Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
Icónica Santalucía Sevilla Fest
Cuando se anunció la fecha de celebración de este concierto en Icónica Santalucía Sevilla Fest solamente estaba en el cartel el nombre de Arcade Fire, con la promesa de que se añadirían otros dos para completar la noche. Así se hizo, aunque pocas veces como esta ha estado tan difuminada la línea que separa el estatus de cabeza de cartel con la de grupos invitados, ya que anoche, antes del concierto de la banda estrella pudimos ver a !!! (Chk Chk Chk), una banda americana formada en 1996, que esperó un lustro para sacar su primer disco, base sólida sobre la que edificó una carrera que fue evolucionando claramente sobre el dance rock de mediados de la primera década del siglo y en ese empeño continúan, sin estancarse nunca, tras ocho discos más. Después, como fin de fiesta subió Orbital al escenario, el dúo de los hermanos Hartnoll, que en su cuarta década de existencia puede ser considerado de manera genuina como verdadero pionero de la música electrónica, solo hay que considerar que cuando a finales de los años 80 y primero 90 la cultura rave era el espíritu de la época, ellos subvirtieron la norma al darle su propio giro al movimiento musical.
Lo primero que debo hacer aquí es un acto de contrición. Llegué ayer con muchas dudas sobre el concierto de !!! porque a pesar de que sus canciones me gustan mucho e incluso pincho algunas de ellas en mis sesiones de DJ, la única vez que les he visto en directo no hubo conexión alguna entre nosotros. Pero es que esa ocasión fue en el festival Territorios de 2012 cuando, a las tantas de la madrugada, estaba sentado en el césped de la pradera del CAAC dejando reposar la resaca del concierto anterior que fue, nada menos, que de Iggy Pop y sus Stooges. Pero también puedo decir hoy que es increíblemente gratificante dejar que destruyan tu cinismo, como hicieron ayer Nic Offer, Meah Peace y los demás músicos de la banda. Su concierto fue dinámico, apasionado, divertido y lleno de energía, dando importancia, sobre todo, al nuevo material lanzado en el último disco, Let It Be Blue, y por fin se estableció entre ellos, yo y todo el público que continuaba llenando muy poco a poco el recinto -hasta alcanzar el número de 4.000 espectadores-, una perfecta simbiosis.
Ayer !!! traspasó los límites del movimiento post punk del que surgió y se liberó de las etiquetas de género. Fue este un concierto para esas personas que cuando les preguntas por sus gustos musicales dicen evasivamente: No sé, me gusta un poco de todo. Esta banda es perfecta para los que no saben identificar esos gustos; se movieron del rock al house, del R&B a la música disco; su sonido fue una mezcla vibrante de generaciones y géneros y su set estuvo repleto de buena música, buen rollo y todavía un poco más, como bien indicaba una de sus canciones nuevas, A Little Bit (More), que fue de las primeras en sonar en la Plaza de España.
La tendencia tan popular de hacer una gira con el disco emblemático de una banda para celebrar un aniversario importante siempre es bien recibida. En este mismo festival ya lo ha hecho Loreena McKennitt con gran éxito, interpretando uno de los suyos por completo y en el mismo orden en que las canciones aparecieron en él originalmente. Arcade Fire venía haciéndolo también en sus últimas apariciones en directo porque se cumplen 20 años de la edición de Funeral, el primer disco que lanzaron. Si bien puede que no represente el paso más ambicioso en su carrera, seamos realistas, escuchar el disco fundamental de un artista en vivo genera una alegría inmensa, sobre todo porque en este momento la banda no está en su apogeo; su último disco, WE, del que solo apareció anoche Age of Anxiety II (Rabbit Hole), que tras la intro con el Sound and Vision de Bowie fue la canción con la que iniciaron el concierto, está lejos de ser inspirador, hasta el punto de que Will Butler, hermano de Win y cuñado de Regine Chassagne, junto a los que fue la fuerza impulsora de Arcade Fire, decidió que era hora de abandonar el proyecto y se fue.
El escenario parecía una sala de estar desordenada en una casa embrujada, con instrumentos esparcidos por todo el lugar, que hacían que la enorme plataforma pareciese estrecha e íntima. La banda intercambiaba esos instrumentos regularmente; Régine alternaba entre el acordeón, la batería y las tareas vocales con aparente facilidad, mientras que Butler saltaba de las seis cuerdas al piano, incluso asumiendo el bajo para tocar algunas líneas graves y juraría que incluso lo vi a la batería. Lo que sí hizo ya desde el principio fue pasearse varias veces entre el público de la plaza, llegando incluso hasta la fuente que hay en medio para encaramarse a ella.
El tema inicial del disco, del que en realidad solamente hicieron anoche la mitad, se hizo de rogar un poco; hubo que esperar a que sonasen Creature Comfort, Reflektor y Afterlife, pero por fin llegó Neighborhood #1 (Tunnels), de gran belleza; una pieza hecha a fuego lento que construyó una atmósfera etérea instrumento por instrumento, guiada por la emotiva forma de cantar de Butler. Desde ese momento quedó claro por qué Funeral fue un disco tan influyente en la escena del rock alternativo de los años noventa. Todos los espectadores nos encendimos cuando la batería de Jeremy Gara y la guitarra eléctrica de Neighborhood #3 (Power Out) sonaron poderosamente, con los cantos efusivos de Butler catárticos y estremecedores. Tras él llegaron Rebellion (Lies) y Haití, con No Cars Go entre ellas, que contó con la más dulce de las secciones envueltas en cuerdas. Rebellion es el tipo de canción que todo compositor desearía haber escrito; su energía cruda era una celebración de la música indie; Como gran parte del trabajo de la banda, gradualmente llegó a un clímax, que culminó en un increíble solo de violín. Había algo absolutamente único en la carga sonora y emocional de estas canciones, claramente serias e íntimas. La secuencia de Everything Now seguida de Wake Up, también de aquel primer disco, con que terminaron, fue un punto álgido, siendo esta última posiblemente el trabajo más significativo en toda la discografía de la banda, y nos unió a todos como muy pocas canciones pueden hacerlo en los ecos del estribillo, con unos ooh ooooh que sonaron de manera excepcional.
Antes de llegar a estas, a pesar de los problemas técnicos sobrevenidos, que desalentaron a Butler de tal manera que llegó a quejarse amargamente de los técnicos a través del micrófono diciendo que esto no le había pasado nunca en 25 años, el encanto siguió con otro de sus clásicos, Headlights look like diamonds, hasta el golpe final con Ready to Start, uno de los himnos del rock más agudos y directos de su generación, tan contundente como discreto. Todo lo que siguió ya fueron dos bolas extras: la edificante nostalgia de The Suburbs y el espíritu liberador de Sprawl II, hasta que, finalmente, la alegría de Everything Now, transformo la plaza en un torbellino de euforia. Arcade Fire brindó exactamente el tipo de espectáculo que necesita la escena del indie rock para que quienes la miran despectivamente por encima del hombro dejen de hacerlo.
El último disco de Orbital, Optical Delusion, al contrario que el de la banda anterior, sí que mostraba que los hermanos Hartnoll tienen todavía muchísimo combustible en sus tanques de impulso. Y aunque poco extrajeron de ahí, solo tres piezas, Dirty Rats, Home y The New Abnormal, el épico concierto de anoche, fue a la vez una celebración del presente y una mirada hacia atrás, a través de las piezas de sus discos Green y Brown, de los inicios de la década de los 90, en las que notamos muchos elementos básicos del electro dance. Lush 3-1, Belfast, Chime, Remind, son citados por la mayoría de los aficionados a la música electrónica de baile como influyentes, incluso seminales. Orbital fueron anoche maestros en crear un aura completamente hipnótica con esos temas.
Del segundo disco es también Impact (The Earth Is Burning), que sigue transmitiendo fractura mental y ecocatastrofismo, ahora con un sample de Greta Thunberg: Nuestra casa está en llamas. No quiero que tengas esperanzas, quiero que entres en pánico. Con las nuevas piezas también quisieron sacudirnos socialmente y nos tiraron a la cara, por extensión a como lo hicieron con sus paisanos ingleses, aquello de disfrutad de lo votado, a través de Dirty Rat, seria y mordaz; no hay nadie más adecuado que Jason Williamson, el vocalista de Sleaford Mods, para transmitir el mensaje líricamente desde las pantallas, mientras Orbital creaba la base techno. Fue la tercera de esta noche tras el Deeper que apareció inicialmente como cara B de Chime y ahora de nuevo es aún más profundo al haberlo incluido en la edición remasterizada y extendida de su primer disco, hace poco más de dos meses y Where Is It Going?, que suena igual de fresca ahora que en su momento, cuando Orbital la usaba para cerrar sus conciertos. En medio de todo el show no faltaron las convulsiones techno de la apocalíptica Satan ni el recuerdo a la madre de los Hartnoll en Halcyon + On + On, con otro sample, esta vez de Belinda Carlisle; este tema encarna el sonido de Orbital pero también es una cápsula del tiempo de una época mucho más sencilla y menos aterradora; las notas del piano brillaron a medida que los sintetizadores subían y subían; cuando el bajo llegó con la línea lírica del la la la, a muchos se nos pusieron los ojos un poco nublados. Y como no hay dos sin tres, -en realidad sin cuatro, porque en Where ya habíamos oído a Stephen Hawking- también las voces de las Spice Girls sonaron en ese divertimento desengrasante que se llama Spicy, una versión retorcida de Wannabee. Si la gente aún no estaba embelesada, seguramente lo estaría ahora, porque era una elección perfectamente ejecutada para aumentar las buenas vibraciones.
A estas horas de la madrugada, la escucha de Belfast, evocaba en mí la sensación del sol saliendo sobre la ciudad después de toda la noche. Es una dicha que iba a tener lugar dentro de poco. El problema era, tras llegar el final definitivo con Chime, resolver el dilema de sí era mejor recibir la claridad del alba en la cama o en la churrería.
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