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En defensa de los Álvarez Quintero

Festival de Sevilla

Alfonso Sánchez dirige 'Sembrando sueños', un filme que devuelve al pedestal a unos dramaturgos a los que el tiempo no ha hecho justicia

Vigencia de los Álvarez Quintero

El Cervantes reanuda su amor con Sevilla

Alfonso Sánchez, fotografiado en el Hotel NH Collection de Sevilla. / Antonio Pizarro

Cuando Arturo Pérez-Reverte y Jesús Vigorra le propusieron a Alfonso Sánchez representar unos sainetes de los Álvarez Quintero, con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Serafín, el actor y director de proyectos como El mundo es nuestro y Para toda la muerte no sospechaba el impacto que tendría en él aquel encargo. Seducido por la viveza y el ingenio de los dramaturgos, Sánchez prolongó su entusiasmo con un espectáculo y una gira en los que, frente a esa etiqueta de teatro apolillado que colgaba sobre los utreranos, un reparto compuesto por Alberto López, Carmen Canivell, Antonia Gómez y él mismo festejaba la alegría de vivir y la actualidad de los tipos humanos de aquellos textos. Esa historia de devoción y agradecimiento continúa ahora con Sembrando sueños, el documental con el que Mundoficción, la productora de los compadres, da una nueva solidez al perfil desdibujado por el tiempo de los autores de El patio o Malvaloca.

"¿Hay público para los Álvarez Quintero?", se preguntan Sánchez y sus compañeros al inicio del filme, cuando comenzaban a familiarizarse con esos sainetes. "Hay mucho público, sí", responde el intérprete en una entrevista de promoción del documental en el Festival de Sevilla. "El problema es que hay muchos prejuicios por parte de los programadores. Nos lo estamos encontrando con el Homenaje a los Álvarez Quintero, les ofreces un espectáculo que ha triunfado en Sevilla y que donde va lo revienta, y te expresan sus dudas. Pero les planteas un Shakespeare o un Lorca y te lo compran del tirón", observa.

Los Álvarez Quintero, en un fotograma del filme. / D. S.

Sembrando sueños se proyectó el pasado sábado en el Cine Cervantes de Sevilla, el recinto en el que los dramaturgos debutaron en la cartelera teatral con Esgrima y amor. "Fue mágico pensar que unos chavales de Utrera escribieran una obra, jugando casi, y que esa primera función se celebrara en un teatro en el que mucho tiempo después [la pieza se estrenó en 1888] otro sevillano estrenará un documental sobre ellos. Resulta muy emocionante cómo se cierra el círculo".

En el documental, cuyo guión ha escrito Ana Graciani y en el que ofrecen sus testimonios las profesoras Lola Pons y Marta Palenque, los cómicos Santiago Segura y José Mota o los escritores Pérez-Reverte y José Luis Alonso de Santos, entre otros, se repasa la carrera de unos creadores tan prolíficos –con más de 200 títulos llevados a escena– que fueron rebautizados como los hermanos Tintero. "Y lo interesante", analiza Sánchez, "es que nunca perdieron esa mirada de cuando fueron niños. Siguieron habitando un mundo de belleza, de bondad, de alegría".

‘Becqueriana’, una ópera que escribieron para María Rodrigo basada en versos de Bécquer.

Su afán por entretener, sin embargo, se ganó las críticas de quienes pensaban que ese retrato costumbrista y amable de Andalucía escondía la amargura del trabajo en el campo, los sinsabores de la miseria. "Ellos", sostiene el actor y director, "eran plenamente conscientes de la situación en la que vivían, advertían la crispación que había a su alrededor, que se tradujo en dos guerras mundiales y una guerra civil. Y tomaron la decisión de que el público que fuera a ver sus obras saliera feliz, saliera curado". Alonso de Santos apunta una idea conmovedora en su intervención: que los Álvarez Quintero defendían en su teatro que las vidas humildes reservaban una insospechada grandeza.

Si bien la producción de los hermanos fue bendecida por intelectuales como Azorín o Cernuda, Valle-Inclán llegó a sugerir con sarcasmo el fusilamiento de los hermanos como solución para "arreglar" el teatro español. "Como dice Juan Carlos Rubio, ese comentario refleja el éxito bestial que tuvieron, la manera en que monopolizaban la escena del momento", comenta Sánchez.

“Son conscientes de la crispación de su tiempo, y se proponen que el público salga feliz de sus obras”

Sembrando sueños recoge la inseguridad de los actores al adentrarse en los textos, el progresivo encantamiento que viven. "Si lees las obras tal como están, con sus pausas, sus eses y sus zetas, con sus comas, son como partituras, te das cuenta de que está hablando el personaje. Pero como actor tienes que entregarte, respetar lo escrito y no tratarlo como una obra menor".

En el largometraje se debate la acusación de machistas que pesa sobre los autores, una denuncia que Sánchez rebate. "En ese tiempo la mujer no tiene opciones apenas de salir del hogar, y ¿qué hacen ellos? Se meten en la casa y empiezan a hablar de las inquietudes de esas mujeres de puertas para adentro. Entienden los personajes femeninos, fueron los Almodóvar de esa época. Pardo Bazán carga contra ellos, pero porque era una visionaria: muchas de sus reclamaciones son pertinentes hoy, en 2023".

Sembrando sueños cuenta cómo, tras morir Serafín en 1938, Joaquín siguió firmando las obras con los dos nombres, para perplejidad de la censura. "Tuve el privilegio", dice Sánchez, "de ser el primer actor que estrenó profesionalmente uno de esos textos, Filosofía alcohólica. Hay allí una reflexión sobre la vida y la muerte que es una barbaridad. Quizás la pérdida de su hermano le dio a Joaquín una profundidad nueva".

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