amenazada recoge las fuertes corrientes enfrentadas dentro del propio régimen, en el que los tecnócratas tendrían un papel relevante. También destaca, con suficiencia, la vasta amalgama de inclinaciones políticas que se aglutinarían bajo el marchamo del “centro”; y que capitalizará, con el rubro de la UCD, el primer presidente de la democracia actual, Adolfo Suárez González.

Es, por tanto, la idea de transición, en su sentido de proceso en marcha, exponiendo el número de las fuerzas operantes y los resultados y acuerdos a los que se llegan, lo que Jesús A. Martínez recoge en este breve y razonado ensayo, excluyendo, como ya hemos dicho, cualquier tipo de finalismo. Ya sea el providencialismo democrático de unos planificadores omniscientes, que habrían previsto y ultimado cualquier detalle del futuro inmediato; ya el aciago determinismo que sugiere, contra toda evidencia histórica, el “atado y bien atado” del crepúsculo franquista; y que se dirigía, como es muy sabido, a tranquilizar y contentar a las diversas corrientes que pugnaban por el poder, dentro del franquismo, y que buscaban respuesta a una pregunta obvia: “¿Y después de Franco, qué?”. Lo que encierra, por tanto, La democracia amenzada es el relato ordenado de una azarosa ejecutoria. Esto es, el relato, con fuerte y lograda ambición pedagógica, de unos años (1975-1982) que dieron como fruto, trabajoso y frágil, la democracia que hoy felizmente nos alberga.

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