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Con aroma de campiña

El Ayuntamiento de Lebrija publica una breve y documentada biografía de uno de sus hijos más ilustres, el cantaor Curro Malena, un ¡ntérprete excepcional

Curro Malena con su hijo Antonio a la guitarra, en su actuación en la Bienal de 2002.
Juan Vergillos

16 de octubre 2011 - 05:00

Vivencias flamencas de Curro Malena. Ricardo Rodríguez Cosano y Manuel Zarzuela Labrador. Ayto. Lebrija, 104 pp.

Los cantes de Malena me traen a la memoria el sabor de tantos festivales veraniegos, del viento fresco de julio y agosto entrando por la ventanilla del coche a la vuelta. Arriba, la bóveda celeste iluminada y el fresco olor del campo, intacto de madrugada. Ése es el sabor del timbre vocal, del eco rotundo de Malena. El de la campiña de su Lebrija. Fue un cantaor muy físico, un auténtico héroe de los festivales en la edad dorada de los mismos. Posee dos decenas de grabaciones discográficas a sus espaldas, con las mejores guitarras de la segunda mitad del siglo XX, lo que da fe de la enorme popularidad de que gozó en su momento. Pertenece a esa generación de superdotadas "voces de trueno" en la que la entrega era la mayor virtud artística.

Lleva la estética mairenista a rajatabla, aunque la intensidad, la impronta temperamental de la que dota a sus cantes, es propia, única. Se inició en locales de aficionados de su tierra, para pasar, primero, a cantarle al baile de Manuela Vargas integrándose más tarde en La Cuadra. En los festivales de verano canta primero en la Caracolá y en los pueblos de su zona. Entonces se llamaba Curro Paula e incluso Curro el Canario. Fue el inicio de una fértil carrera que ha dado lo mejor de sí en los festivales andaluces, de los que fue estrella a lo largo de cuatro décadas, y en cerca de una veintena de discos de larga duración. En los mismos lo secundan las guitarras del Niño Ricardo, Parrilla de Jerez, Manolo Sanlúcar, Pedro Bacán, Enrique de Melchor, Antonio Carrión, Manuel Silveria, Manuel de Palma y Antonio Malena, hijo de Curro. También tuvo el privilegio de verse acompañando, en algunos recitales, de la sublime sonanta de Melchor de Marchena. Dentro de este perfil cantaor, es uno de los intérpretes de más largo repertorio grabando, incluso, garrotín o peteneras. Su primera grabación, de 1969, es la última que hizo el genial Niño Ricardo. Cuentan los autores de este libro que el cantaor no estaba satisfecho con el toque por soleá del maestro pero que, dada su juventud y el respeto que tenía a semejante figura, no se atrevió a manifestárselo al tocaor. Así que fue el productor del disco, Manuel Cisneros, el que tuvo que decirle al Niño Ricardo que era necesario repetir la soleá. Recordemos que entonces los discos se grababan en directo.

Curro Malena (Francisco Carrasco Carrasco, Lebrija, 1945) obtuvo diferentes premios en los concurso de los años 60 y 70 siendo el más celebrado el que conquistó, por soleares, en 1971 en Córdoba. En 1985 fue Antorcha del Cante en Mairena del Alcor. Tiene tres peñas flamencas a su nombre, en Chiclana de la Frontera (Cádiz), Fuente de Cantos (Badajoz) y Aguilar de la Frontera (Córdoba).

El cante de Curro Malena destaca por la sensualidad de su voz frente a su erudición. Ha grabado, en efecto, hasta 40 estilos distintos del cante, con cientos de variedades, pero eso no es lo fundamental en su arte. Lo fundamental es la entrega emocional que hace de su persona en cada tercio. Toda esta peripecia artística y vital es analizada por los autores de este librito, en el que, además de repasar la vida y discografía del cantaor, hacen referencia a su relación con su lar natal. Por ejemplo, los cantes relacionados con Lebrija que incluye en su obra, es decir, los de Juaniquí, Pinini, Antonia Pozo y El Chozas, que grabó todos ellos en varias ocasiones, bien con sus letras originales o con otras de nueva creación. Porque esa es otra de las características cantaoras de Curro Malena: aunque en el nivel melódico se mantiene fiel a la tradición, desde su segundo disco decide innovar en lo que al contenido lírico se refiere, incluyendo textos de diferentes autores contemporáneos. Desde Manuel Machado a Francisco Salgueiro, pasando por Antonio Murciano o Isidro Muñoz, antes de que este último firmase para José Mercé o Arcángel. Son 100 páginas deliciosas para los que amamos el arte de este intérprete único.

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