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Me asombro, luego existo

Los sentidos del tiempo | Crítica

Antonio G. Maldonado defiende la esperanza del asombro y la subjetividad para seguir concibiendo la existencia

'Pasión Nails', la esperanza escondida en un salón de belleza

El ensayista Antonio García Maldonado (Málaga, 1983).

La ficha

Los sentidos del tiempo. Antonio G. Maldonado. La Caja Books. 120 páginas. 12,9 euros

Parecía que el conocimiento de la existencia estaba ya certificado no tanto por la ciencia como por el cientifismo radical (hay una diferencia). Tras su anterior El final de la aventura, el consultor político y ensayista Antonio G. Maldonado (Málaga, 1983) reivindica en su nuevo y fecundo librito el papel de la subjetividad y el estímulo del asombro frente al conocimiento científico e irrebatible de la realidad.

De ahí el asombro. De ahí la esperanza y el sentido no ya ante lo que sabemos, sino sobre lo que aún desconocemos y que, lejos de producir angustia, lo que nos procura es como una regalía interior, el repliegue hacia el principio de las cosas, donde la primera pregunta. Aludiendo a La montaña mágica de Thomas Mann, el autor confronta las figuras del positivista Settembrini y el contemplativo Naphta. Maldonado apela a la síntesis de los dos polos a través de Jeffrey J. Kripal, autor de El vuelco. Kripal propone un cruce intermedio como mejor camino hacia el futuro. No serían formas de entendimiento ni religiosas en un sentido clásico, ni tampoco científicas según el materialismo canónico. “Serán –escribe Kripal– ambas cosas y ninguna de las dos. Serán otra cosa infinitamente distinta”.

Fray Luis de León decía que el sabio no era quien entiende el mundo, sino el que se desentiende de él al darlo por incomprensible. El humus del misterio siempre estará ahí y hay que estar alerta ante sus apariciones cotidianas. En el poema El templo de Poseidón de Borges se dice que no hay “una sola cosa en el mundo que no sea misteriosa, pero ese misterio es más evidente en determinadas cosas que en otras. En el mar, en el color amarillo, en los ojos de los ancianos y en la música”.

La búsqueda del arché desde la escuela de Mileto, la física newtoniana, la querella entre Bergson y Einstein sobre la naturaleza del tiempo, la teoría del Big Crunch frente al Big Bang o la física cuántica (recuerda el autor que los físicos cuánticos dicen que si uno cree entender la mecánica cuántica es que no entiende nada), son algunos de los asuntos tratados en Los sentidos del tiempo. No se dan dictámenes, se lanzan preguntas. Porque, tal vez, lo que le pasa al mundo es que podría estar hecho por detrás, signifique esto lo que signifique (se lo decía un paciente esquizofrénico al psiquiatra y escritor portugués António Lobo Antunes).

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