El arte de la narratividad musical
Femàs 2014. Programa: Obras de G. F. Haendel, F. Couperin, J. S. Bach y A. Corelli. Violín: Hiro Kurosaki. Clave: Alberto Martínez Molina. Lugar: Espacio Santa Clara. Fecha: Viernes, 4 de abril. Aforo: Setenta personas.
Cuesta creer que tantos aficionados fieles a la Música Antigua en Sevilla, capaces de agotar grandes aforos de este festival para grupos de decadente calidad, no alcancen a llenar el centenar de localidades del que posiblemente sea el concierto estrella de esta edición del Femàs. Se ve que todavía ciertos nombres y apellidos tiran más año tras año que la contrastada excelencia de uno de los mejores violinistas barrocos del mundo y de un clavecinista excepcional.
Con un programa maravilloso, lleno de bellezas de principio a fin, Kurosaki sacó a relucir el sonido amplio, brillante, penetrante pero no áspero de su violín, que en sus manos fue capaz de alcanzar infinidad de matices, adelgazándolo en sutilísimas sfumature o engrosándolo conforme el matiz retórico lo precisaba; blanqueándolo en los pasajes más íntimos y oscureciéndolo en los más dramáticos. Y todo ello sin apenas transiciones en un fraseo perfectamente hilado, ahora ligado, ahora segmentado en infinidad de gradaciones de la intensidad de los ataques.
Esta capacidad para expresar la diversidad narrativa dominó la interpretación del Ritratto dell'amore de Couperin, cuyos diversos afectos encontraron perfecto correlato en la amplia gama expresiva del violín. El virtuosismo y el perfecto uso de la ornamentación estallaron en la Folía de Corelli, con glissandi de propia cosecha, pasajes a contratiempo, transposición de acentios y precisión en los más variados modos de ataque sobre las cuerdas. En esta pieza se pudo disfrutar aún más con la riqueza y la fantasía del continuo de Martínez Molina, quien en la sonata de Bach desarrolló un asombroso desarrollo de las texturas polifónicas, tan complejas y a la vez tan expresivas en sus manos.
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