Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
Radio comunitaria
"Radiópolis comenzó a emitir hace ahora diez años, aunque en realidad el proyecto surgió antes, a propuesta del colectivo que había en Endanza, en la calle San Luis, que constituyó en 2005 el Taller de Comunicación Radio Endanza", evoca María Limón, hoy presidenta de dicha asociación, sobre el origen de la emisora comunitaria (88.0 FM) ubicada en la antigua torre de cambio de agujas de Torneo, que estos días celebra con diversos actos su primera década en activo.
Este viernes el espacio adyacente acoge –de 17:00 a 22:00 con entrada libre– cuatro conciertos de grupos locales (V de Bragas, Sheperd, Beggar’s House y Nulo) a modo de aperitivo del Festival Radiópolis, que en su sexta edición, el próximo sábado 28, reunirá en el Monasterio de la Cartuja a Alejo & 4 Leguas, Miraflores, Círculo Vicioso, The Milkyway Express, Dientes Largos, Jambalaya Band, L-Nita DJ y una banda sorpresa. Además, la jornada de hoy sirve también para que la emisora celebre su anual maratón de radio, que entre las 12:00 y las 22:00 pasará revista a la situación actual de la cultura en Sevilla desde diversos ángulos (cine, teatro, música, editoriales, iniciativas, modelos alternativos...). Al fin y al cabo, un resumen condensado de lo que Radiópolis ha pretendido llevar a las ondas durante todos estos años, no exentos de obstáculos que a punto estuvieron de acabar con el proyecto.
Ligada en origen a los presupuestos participativos impulsados por IU, entonces en coalición municipal con el PSOE, la emisora ha vivido dos etapas bien diferenciadas, marcadas, justamente, por la concesión de ayudas desde el Consistorio. "Fue el proyecto más votado en los presupuestos participativos de 2005. En segundo lugar quedó un curso de bordado de mantones para señoras mayores", recuerda con humor Ismael González Martín, una de las voces más reconocibles de Radiópolis, director y presentador del programa El legado de Gracita Morales.
"Fue una época con programas muy potentes", apunta Limón sobre aquellos días, en los que la radio gozó de una subvención directa anual de 50.000 euros. Sin embargo, el panorama cambió radicalmente con la llegada del PP a la alcaldía en 2011. "Cuando entró Zoido se acabaron los presupuestos participativos –añade–. Alfonso Caballero, que era entonces el presidente de la asociación, nos convocó a quienes consideraba más activos y empezamos a preguntarnos qué íbamos a hacer. Hicimos una asamblea, Alfonso lo dejó y renovamos el equipo entero. Fue un momento muy duro, sin dinero y con deudas por todos lados, con la distribuidora de la señal, sin poder pagar a los técnicos... Un caos. Pero creo que la clave fue mirar hacia fuera y ver cómo se estaban planeando proyectos similares. La mayoría de medios comunitarios estaban igual que nosotros: las subvenciones se habían recortado".
Imposibilitada legalmente para emitir publicidad comercial, la solución de la emisora fue tan dura como el momento: establecer un sistema de cuotas asumido por los socios y por los colectivos y particulares detrás de la parrilla de programación. A excepción de dos técnicos de sonido y de la presidenta de la asociación, los locutores de Radiópolis nunca habían cobrado por su trabajo. Ahora, encima, tenían que pagar por hacerlo. "Por un lado establecimos cuotas de socios muy asequibles, de cinco euros mensuales; por otro, cuotas de programas, que varían entre 30 y 60 euros al mes en función de la periodicidad de emisión", explica Limón, que reconoce que aquello provocó "mucha desmoralización". "Hubo gente que, llevando mucho tiempo haciendo programas muy buenos, no admitió el sistema de cuotas. ¿No tengo dinero y voy a pagar ahora por hacer un programa? ¿De qué me estás hablando?", recuerda.
Mientras algunos abandonaban por razones obvias, otros, los que se quedaron, reforzaron lazos e implicación. "La segunda etapa sirvió para conocernos mejor. Fue el momento de decidir si nos bajábamos del carro o seguíamos adelante. Al principio, yo llegaba a la emisora, hacía mi programa, me iba y no conocía a nadie. Eso cambió", apunta González.
El segundo torpedo a la línea de flotación de la emisora llegó otra vez desde el Ayuntamiento gobernado por Juan Ignacio Zoido, que en 2014 conminó a Radiópolis a abandonar su emblemática torre, catalogada como patrimonio industrial, y trasladarse a un centro cívico. La razón argumentada fue que ese espacio formaba parte de la parcela cedida a la compañía La Imperdible para la construcción de su teatro, aunque resultara inevitable pensar en otros motivos. "Durante la primera etapa el proyecto estuvo muy vinculado a IU, porque los presupuestos participativos fueron una propuesta suya, pero yo no asumo que seamos una emisora de izquierdas. Estoy peleando todo el día contra esa idea. No nos casamos con nadie", dice Limón defendiendo la independencia de la programación, integrada hoy por 57 programas de producción propia del más variado pelaje.
"Aquello nos puso a prueba, pero la pasamos", dice González. Iniciada a finales de 2014, la campaña Radiópolis se queda movilizó a múltiples colectivos culturales y sociales de la ciudad. Y, en efecto, logró su objetivo: Zoido abandonó la alcaldía antes que Radiópolis la torre. Hoy, a falta de un informe técnico sobre su rehabilitación, la emisora ha cerrado con el gobierno de Juan Espadas un convenio de cesión por 20 años. "Con el nuevo gobierno municipal la situación ha cambiado sustancialmente –comenta Limón–. Hemos aprobado un modelo mixto de subvenciones y cuotas. Hay un apoyo implícito del área de Cultura con el pago a los grupos que este año participan en el festival. Tenemos muchas vías abiertas y, con suerte, podremos recuperar un presupuesto anual de 50.000 euros, como al comienzo".
El Festival Radiópolis, en el que este año los grupos cobrarán por primera vez, es herencia directa de aquel momento de necesidad y virtud: se organizó para recaudar fondos que evitaran el cierre de la emisora. "El primero fue en mayo de 2012 en el Alamillo –recuerda González–. Actuaron 24 grupos: Antonio Smash, Dogo, Lolo Ortega... Me costó un trabajo enorme convencer a la gente de que no podían tocar más de 15 o 20 minutos... Salió tan bien que hicimos otro en noviembre con Cathy Claret, Pájaro... Pero diluvió y tuvimos que trasladarlo a una nave en el mismo Alamillo, con un sonido horrible".
Tras cinco ediciones, la del próximo día 28 servirá para celebrar la persistencia y tenacidad de los radiopoleros con un cartel "que mezcla estilos de manera acorde a la idea de representar a todo el mundo", remata Limón.
También te puede interesar
Lo último