Exquisitices francesas
Alla Vera Spagnola | Crítica

La ficha
Alla Vera Spagnola
**** XIX Noches en los Jardines del Real Alcázar. Alla Vera Spagnola: Rocío de Frutos, soprano; Ventura Rico, viola da gamba; Alejandro Casal, órgano. Programa: ‘Música en tiempos de Couperin’ (obras de Guillaume-Gabriel Nivers, Jean-Philippe Rameau, Louis Couperin, François Couperin y Marc-Antoine Charpentier). Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: Jueves, 9 de agosto. Aforo: Lleno.
Aunque las raíces de la querella apuntan a profundas diatribas doctrinales (la disputa entre armonía e invención, por citar a Vivaldi) ha subsistido la idea del choque entre estilos nacionales: el italiano, popular, espontáneo, brillante, virtuosístico; el francés, aristocrático, racionalista, refinado, austero. Que el primero se haya impuesto entre los melómanos y domine las programaciones de música barroca no es extraño. Así que la música francesa del período ha quedado confinada en manos de especialistas.
Pero de vez en cuando se rompen las normas, y aparecen programas tan estimulantes como el que ofrecieron estos tres músicos sevillanos. Con preludio e interludios instrumentales (sorprendente la obra, llena de cromatismos, de Louis Couperin), se sucedieron una cantata de Rameau, una lección de tinieblas de Couperin (el Grande), tres piececitas de Charpentier y, ya en la propina, la famosa aria española de Le Bourgeois Gentilhomme de Lully.
Se relaciona más a Rocío de Frutos con repertorios españoles e italianos y con la polifonía, pero, muy bien acompañada en el continuo, estuvo espléndida en una música muy exigente en el terreno de la declamación y de la prosodia, que dijo con autoridad articulatoria y variedad expresiva. Tanto en la cantata de Rameau (Ventura Rico puso intensidad y pasión en la virtuosa parte de viola) como en Couperin, la soprano sevillana fue de menos a más. Algo fría en el arranque de la cantata, le fue mejor el aria ligera que la alegre, mientras que los roces en las agilidades de la primera inicial de la lamentación desaparecieron en el resto de la pieza. Deliciosas las arias, algo italianizantes, de Charpentier, y muy sentida la versallesca muerte de amor de Lully.
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