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Una odisea bajo las bombas
CINE
"Porque las cosas están cambiando. Pero no han cambiado todavía". Esta es la premisa de la ópera prima del cineasta malagueño Alejandro Marín que lleva hoy a la gran pantalla su largometraje Te estoy amando locamente. Este largometraje realiza un viaje hacia una de las grandes luchas sociales vividas durante la Transición: la abolición de la Ley de Peligrosidad Social. Pero hasta alcanzar este hito, el colectivo Lgtbi tuvo que pelear contra viento y marea. No sólo contra la justicia. También contra los estigmas, los murmullos, el qué dirán, la represión (política y social) y las abominables terapias de electroshock.
El largometraje transporta al espectador hasta la Sevilla de 1977 para contar la historia del Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria y sus integrantes. El actor Omar Banana, en la piel del joven estudiante Miguel, entra en contacto con este grupo que lucha en la clandestinidad, aunque su sede principal estuvo enclavada nada más y nada menos que en el Palacio Arzobispal de la plaza Virgen de los Reyes, justo delante de la Catedral. Su madre, Reme, que interpreta Ana Wagener, anhela que su hijo estudio la carrera de Derecho. Sin embargo, el verdadero deseo de Miguel es cantar en un televisivo talent show.
Con esta confrontación de sueños, y teniendo en cuenta que la homosexualidad dejó de ser delito en 1988, se desarrolla toda una trama en la que el amor incondicional entre madre e hijo, la amistad más sincera, la comedia social, la reivindicación y el activismo encuentran el equilibrio perfecto.
"Es un homenaje a todos estos activistas. De algún modo, me sentía en deuda con los inicios de la lucha, porque el Orgullo se ha transformado en sólo fiesta y creo que tiene que tiene que ir acompañado de la reivindicación", explica su director a Diario de Sevilla. La cinta ha contado con un elenco compuesto por Alba Flores, Carmen Orellana, La Dani, Lola Buzón, Alex de la Croix, Jesús Carroza, Mari Paz Sayago, Manuel Morón y Pepa Gracia.
A pesar de que su contexto pasó hace apenas 46 años, es una parte de la historia bastante desconocida. De hecho, el proceso de documentación e investigación ha durado casi cinco años. Alejandro Marín comenzó el máster de Ópera Prima que oferta la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña, en Barcelona. Ese verano se enteró que, justo ese año, se celebraba el 40 aniversario de la primera manifestación Lgtbi en la ciudad condal. "Hablé con Carmen Garrido, la otra guionista de la película, y vimos el filón por diferentes motivos", indica el director.
El primero y más evidente: el desconocimiento general sobre esta movilización. Pero además, desgranaron el desarrollo de las terapias de electroshock y la propia Ley de Peligrosidad Social. "Esto tenía que conocerse, porque pasó hace muy poco y es muy llamativo que no sepamos nada sobre este episodio de nuestra historia", recalca e indica además que cuando se plantearon llevar la historia al séptimo arte coincidió con un repunte de los delitos de odio por esta cuestión. Agresiones que sucedieron de forma pareja al aumento de los discursos contra el colectivo por parte de los propios dirigentes.
"De repente todo cuadró. Entrevistamos a Mar Cambrollé y empezamos a recoger testimonios reales con la idea de hacer esta película ficcionada, pero en la que se iban introduciendo algunos elementos históricos para acabar en la manifestación final", que fue la primera concentración que el colectivo Lgtbi celebró en Sevilla.
El equipo ha tratado de retratar este momento de una manera fiel utilizando como guía varias instantáneas de la época. "Hemos intentado reproducirlo con rigor. Cuando sale la primera fotografía al final de la película con la pancarta real, de repente toda cobra muchísimo sentido", manifiesta Alejandro Marín. "Aunque sea una historia de ficción, es una manera de dejar claro que nos hemos inspirado en personas reales a las que les debemos mucho".
Pero esta movilización fue el culmen de muchos años en la más absoluta clandestinidad. Aunque parezca paradójico, la Iglesia jugó un papel fundamental para que los encuentros pudieran llevarse a cabo: "Esto fue lo que nos enamoró al hablar con Mar Cambrollé. Fue clave para decidirnos a tirar para adelante con la historia, porque era una paradoja preciosa".
En este sentido, el director remarca que la lucha del colectivo "era transversal" y participaron algunos curas "que estaban al tanto pero, de cara a la galería, no podían apoyar al movimiento y aún así les dejaron los salones” para sus reuniones. Aunque deja claro que no han pretendido "blanquear la Iglesia", sí que considera "bonito" el papel que interpretaron algunos de sus miembros. “Algo que solo podía pasar en Andalucía”, indica el director.
Lo que sí pone de relieve la película es la relación maternofilial. En aquella época era muy "fácil" encontrar a una madre que no aceptara a su hijo por ser homosexual. Por este motivo, "creamos muchas capas y matices en Reme para hacerla más real y que no fuera un arquetipo".
El resultado ha sido una película llena de luz y color "que remarca la faceta de estas personas como héroes, en lugar de como víctimas. Fueron muy valientes".
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