20 años de distancia (corta)
La editora de la antología 'Cuento español actual' debate con Hipólito Navarro y Sara Mesa sobre la (estupenda) salud de la narrativa breve desde los años 90
"El lector que busca un escritor de cuentos", bromeó ayer Hipólito G. Navarro, que los escribe desde hace mucho tiempo, y excelentes, y hondos, y siempre divertidos, "es un antólogo". Se refería a la primacía de la novela, en concreto de la gorda, del tocho industrial, en las listas de venta, una dificultad con la que siempre ha tenido que lidiar este género que "es una extensión, pero también, y sobre todo, otra cosa", como apuntó a su lado Sara Mesa, y que en todo caso no le ha impedido experimentar en los últimos tiempos un estado de efervescencia extraordinariamente estimulante tanto para los lectores como para los propios autores. De esto hablaron ayer en un acto distentido y despojado de todo protocolo los citados Navarro y Mesa con la profesora Ángeles Encinar, editora de un reciente volumen publicado por Cátedra, Cuento español actual (1992-2012), que como indica ya su título se ofrece al lector como un mosaico representativo de este campo en los últimos 20 años.
Uno de los cuentos que recoge el libro es El aburrimiento, Lester, el que en 1996 dio título a un libro de Navarro, que por cierto no acaba de creer del todo en eso del renacimiento del cuento porque "renacimiento", dijo, "es lo que dicen los periodistas cuando de vez en cuando se solapan tres o cuatro antologías en las librerías", y lo cierto es que, retranca al margen, eso es lo que ha ocurrido estos últimos meses en las librerías españolas. "En realidad -añadió-, hay pocos libros de cuentos que den en la diana, difícilmente se atienden los libros uno a uno más allá de las antologías". Allí fue a dar, en la diana, en el mismo centro a tenor de la influencia que con el paso de los años han demostrado tener, ese citado libro de este escritor nacido en Huelva y sevillano de adopción, y allí también el de otro andaluz, el jerezano Juan Bonilla, con El que apaga la luz (1994), y de manera aún más tutelar para los lectores de entonces y futuros autores Velocidad de los jardines, aquella obra de Eloy Tizón publicada en 1992 que "marcó otro rumbo en el cuento español", aseguró Ángeles Encinar.
La antóloga, responsable de otro volumen colectivo de idéntico propósito al de este último, Cuento español contemporáneo (1993), dedicado a la generación o -como ella prefiere decir- a las "promociones" anteriores, encuentra en "el retorno al intimismo y a lo individual" el único rasgo -en mayor o menor medida- a los 38 autores que ha seleccionado: desde Fernando Aramburu o Ignacio Vidal-Folch y Julia Otxoa, entre los más veteranos, los nacidos aún en la década de los 50; hasta Cristian Crusat, el más joven, el único de la antología nacido en los 80 (él, en el 83); pasando por los más numerosos, que son los nacidos en los 60 y 70: aparte de los ya mencionados Navarro, Bonilla y Tizón, Pilar Adón, Felipe Benítez Reyes, Jon Bilbao, Carlos Castán, Mercedes Cebrián, Óscar Esquivias, Esther García Llovet, Ignacio Martínez de Pisón, Juan Jacinto Muñoz Rengel, Elvira Navarro, Andrés Neuman, Félix J. Palma o Javier Sáez de Ibarra...
Al margen de eso, de la escasa presencia de "visiones colectivas del mundo" en la narrativa breve española desde los años 90, y de los filtros "paródico, irónico o esperpéntico" con el que el realismo suele aparecer en sus libros, cada uno "es un mundo", explicó Encinar, porque, para empezar, esa perspectiva realista convive con multitud de registros, desde el extrañamiento teñido de ciencia-ficción a la literatura del absurdo pasando por la fantasía y muchos otros tonos o géneros.
Lo mejor de todo, dijo la antóloga, el síntoma de la "muy buena salud" del cuento español de hoy, es que "existe una convivencia de autores jóvenes y veteranos que siguen publicando", y especialmente el hecho de que ya no existe esa percepción del género como "una cosa de paso". "Si una antología representa la fotografía de un momento", dijo Sara Mesa, que no figura en la selección entre otros motivos porque ha cultivado más la novela pero que como lectora admira la exigencia de la distancia corta, "ésta es impecable" porque en aquello que muestra, 38 cuentos, 38 miradas particulares al mundo, se abre siempre la puerta a lo mejor que puede ofrecer una antología: al "descubrimiento".
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