Andrea Morricone: “Para la música, es tan importante el corazón como el conocimiento”
Andrea Morricone | Compositor y director de orquesta
El músico italiano ofrece el próximo viernes en Fibes un concierto, ‘Notas del alma’, en el que se abrazan la obra de su padre y la suya, los momentos íntimos con la espectacularidad
Banda sonora de película para una noche única
El fenómeno Morricone
El próximo día 27 vuelve a nuestra ciudad Andrea Morricone para presentar en el recinto del Fibes un espectáculo llamado Notas del alma, en compañía de la pianista Cecilia Grillo y el barítono Alessio Quaresma Escobar, en el que también participarán la Orquesta Sinfónica de Triana y la Escolanía Domus Carmina, el grupo de cantores de voces blancas y adultas que tiene su sede al lado del Museo de Sevilla, que tendrá un papel importantísimo en la interpretación de dos piezas que podremos escuchar aquí en riguroso estreno mundial: Tango Forte y Danza por la Vida; tan nuevas que la primera de ellas todavía se encuentra en proceso de preparación. “En el momento en que supe que el cuerpo de baile iba a ser más reducido pensé en hacer una variante para adaptarla al compás diferente del tango habitual, porque esta tiene el que solía usar Astor Piazzolla, y en este momento la estoy elaborando”, nos cuenta el maestro italiano.
Cuando el año pasado Andrea Morricone estuvo participando en Icónica Santalucía Sevilla Fest presentó un programa que era una celebración de la música de su padre, el gran Ennio, en el que solo se interpretaron dos composiciones suyas, Theme For Ennio, escrita precisamente para su padre, y el Tema de amor de Cinema Paradiso, sin embargo, en esta nueva aparición sevillana el número de piezas interpretadas estará al mismo nivel entre padre e hijo. “La mitad de la música será mía y la otra mitad de mi padre, pero toda elaborada por mí”, nos confirma Morricone. Entre las de Ennio figurarán piezas compuestas para las películas Érase una vez en el Oeste, El bueno, el feo y el malo, Érase una vez en América, El desierto de los tártaros, La Misión, Cinema Paradiso, aquella de La Califa en la que todos los adolescentes de los años 70 como yo nos enamoramos de una mujer mayor como Romy Schneider; también el tema principal de Malena o la sintonía de la serie de televisión Nostromo. De Andrea Morricone, además de las dos citadas del año pasado y de las dos que se van a estrenar en este concierto, sonarán también canciones como La fiesta, de la banda sonora de L’Industriale, o La fuerza de la sonrisa, que compuso para la Expo de Milán de 2015 y Quaresma elevará con su gran voz por encima de las cumbres que alcanzó Andrea Bocelli en su versión original.
Mientras conversábamos sobre el concierto, a Morricone le llamó la atención el cartel anunciador del mismo, colocado a nuestras espaldas, en el que se ve a su padre y a él en el clásico gesto de dirigir una orquesta con la batuta. “Esta foto ha revuelto mi mente del tirón”, confesaba, con aire melancólico. “El gesto de mi padre con las dos manos levantadas. Cuando él dirigía la orquesta solía utilizar las dos manos. Yo dirijo con la derecha detrás y la mano izquierda más expuesta, como si fuese un torero”. Nos confesó también que prefiere su faceta de director de orquesta por encima de la de intérprete -en este concierto tocará el pianoforte- e incluso de la de compositor. “Me encanta dirigir. La dirección es muy importante para un compositor. Cuando dirijo, me centro mucho en los detalles y les dedico mucho tiempo hasta tener muy claras las ideas de todo lo que quiero. A los músicos les va bien eso, porque entienden, a través del director, lo que quería expresar el compositor”. Incido en ese aspecto para interesarme sobre si su forma de componer se basa más en las enseñanzas y cercanía de su padre o en las obras de otros autores modernos o clásicos. “No me inspiro en las imágenes”, asegura. “La inspiración es algo que encuentro en mí mismo, algo que escucho en mi interior. Escucho la música que me sale del corazón, del alma”. Estas frases parecen entrar en contradicción con el pensamiento de alguien como él, que siempre ha defendido que la música es un arte tan perfecto porque se basa en las matemáticas. “Sí; en ambas cosas, los números y el corazón. En el sentido de que la inspiración es el corazón, pero también es importante el conocimiento, ya que sin este, y solo con el corazón, no se puede llegar a expresar lo que uno quiere. Si no existieran los números sería imposible componer; pero, por supuesto, la inspiración de las primeras notas de un tema no viene de los números, sino de mi corazón”.
A los jóvenes les aconsejaría que den con el maestro adecuado, pero que sepan hacia dónde quieren ir”
Siendo consciente de la diversidad entre padre e hijo, Andrea Morricone comenzó a hacer música sobre una base que le proporcionaba estar junto a Ennio, algo de lo que carecen los jóvenes que inician su carrera. “He tenido una gran enseñanza en casa, he escuchado mucha música, sí; pero luego he tenido que estudiar, que formarme. Mi personalidad musical está absolutamente al otro extremo que la de mi padre. Tengo un enfoque más general de la música que no está vinculado únicamente a las películas. A los jóvenes les aconsejaría que encuentren al maestro adecuado para que les enseñe, pero que sepan con seguridad hacia dónde quieren ir. Que tengan en cuenta que no siempre los grandes compositores son buenos maestros, como tampoco un buen maestro tiene por qué ser un buen compositor”.
El nombre de Andrea Morricone siempre viene asociado al de su padre, pero, sabiendo que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, resulta extraño que nunca salga a la luz la figura de su madre, Maria Travia. “Es cierto. Las mujeres son siempre más fuertes que los hombres”, asevera con rotundidad. “A mí me inspira muchísimo mi esposa. Y mi madre fue la que hizo que yo estudiase música; ella fue el nexo de mi unión con mi padre y la que me daba el valor y la determinación. Cuando yo me ponía a tocar el piano en casa, ella llamaba a mi padre para que viniese a escucharme. Desde el primer momento ella vio en mí la capacidad de seguir a mi padre musicalmente. Y eso es lo que sucedió”. Esta figura materna estará también muy presente en el concierto del Fibes porque en el repertorio se encuentra la canción Se telefonando, de la que su madre fue quien escribió la letra. Originalmente la cantaba Mina y aquí sonará en la voz de Quaresma, acompañada por el sonido del pianoforte. Será una maravillosa forma de darnos cuenta de que la música de Ennio Morricone no solo brillaba en la oscuridad de una sala de cine, sino que adquiere una dimensión aún mayor con los arreglos de Andrea para la luz de una sala de conciertos, algo en lo que él comparte mi opinión. “Hoy en día, la máxima expresión de su música se encuentra en una gran sala de conciertos”.
La conversación, marcada por la escasez del tiempo disponible, derivó hacia la relación de su padre con España, e incluso con Sevilla concretamente. “La primera vinculación que tuvo con España fue a través de las películas de lo que en aquel momento se llamaba Spaghetti Western, que se rodaban en Almería, con la dirección de Sergio Leone y otros directores tanto italianos como españoles”. Le cité también las bandas sonoras que compuso para dos películas españolas bastante conocidas: Átame, de Almodóvar y La luz prodigiosa de Miguel Hermoso, y se quedó perplejo cuando le dije que un par de temas de La Misión: el Ave María Guaraní y Gabriel’s Oboe, habían sido adaptados como marchas procesionales por agrupaciones musicales de la Semana Santa sevillana. “Sí; mi padre amaba mucho a España. Y en particular a Sevilla. Aquí hizo un concierto -en el Teatro de la Maestranza en 1999, con la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla- y me dijo que era maravillosa la orquesta que había tenido en directo. Recuerdo la grandísima impresión que le causó. También disfrutó de su unión con Pontecorvo para otra película española, Operación Ogro, en la que alguna composición tenía una esencia de España muy perceptible. Él escribió también una obra, Música Absoluta, en la que el tercer concierto, para guitarra, marimba y trío de cuerdas, la protagonista absoluta es la guitarra, que como sabemos, es uno de los instrumentos más representativos de la música española. En ese concierto se siente el saborcito a España”.
Mi padre, como padre, era muy silencioso, apenas decía nada. Se expresaba a través de la música”
Se le nota a Andrea la devoción y el respeto cuando evoca a su padre. Le pregunto si Ennio era muy diferente como padre y como genio de la música. “Sí, eran muy diferentes”, dice convencido. “Porque mi padre estaba muy dedicado a su trabajo. Como padre era muy silencioso, apenas decía nada, se expresaba mucho mejor a través de la música. Esa es una elección de vida que uno hace. Yo, por ejemplo, sí hablo mucho con mis hijos”. Con tamaña consagración al trabajo, seguramente existirán composiciones de Ennio Morricone que todavía no conozcamos, “Muchísimas”, me confirma su hijo. “Hay muchos trabajos inéditos que nadie conoce, pero las partituras más importantes están todas publicadas”.
Terminamos la charla hablando sobre el concierto del día 27, que Andrea Morricone ha planteado como una importante síntesis del trabajo suyo y de su padre. Un abrazo, también, entre la música interpretada de forma más íntima por él al pianoforte y Grillo al piano, y la grandeza de las espectaculares piezas que todos conocemos.
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