El arte de saber contar una historia, Pepa Muriel
ANIMALITOS, UNA HISTORIA TROCHA | CRÍTICA DE TEATRO

La ficha
**** ‘Animalitos, una historia trocha’. Escenoteca. Arte y Educación. Autora, dirección e interpretación: Pepa Muriel. Mirada externa: Juan Arjona. Iluminación: Pepe Domínguez. Vestuario: Marta DeMarte. Música original: David Garrido Guil. Escenografía: Escenoteca y Diego Aymar. Construcción muñeca Mariquilla: Marta DeMarte. Técnicos luces, sonido y video: Samuel Gaviño y Matthieu Berthelod. Fotografía: La Buena Estrella. Rodrigo Roca. Distribución: Entre Bambalinas. Gestión Cultural. Lugar: Teatro La Fundición. Fecha: Sábado, 22 de marzo de 2025. Aforo: Casi completo.
Pepa Muriel es una de las representantes más destacadas del teatro para la infancia y familiar andaluz y nacional. Inagotable desde 2002 cuando creó Escenoteca, un proyecto que unía en una misma actividad las artes escénicas y la educación, se ha convertido en una de las grandes maestras del teatro encaminado a despertar en los más pequeños el interés por las historias contadas por actores y actrices.
Mantiene en gira El desván de los hermanos Grimm y su celebrada cebra Camila (después de asistir a una representación de Muriel uno sale con ganas de enhebrar rimas consonantes divertidas y cariñosas) que se estrenó en 2010 y lleva el camino de convertirse en una de los espectáculos familiares más representados de Andalucía. En mayo hará dos años con su última propuesta, Animalitos, una historia trocha en la que Pepa Muriel, más autora que nunca, más actriz que nunca y más directora que nunca juega a resumir toda su experiencia de las últimas décadas.
El espectáculo es un homenaje a su madre pero, también, a toda una generación de la que ella, con su fabuloso pelo blanco que lleva como bandera, se convierte en icono. Resulta embriagador observar como los niños y niñas del siglo XXI asisten con la boca abierta a las trocherías de esta mezcla de hada buena y bruja mala a la que da vida la Muriel usando su aterciopelada voz que modula y cambia según el personaje.
La autora tira de su propia vida, su nacimiento en Lepe (Huelva) y recupera la palabra ‘trocha’ que se utiliza en su pueblo para expresar algo tonto, absurdo, sin pies ni cabeza pero que tiene gracia. Y la que más le contaba trocherías era su propia madre. A partir de aquí, Pepa recurre a engatusar los cuentos tradicionales y a darles su sello, aparecen Pulgarcito, el niño que se quiere escapar de casa, y Mariquilla, la protagonista de estos ‘Animalitos’ sale en busca de sus padres que han tenido que ir a Barcelona por unos problemas médicos de la madre. De Pulgarcito pasamos a la Cenicienta, la joven explotada por una madrastra malvada que aquí se transmuta en una carbonera-mona que es madre de un niño loro y una niña oveja, los dos bastante zánganos. Por último, como un lazarillo, pasando de ama en ama, nuestra Mariquilla se encuentra con el hombre del saco, Antón Pirulero, que ha montado una tómbola de los años 60 y que engaña a los niños que se acercan a ella.
En ‘Animalitos’ Pepa Muriel, autora, directora y actriz, no se conforma con divertir, educar y embelesar a sus espectadores más pequeños que participan contestando a sus rimas nombrando animales, saliendo al escenario o, finalmente, formando una ristra de luces (los niños y niñas encienden unas linternas dentro de unas cestas de mimbre que sirven de filtro y que se convierte en uno de los momentos más poéticos de la obra). Estas luces, como una constelación, ayudarán a Mariquilla a volver a su casa y reencontrarse con su madre. También, aprovecha para convertir a los padres en cómplices y, diría, que a algún abuelo. Todo lo que narra y se ve en el escenario tiene algo de recuperación de memoria sentimental, las cestas de mimbre, la carbonería, con sus vasijas de ceniza y cisco, la tómbola, los peluches y, la sorpresa de hacernos recordar a los más mayores, a la perrita Marilyn, aquella marioneta de la televisión en blanco y negro que manejaba la artista austriaca Hertha Frankel.
La voz de Pepa Muriel suena mejor que nunca y se desenvuelve estupendamente en el fandango que nos canta. Su dominio sobre la escena y su público sigue intacto como cuando la vi por primera vez hace diez años. Lepe y Huelva están en este bonito espectáculo donde los malos no son tan malos y los niños y las niñas, por lo menos los de ahora, parece que ya no tienen miedo a nada. Y no se olviden, Mariquilla “es una niña hecha de espuma de mar, arena caliente y papas aliñás”
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