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Cómic

De la mano de sus respectivos autores, Pablo Portillo y Miguel Almagro, nos sumergimos en sus personales universos

Ilustración del cómic 'Cenas en sociedad'.
José Luis Vidal

12 de febrero 2023 - 08:00

Enfrentarse al maremágnum editorial que todos los meses copa las estanterías de las librerías puede convertirse en una tarea agotadora. Es por ello que, entre las docenas de coloridas portadas de los cómics, mangas y novelas gráficas es posible que de manera harto injusta pasemos de largo ante lo que nos proponen algunas pequeñas editoriales, como la sevillana Isla de Nabumbu que, con mucho esfuerzo y pasión, trata de sacar a la luz, publicar, obras que puedan interesar a ese otro tipo de lector.

Y lo hacen, a fe mía que sí. Y las dos últimas que se incorporan a su catálogo lo demuestran.

La primera de ellas, que lleva el título de Cenas de sociedad, viene firmada por Pablo Portillo, de profesión arquitecto, pero un auténtico apasionado de las viñetas y como podremos comprobar en el interior de este recetario, de los fogones.

Pero además, Portillo coge los lápices y haciendo un claro homenaje a aquellos tebeos de Bruguera con los que muchos echamos los dientes, ilustra cada cita gastronómica con unas viñetas que además van a provocar que salivemos con las sugerentes propuestas gastronómicas, hace que una sonrisa se dibuje en nuestros rostros de lectores.

Una página del cómic gastronómico.

Y es que resulta que el autor forma parte de la Sociedad Gastronómica El Majao que pese a encontrarse bastante lejos del País Vasco (concretamente en Sevilla), han adoptado la sana costumbre de reunirse semanalmente para deleitarse con uno de los grandes placeres de esta vida, la buena comida.

Los imagino cada jueves, preparándose para un auténtico festín de olores y sabores, con recetas como la de la brandada de bacalao y judías blancas, el choto con ajos o la crema borsch de Ucrania, por citar tan solo a tres de las recetas, todas ellas explicadas con extrema sencillez para que los aficionados a los fogones se lancen de cabeza a su elaboración.

Un auténtico y redondo placer, calmar las papilas gustativas y disfrutar de una divertida lectura, con más de un guiño a temas de la actualidad plasmado en sus viñetas.

Y de ahí damos un salto a través de una invisible grieta. Si miramos a través de esta rotura podemos vislumbrar otro mundo, paralelo al nuestro, pero solo visible en determinados momentos.

El guía que nos va a conducir a tan extraño lugar posee la increíble capacidad de plasmar en el papel a los habitantes de este lugar tan particular. Su nombre es Miguel Almagro y en KRAKJ!, crea una onomatopeya de la desesperación, del hastío y lo inesperado, ya que en sus páginas, como si de una inusual galería se tratara, vamos a toparnos con hombres de rostros desencajados, miradas desquiciadas, y tristes semblantes.

Portada de 'KRAKJ!', de Miguel Almagro.

¿No te has parado nunca a pensar, amigo lector, que todos aquellos junto a los que viajas en el opresivo vagón de metro o el bamboleante autobús esconden una historia que contar?

Pues bien, Almagro nos coge de la mano y, como si nos conociera de toda la vida, nos mete de cabeza en su personal mundo, hecho éste que deja una indeleble marca a todos los que pasamos por él, sobre todo debido a su personal trazo y estilo.

Esto podía ser ya suficiente como recomendación, pero el autor además acompaña a la mayoría de las ilustraciones, que ya de por sí narran una historia, con textos que sirven para ahondar aún más en ellas. A veces breves líneas, en otra relatos que nos ofrecen un completo retrato de su autor, que pese al opresivo peso de la vida diaria se niega a abandonar su auténtica pasión, el dibujo.

Y es de agradecer, ya que dentro de esta obra de sonoro título se esconde todo, las fobias y filias de un autor que venera a grandes de la literatura como H.P.Lovecraft, Edgar A. Poe, Kafka, Joseph Conrad o Borges, maestros de las letras de cuyos rostros se apropia para introducirnos en sus respectivos y muy personales universos.

Y cuando llegamos al melancólico, agridulce final de este paseo sucede algo muy especial. Y es que resulta inevitable retomarlo de nuevo, volver a recorrer los renglones de los textos, a observar, buscando nuevos detalles en el buen puñado de ilustraciones, en las que siempre vamos a encontrar algo se que se nos pasó por alto…

Ojalá que, luchando contra las imponentes olas que provocan las grandes editoriales, la pequeña pero resuelta editorial Isla de Nabumbu continúe regalándonos a los lectores obras tan interesantes como estas dos que os he presentado, para ello cuenta con el amor por el medio de Javier Alcázar y Antonio Moreno, que saben hacer magia pese a lo dificultoso que es ser editor de un pequeño sello editorial hoy en día.

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