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Un archivero sevillano arroja luz sobre la “lanza en astillero” del ‘Quijote’

Literatura

El investigador José Cabello apunta a “lista para ser usada, en ristre” como el significado correcto, un hallazgo que ha llevado a Trapiello a matizar su traducción al castellano actual del clásico cervantino

El Quijote según Andrés Trapiello

El archivero y especialista en Cervantes José Cabello Núñez posa ante el busto del autor del ‘Quijote’. / Efe
Alfredo Valenzuela (Efe)

10 de agosto 2024 - 12:24

El investigador y archivero sevillano José Cabello Núñez ha encontrado tres firmas de Cervantes y 70 documentos históricos sobre su vida y quehaceres, de los cuales ha publicado 33 y estudia ahora los otros 37, una labor que le ha posibilitado descifrar un enigma filológico: qué significa la “lanza en astillero” del arranque del Quijote.

El debate sobre la “lanza en astillero” se desató con la traducción al castellano actual de la obra cumbre de la literatura española por parte del escritor Andrés Trapiello, quien en la primera edición de su traducción de 2015 lo tradujo por “lanza ya olvidada” y posteriormente, en la edición de 2019, lo matizó para dejarlo en “lanza ya a la espera”.

Finalmente, gracias a una indicación efectuada por Cabello Núñez, en la reciente edición en dos volúmenes de Ediciones Destino –de páginas enfrentadas del original de Cervantes con la versión de Trapiello–, la traducción definitiva es “lanza en ristre”, ya que la idea de que “astillero” significaba almacén, armario o panoplia era justo la opuesta al significado real de esa expresión en época de Cervantes, según pudo demostrar el archivero con documentos históricos.

Cabello Núñez encontró una carta de 1595, diez años antes de que la empleara Cervantes en El Quijote, con la expresión “en astillero”. Esa carta además era un documento manuscrito y de carácter oficial, no literario, redactado por Juan de la Torre Hurtado, un comisario real de abastos en el ejercicio de sus funciones y, por tanto, un compañero de Cervantes durante su estancia en Sevilla y su comarca, con el que sin duda tuvo que compartir experiencias.

En esa carta, De la Torre comunicaba al proveedor Pedro Rodríguez Herrera sus dificultades para recaudar trigo para la Armada, pero también le decía que esas dificultades no las había encontrado en las localidades sevillanas de Écija y Marchena, municipio que consideró “muy afable” y que, por tanto, ya tenía el trigo y la harina listos para “ponerlos en astillero”, o sea, preparados para que los recogieran.

Es decir, la “lanza en astillero” del Quijote no era un arma olvidada y herrumbrosa, sino todo lo contrario, lista para ser usada, “en ristre” como ha acabado traduciendo Andrés Trapiello.

El malentendido con el significado de “en astillero” tardó en resolverse porque es una expresión que no registra el Diccionario de Autoridades y, como explica el propio Trapiello con cierta ironía en el prólogo a la última edición de su traducción, publicada este año, él mismo se fió de las notas de los filólogos que aseguraban que “astillero” era un armero para guardar astiles y armas.

“Algunos de esos filólogos lo ilustraban incluso con un dibujico de lo más lindo, reconstrucción pintiparada de lo que a su juicio era un astillero del que no faltarían adargas, lanzones y demás chatarra”, añade Trapiello con la ironía que caracteriza tantos de sus escritos.

Trapiello conoció personalmente a Cabello Núñez precisamente en la presentación en Sevilla de su traducción del Quijote al castellano actual, en un encuentro que, según el escritor, “parecía el principio de un relato cervantino”, en alusión a la bonhomía del archivero, “un hombre más bien tímido y desde luego discreto”.

Una vez Cabello Núñez puso al escritor en la pista, Trapiello cuenta que salieron otros ejemplos, como “ya tenéis vuestro libro en astillero” (Suárez de Figueroa, El pasajero, 1616); y “destilación (del aguardiente) en astillero” (Castillo Solórzano, La garduña de Sevilla, 1646) y varios “naipes en astillero” en otras obras.

Y constató el escritor que esas expresiones siempre tenían el mismo sentido –”mercancías o cosas ya a punto y listas para ser expedidas o utilizadas, como quedan los barcos en el astillero a la espera de empezar a navegar”–.

La pista de Cabello Núñez le fue corroborada a Trapiello por el erudito Pedro Álvarez de Miranda, lexicólogo, que le confesó: “No encuentro ningún otro texto en el que astillero signifique percha o estante para astas o lanzas”.

“Lanza en ristre”, concluye Trapiello en el prólogo a la última edición de su traducción al castellano actual, es lo que corresponde “a un personaje ya impaciente que, al decir de su autor no quería aguardar más tiempo para poner en práctica su pensamiento, que no era otro que el de salir de inmediato a buscar aventuras”. 

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