Los ángeles y diablos que conviven en la reina del Adriático
LIBROS
La escritora Eva García Sáenz de Urturi lanza 'El ángel de la ciudad' (Planeta), el cuarto volumen de la saga Kraken ambientado en Venecia
"Hay un sentido de urgencia poco realista en el que se nos exige que cada año escribamos una novela"
Las columnas de San Marco, coronada por el famoso león alado que simboliza la ciudad, y la de San Teodoro son la puerta invisible que dan la bienvenida a Venecia. Lo normal es que el espacio que separa ambos pilares esté atestado por turistas haciéndose fotos, pero un autóctono procurará no pasar entre ellas porque dicen que atrae a la mala suerte al haber sido el patíbulo en el que se ejecutaron las penas de muerte hasta el siglo XVIII. Lo cierto es que la capital europea de los canales, las góndolas y los palazzos esconde un sinfín de leyendas y fábulas. Este enclave, además de ser una de las mecas italianas para los viajeros y la cuna del primer Corán en árabe y de las primeras partituras, ha sido el escenario elegido por la escritora Eva García Sáenz de Urturi para desarrollar su nuevo libro El ángel de la ciudad (Planeta).
Una obra que baila con soltura entre dos períodos, 1992 y 2022, y entre dos ciudades, Vitoria y Venecia, para dar continuidad a la saga del inspector Unai López de Ayala, más conocido como Kraken por los millones de lectores que han seguido sus aventuras desde que debutó en 2016 con El silencio de la ciudad blanca, sumó adeptos en Los ritos del agua y se consolidó con Los señores del tiempo.
"Venecia es una ciudad muy dada a las leyendas sobre brujas y diablos. Tenía mucho interés en hacer una novela que recogiera algunas de las principales fábulas de la ciudad", explica la escritora y, con esta premisa, ha trazado un thriller que parte del incendio de un palacio en la isla veneciana de Santa Cristina para dar forma a toda una trama que entrelaza dos mundos que, en esta novela, se dan la mano: la falsificación de arte y la bibliofilia.
La escritora, apasionada por todo lo relacionado con las pinturas y los libros, se decidió a abordar estos temas en su obra cuando paseaba por la zona del Campo San Vidal. En este espacio, que desemboca en el emblemático Puente de la Academia, se ubica una casa cercada por un bucólico jardín que evocó a la escritora para enclavar la vivienda de Ítaca, la madre de Kraken y uno de los personajes más fuertes de la saga con el peculiar oficio de falsificadora de piezas de arte.
"Eres una reencarnación de tu hermano muerto"
Desde esta ubicación se puede avistar, en el margen derecho del Gran Canal, el Museo Guggenheim, donde se encuentra la escultura El ángel de la ciudad de Marino Marini, que da nombre al libro. Además, esta pinacoteca atesora la historia de una de las grandes obsesiones de Dalí: El Ángelus de Jean-François Millet.
El de Figueres realizó hasta ocho versiones de esta obra que retrata a dos campesinos que se inclinan sobre lo que es, al parecer, una cesta con frutos. En realidad, tras una exhaustiva radiografía del lienzo realizada por el Louvre, se descubrió que los campesinos rezan delante de un ataúd de pequeño tamaño. El de un niño. Una realidad que agravó la crisis de identidad de Dalí, que tuvo un hermano con el mismo nombre antes de que él naciera y que murió siendo un bebé. "Eres una reencarnación de tu hermano muerto", llegó a decirle su padre.
Eva García Sáenz de Urturi recalca que éste podría considerarse como un caso de falsificación. De hecho, las diferentes reinterpretaciones realizadas por Dalí se encuentran en la Colección Peggy Guggenheim y es, precisamente, la ambición por unirlas la que conduce a Ítaca a descubrir esta serie en la pinacoteca y a conocer a varios personajes de la novela.
La leyenda del Puente Rialto: un pacto con el diablo
Esta trágica historia no es la única que la autora desarrolla en la obra, ni el único enclave veneciano en el que se detiene. "Una parte importante de la trama tiene que ver con las leyendas de la ciudad, he reflejado la contraposición entre los diablos y los ángeles protectores que viven en Venecia", subraya la escritora. Precisamente, una de las fábulas que reflejan esta dualidad en la novela es la del Puente Rialto.
Cuando se estaba construyendo la más antigua de las pasarelas venecianas en el siglo XVII, el diablo le dijo a su arquitecto, Antonio da Ponte, que le permitiría edificarlo a cambio del alma del primer ser vivo que lo cruzara. En un amago de astucia, el constructor pensó en poner un gallo el día de la inauguración. Pero ya se sabe el dicho. El maligno engañó a la mujer del arquitecto, que estaba embarazada, para que lo cruzara. Finalmente, da Ponte y el diablo pactaron que se llevaría el alma de su hijo, que nació muerto. "Los venecianos cuentan que por las noches se escuchan los llantos del bebé", indica la escritora.
Las góndolas protegen los ejemplares de Acqua Alta
Otro enclave que la autora no ha querido dejar pasar por alto es la hermosa librería Acqua Alta, en el corazón de la capital de los canales. Los libros se apilan en góndolas y en bañeras aguardando la llegada de curiosos, turistas y libreros de todo el mundo. El motivo de estas singulares estanterías es que los ejemplares no son inmunes a los efectos de las subidas del agua.
Para salvarlos, el librero Luigi Frizzo, que también aparece en El ángel de la ciudad con un pseudónimo, ideó esta peculiar solución. Frizzo dejó muchas enciclopedias en el patio que se han endurecido con el paso inevitable del tiempo y la humedad, conformando una escalera por la que se puede subir si se tiene paciencia para aguardar la cola. Precisamente, la astucia y la perseverancia de los libreros es otra de las grandes ideas que Eva García Sáenz de Urturi ha dejado brillar.
Pero El ángel de la ciudad no sólo ahonda en aquellas fábulas y leyendas de la ciudad que no quieren caer en el olvido. La vitoriana ha querido poner en valor la forma de vida de los venecianos, cada vez más hostigados por un turismo masivo que los obliga a abandonar a la reina del Adriático. Actualmente, apenas 50.000 venecianos residen en la urbe. De hecho, hay que alejarse de las calles más céntricas, las que están declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, para descubrir ciertos vestigios de vida local. Ventanas con ropa tendida, comercios de cercanía, o colegios con pequeños formando el característico alboroto en el interior de sus muros.
Esta obra invita a descubrir las luces y sombras de la ciudad, sus rincones más profundos y los secretos que esconden los palacios y canales cuando los vaporettos dejan de rugir. Pero además, perpetúa las leyendas de los venecianos para que su identidad y tradiciones no caigan en el olvido y para que la ciudad siga siendo real. Más allá de mantener su impronta de escenario de película.
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