Encuentro de la Fundación Cajasol
Las Jornadas Cervantinas acercan el lado más desconocido de Cervantes en Castro del Río (Córdoba)
Cómics
Sic Transit o la muerte de Olivares. Javier de Juan. Reino de Cordelia. 80 páginas. 17,95 euros.
Dice Javier de Juan en el prólogo de Sic Transit o la muerte de Olivares: "En 1984 solo dos cosas parecían importantes de verdad. Importantes y definitivas: el Amor y la Muerte". Aquel fue el año en que vio la luz por primera vez esta encantadora novela gráfica de motivos taurinos, número 5 de la primorosa (y breve) colección Imposible de Arrebato Editorial, donde compartía cartel con Micharmut, Sento, Calatayud, Max y el mismísimo Gary Panter. De Juan (Linares, Jaén, 1958) era por entonces una de las cabezas visibles de la revista Madriz, luminaria de la movida hecha cómic, y desplegaba su raro ingenio en ilustraciones y carteles. "El pasado estaba roto", escribe De Juan, "o terminando de romperse. El futuro permanecía guardado en un cajón. Y el presente estaba nuevo, recién estrenado".
Un buen día, sin previo aviso, el futuro nos alcanzó. Y aquella generación irredenta (los Raúl, Del Barrio, Ceesepé, Ana Juan, López Cruces, Victoria Martos, el mismo De Juan) se fue alejando del desierto del cómic español, emigrando a ambientes más templados. Cierto es que el autor de Sic Transit siempre fue un historietista ocasional, y desde el inicio compaginó las viñetas con la ilustración, el diseño, la pintura, pero la estulticia del mercado nos privó de más ocasiones. Tiempos de miopía, Días de batiscafo, Sombreros & fracs, o en esas estamos, Un exilio mediopensionista son otros experimentos agraciados con la estética fresca y la divertida poética de un artista irrepetible.
"Releo ahora el Sic Transit y me sigue interesando la historia, y los personajes", añade De Juan en su prólogo; "cambiaría algunas cosas, pocas. Desde luego la muerte se ve distinta después de haber vivido". Yo también lo he releído, y lo he encontrado tan fascinante como entonces, tan grave y tan jovial, como la propia fiesta nacional, que aquí es una excusa para emborronar la página de belleza. Advertía de ello el dibujante en una nota previa, impresa para desvincular la tragedia de Olivares de la del célebre Paquirri, muerto también en 1984: "Las páginas que siguen no están ligadas en modo alguno a este luctuoso suceso, es más, ésta no es una historieta de toros y toreros, sino de vida y muerte, la cosa taurina no es más que una excusa". Ah, pero la nota también reza: "la muerte de Paquirri en Pozoblanco (Córdoba) pone de manifiesto que la grandeza del toreo sigue estando ahí, en que la muerte es un elemento más de la fiesta; la fiesta de los que por amor a la vida se burlan de la muerte".
Reino de Cordelia, editorial inteligente, inquieta y cuidadosa, ha tenido a bien reeditar Sic Transit o la muerte de Olivares para los que la leímos entonces y, sobre todo, para los que no han tenido aún ocasión de saborearla. Y lo ha hecho en un formato generoso, de mayor tamaño que la lejana primera edición, con sobrecubierta a color, el prólogo del autor que les ando citando, un nuevo y nutrido apartado con bocetos y más ilustraciones de toros y toreros. Es toda una fiesta, o, mejor dicho, todo es una fiesta.
También te puede interesar
Encuentro de la Fundación Cajasol
Las Jornadas Cervantinas acercan el lado más desconocido de Cervantes en Castro del Río (Córdoba)
Marco Socías | Crítica
Guitarra elegante y elocuente
Lo último