Para los amantes de Flotats

Crítica teatro

Rosalía Gómez

26 de marzo 2010 - 05:00

Autor: Jean-claude Brisville. Espacio escénico, figurines, versión y dirección: Josep Maria Flotats. Intérpretes: Josep Maria Flotats y Albert Triola. Diseño de Iluminación: Albert Faura. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: Jueves 25 de marzo. Aforo: Tres cuartos de entrada.

Debe de ser muy difícil, en estos tiempos de recortes para el arte, renunciar a una fórmula ganadora como la que Josep Maria Flotats, el grandísimo actor catalán, encontró en su último trabajo, La cena. No puede reprochársele por tanto que haya continuado en esa dirección, con otra pieza del octogenario Brisville. Esta vez un diálogo inventado sobre el encuentro real que en 1647 mantuvieron en París René Descartes y Blaise Pascal.

Sobre un sobrio y negro escenario alumbrado por un candelabro, las dos figuras, como sacadas de un cuadro de Rembrandt, permanecen todo el tiempo en escena y tratan de darle vida a un texto completamente discursivo en el que, poco a poco, sin grandes puntas dramáticas, van apareciendo muchos de los pilares sobre los que se ha basado la modernidad. La única acción es la de las dos mentes que se enfrentan con un claro perdedor: un joven Pascal del que, en favor de la grandeza razonadora del autor del Discurso, Brisville reduce a su condición de enfermo y de jansenista fanático, obviando casi sus grandes aportaciones a las matemáticas y a la física.

El montaje discurre así, sobrio y sin grandes sorpresas, pero el buen oficio -sobre todo el de Flotats a la hora de matizar el texto- hace que sus muchos admiradores, si no conmovidos, tampoco se marchen decepcionados.

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