'Ariadne auf Naxos', un homenaje "hilarante" a Richard Strauss en el Maestranza

El director de escena Joan Anton Rechi se inspira en la estancia de Imperio Argentina en Alemania para una producción que ahonda en las diferencias entre culturas y la eterna pugna entre arte y entretenimiento.

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El reparto de 'Ariadne  auf  Naxos', una producción del Maestranza.
El reparto de 'Ariadne auf Naxos', una producción del Maestranza. / Francisco J. Olmo / Agencias

El Maestranza recuerda a Richard Strauss en el 75 aniversario de su muerte con una verdadera fiesta: tres funciones de Ariadne auf Naxos, un título que no se había representado hasta ahora en el teatro del Paseo Colón y que se estrena el 14, 16 y 18 de este mes en una producción propia, revisión de un montaje anterior del Theater Regensburg, que sus responsables definen como una experiencia gozosa con “momentos hilarantes”. Un espectáculo en el que el director de escena Joan Anton Rechi se inspira en los rodajes alemanes de Imperio Argentina, se burla de los estereotipos que enfrentan al norte y al sur y de la solemnidad y el afán de trascendencia con que a veces los artistas conciben su trabajo. 

El argumento del libreto de Hugo von Hofmannsthal proporciona la munición para reírse de estos conceptos: con el propósito de complacer a sus invitados en una cena, el hombre más rico de Viena planea el despliegue de estrenar en la misma noche una ópera seria, Ariadne auf Naxos, y el vodevil con bailes Zerbinetta y sus amantes. Pero la falta de tiempo, y el deseo de llegar a los fuegos artificiales con los que se rematará la jornada, obligan a cambiar la agenda: las dos propuestas deberán interpretarse simultáneamente. 

Rechi y su equipo parten de esa premisa para cuestionarse “qué es el arte con mayúsculas” y contraponer las ínfulas de “quienes quieren pasar a la posteridad” con “la gente del oficio, una palabra que me encanta, que sólo quiere sobrevivir, tener un plato de comida caliente y un sitio donde dormir al final del día”. Un material que el director de escena plantea con un ritmo “desenfrenado”, no sólo en los fragmentos del vodevil sino también en la parte de la ópera que se representa en esa casa vienesa. “Ahí, en otras producciones, el tono se volvía serio, grandilocuente. En este mundillo nos falta poco para ponernos metafísicos y soltar un monólogo como el del final de Blade Runner”, bromea este profesional que se formó inicialmente como intérprete y que empezó a dirigir teatro antes de dar el salto a la lírica. “Pero en las cartas de Strauss a Hofmannsthal se habla de La bella Helena como referente, y queda claro que músico y libretista querían hacer una sátira”.

Ariadne auf Naxos, con la que Richard Strauss vuelve a la programación del Maestranza 15 años después del estreno en España de La mujer silenciosa, sirve a Rechi para explorar los tópicos que enturbian la visión de cada país. “En Alemania mucha gente tiene la sensación de que los españoles se rascan la pantorrilla, por decirlo educadamente, y aquí se piensa que los alemanes no saben vivir”, analiza el director andorrano, “pero con raíces en Écija y familia andaluza”, dice Rechi, que inspirado por las versiones en alemán que llegó a rodar Imperio Argentina (la película Carmen la de Triana se llamaría allí Andalusische Natche) pensó en convertir a la compañía de baile del argumento en un grupo de artistas flamencos.

Rechi admite que su revisión de Ariadne auf Naxos es “muy exigente” para el reparto, “que corre de aquí para allá, baila, se mueve, en una obra que además es muy difícil de cantar”, pero la dificultad del desafío no ha impedido que entre el equipo de esta producción reine la armonía. “En las declaraciones a la prensa parecemos happy flowers, hablamos siempre de lo bien que nos llevamos, pero a veces no es así. Aquí sí, aquí nos lo estamos pasando tan bien en los ensayos que los cantantes me van a tener que pagar un lifting por todo lo que me estoy riendo”. 

El maestro Guillermo García Calvo dirige por primera vez Ariadne auf Naxos gracias a estas funciones, pero un vínculo sentimental lo une a esta pieza: como pianista de la Ópera de Viena la tocó, recuerda, acompañando a la gran Edita Gruberova. “Para mí es un placer estar descubriendo esta obra junto a la ROSS, que se enfrenta a todo un reto con Ariadne”, ya que, tras las grandes orquestas que reunió Strauss para Salomé y Electra, “esta partitura es sólo para 36 músicos”, indica García Calvo, que sí había tomado la batuta en otros títulos del compositor como El caballero de la rosa y la citada Salomé.

En el reparto, la soprano Lianna Haroutounian, celebrada por sus interpretaciones de Verdi y Puccini, debuta en el repertorio alemán con el papel de la primadonna, Ariadne, que le permite volver al Maestranza. “Estuve con Un ballo in maschera en el momento más duro del Covid, pero incluso en una situación difícil como esa noté el apoyo del personal y del teatro. Estaba deseando volver”, señala la cantante, que pese a la “responsabilidad y la tensión” del giro en su carrera que supone este rol cree que Rechi “nos ha dado alas a todos para brillar en el escenario”. Elena Sancho Pereg, por su parte, confiesa que está “perdiendo el pudor” con Zerbinetta, “un personaje que tiene su propia vida y que habito como en un trance. Tienes que surfear esa ola, y no es fácil. Pero los intérpretes trabajamos con nuestros miedos y nuestros sentimientos, y hay que dejarse llevar, para que el espectador nos vea transparentes, como una medusa”. El actor Michael Witte, entretanto, apunta que ha podido escapar del semblante y la locución graves que otras producciones otorgan al mayordomo al que él da vida gracias a “la libertad” que le otorga Rechi, un registro más liviano que remite, precisa el director, “a comedias de los años 40 como Ser o no ser, de Lubitsch, y El gran dictador, de Chaplin”. La risa, prometen los creadores del montaje, está asegurada en esta Ariadne auf Naxos.  

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