Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
Linternas de caza enmarcan en su haz ovalado la solitaria figura de una mujer ataviada de corsé blanco y calzado deportivo, mientras atraviesa a la carrera la oscuridad de una noche en el monte. Una atmósfera extraña, angustiante, poblada de sonidos amenazadores, en principio más propios de una película de terror psicológico que de lo que realmente es: el videoclip de una trilla, una toná campesina, árida en lo melódico, parca en la instrumentación, que aquí se solventa con una rugosa línea de bajo, un loop de voces y sintetizadores. Tiene la dificultad y profundidad del cante jondo, y no se aparta un ápice de esa condición. Se titula Araora, y es uno de los dos adelantos que la cantaora jienense Ángeles Toledano (1995) ha publicado de lo que será su primer disco, cuyo lanzamiento está previsto para septiembre bajo el sello Universal, del que por el momento se reserva el título. Cuando se le subraya lo arriesgado de la propuesta, Toledano responde a este Diario: “esto no es ser valiente, es lo que tiene que ser”.
En un mundo donde los artistas compiten por la atención de la audiencia entre los miles de estímulos que proveen las redes sociales, los flamencos asumen el reto y se embarcan en una nueva corriente visual con una actitud libérrima, donde prima una creatividad irreverente con los lugares comunes de lo jondo que, sin embargo, es fiel a la tradición musical. En ese sentido, las referencias saltan las fronteras del género y miran lejos: “No me da reparo decir que el vídeo está inspirado por un tema de Rojuu, Nomolestes”, confiesa Toledano. Es decir, aquí tenemos a una cantaora millenial abrazando lo que hace un “emo trapero” barcelonés de la generación Z. “Sí -reconoce divertida al otro lado del teléfono- soy una rata de internet, me encanta bucear ahí y encontrar cosas que me inspiren”. Un brujuleo en el que también se topó con el disco Le fil, de la cantautora francesa Camille, una influencia musical más que palpable en el arranque del cante, donde brota una sola nota alargada como una letanía.
Más clásico es el modelo de su segundo single, X las Niñas, unas alegrías de la Niña de los Peines con la guitarra de Benito Bernal, a las que Toledano ha puesto letra para narrar una historia sencilla: una noche de juerga con sus amigas. “Quería salirme del típico esquema de amor o desamor, y preferí contar una pequeña hazaña, celebrar una quedada con mis amigas en mi pueblo, y así ha quedado reflejado en el vídeo, no es muy diferente a la realidad”.
Para la dirección de ambos vídeos, Toledano ha contado con Ismael de la Trinidad y la productora Plaza bylittle, en la que han confiado estrellas del género urbano como Nathy Peluso o Bad Gyal. Sin embargo, es otro el nombre que aparece insistentemente en los comentarios del vídeo en Youtube: Rosalía. Una comparación inevitable, si sabemos reconocer a la barcelonesa como la mayor game changer del orbe jondo. Ella está en el origen de una serie de tendencias que se han filtrado hasta la escena flamenca, que han sabido aprovechar artistas ubicados en la esfera tradicional como Israel Fernández, Yerai Cortés, María José Llergo o la propia Ángeles Toledano, quien reconoce en todos ellos una fuente de inspiración: “es maravilloso ver lo que proponen los compañeros, es un gran momento para compartir lo que hacemos cada uno”.
La catalana abrió la puerta a una serie de elementos importados de otros géneros que actúan como un tónico revitalizante sobre las estructuras clásicas de los distintos palos. Todos ellos son reconocibles en los dos singles de Toledano, que desde niña transita por los caminos convencionales del cante, y para su primer álbum asimila sin reparos las características del flamenco más actual con personalidad propia: “No he sentido ningún miedo, ha sido divertidísimo, y yo si no me divierto, es un día perdido”.
El primer impacto es visual. Se asume la estética urbana, se parodia el imaginario cañí, se actualizan los outfits: desaparece el mantón y volantes, aparecen el chándal, los leggins y las transparencias, todo en ello en sintonía con una expresión corporal mucho más desenvuelta y natural, propia de la actitud casual que suelen trasmitir los perfiles de redes sociales. Nada de palmitas, ceño fruncido y silla de enea; aquí se puede correr, saltar, agitarse, sacar morritos, perrear. X las niñas podría resumirse como una pandilla de chavalas haciendo el cafre. De nuevo Toledano desvela sin complejos influencias foráneas: “en parte lo he sacado de un video de un tema que me encanta, The Outsider, de un grupo que se llama A perfect circle”.
En la producción musical, a cargo de Harto Rodríguez, se da una cálida bienvenida a los arreglos electrónicos -aparentemente inevitables en 2024- que, sin embargo, no alteran el esqueleto melódico ni rítmico de los estilos flamencos. Se observa a sí mismo un cambio de escenario. Los flamencos migran del patio andaluz y el atardecer campestre a los barrios de extrarradio, los polígonos industriales y hasta el metro, como hizo Israel Fernández en el videoclip de la bulería Despierta.
También hay un componente emocional. Impera la composición de letras propias, que reformulan las temáticas tradicionales -muchas de ellas desfasadas- para expresar experiencias más personales con un lenguaje actualizado. Así, en X las Niñas puede escucharse “Solo pido que la luna nos ilumine / y si no fuera la luna / tampoco fueran los Civiles”. Ángeles lo tiene claro: “Hay que contar las cosas acorde a nosotras y nuestro momento, hay que ser amables en ese sentido”.
La palabra “visibilidad” aparece en la conversación. Ella, que cuenta con vídeos que superan los cinco millones de visualizaciones, ¿cree que existe un peaje que imponen las redes sociales, impactar visualmente para cosechar likes y views? “No, -asegura la jienense-, yo soy una apasionada de las redes porque te permiten mostrarte tal y como eres y conectar con un montón de gente interesante, me siento muy cómoda. También soy una enamorada de la IA, que he utilizado para los rayos del final del vídeo de Araora. Bien usadas son herramientas súper divertidas”. Eso suena a buenas noticias: el flamenco se alimenta de la tradición, se relaciona con honestidad con el presente y mira con curiosidad el futuro.
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