La armadura reluciente

'Iron Man 4: Stark resiliente', de la editorial Panini, recupera la esencia del antiguo Hombre de Hierro, a través de los dibujos de Larroca y Fraction.

La armadura reluciente
La armadura reluciente
Javier Fernández

19 de agosto 2015 - 09:00

Iron Man 4: Stark resiliente de Mark Fraction, Salvador Larroca. Panini. 264 páginas. 23,95 euros.

Tío, me acuerdo de cuando el Hombre de Hierro era un pringado. Abrías un tebeo suyo y lo cerrabas antes de pasar a la página cuatro. Lo dibujaba George Tuska, que había sido alguien veinte años antes, pero que en los setenta estaba para el arrastre. O Gene Colan, al que eso de dibujar armaduras se le daba fatal, y además lo entintaba el primer manco que pasaba por Marvel. ¡Y qué era eso de ponerle nariz! Sí, sí, el Hombre de Hierro llevaba una pirámide chiquita en medio de la careta. Se puede ser hortera. Yo me leía todos los tebeos de superhéroes que me caían en las manos, todos, todos, pero los del Hombre de Hierro… Ya había que tenr ganas.

Y de pronto, zas, ¿qué era eso? El metal rojo y amarillo brillaba como un descapotable, el héroe volaba grácilmente, no era un payaso, sino un arma poderosa, y su rostro reflejaba pesadez y tensión, matices que nunca antes le habían asomado en su sencilla placa dorada. Más aún, la armadura fallaba en el momento menos oportuno y Tony Stark se veía obligado a guardarla y pelear con sus propios puños. Imagínate, un tebeo del Hombre de Hierro sin que aparezca el Hombre de Hierro (miento, salía en la última página)… ¿Y no es eso una pelirroja en ropa interior? ¿Quién dijo que esta serie no molaba? ¡Es la bomba! David Michelinie, John Romita Jr. y Bob Layton me tuvieron enganchado varios años al vengador dorado. Lo seguí comprando incluso cuando se marcharon y dejaron en manos de…, pero mejor no mentemos ruinas. Los ochenta tocaban a su fin y lo del Hombre de Hierro era agua pasada, lo moderno era llamarlo Iron Man. Al final me cansé y me puse a coleccionar otra cosa, tebeos italianos, me parece.

Mucho más tarde me dijeron que Warren Ellis estaba haciendo unos tebeos suyos cojonudos, pero pasé del tema. Me enteré de que lo escribía Orson Scott Card en persona, y ni por esas, para mí la versión definitiva seguía siendo la de El diablo en la botella. Luego salieron las películas y me volvió a picar el gusanillo. John Favreau y Robert Downey Jr. le estaban dando un punto de lo más interesante. Y entonces vi que lo dibujaba Salvador Larroca, con un tal Matt Fraction a los guiones. El Hombre de Hierro, perdón, Iron Man, volvía a ser el Invencible. Y ahí sí que ya no me pude resistir, qué suerte la mía.

Invincible Iron Man es la constatación de que no existen malos personajes, sino malos artistas, o buenos, no sé si me explico. La enésima versión del superhéroe es lo más parecido al espectáculo cinematográfico que puebla las salas, una gozada que le devuelve a uno la fe en el género de superhéroes, no porque sean una lectura esencial de esas que te cambian la vida, sino porque divierte y emociona a partes iguales. Te hace disfrutar como un niño que se sube a una atracción de feria. Es un placer sencillo, básico, ¿qué más quieres?

Panini ha recopilado la estupenda labor de Fraction y Larroca en cuatro tomos de la colección Marvel Deluxe, el último de los cuales, Stark resiliente, acaba de llegar a librerías. Léanlos, no dejen que se lo cuente nadie.

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