Cuidado con la 'cyberpornochacha'

En la estela de títulos recientes como Ex Machina o M3GAN pero en clave baratuna y con producción en un Este europeo (la película está rodada en Bulgaria) que se hace pasar por Estados Unidos, Alice (Subservience) sigue especulando con el viejo asunto de la rebelión de las máquinas en un presente distópico donde hasta los obreros de la construcción (Michele Morrone, horrible y gesticulante como todos sus compañeros de reparto) pueden permitirse contratar a una niñera cibernética de última generación para hacerse cargo de sus hijos, su mujer enferma y las tareas de la casa.

Megan Fox le pone carga erótico-festiva al asunto y se ajusta a la perfección al personaje en su propia fisonomía inexpresiva pulida a golpe de bisturí, maquillaje e inyecciones. Al fin y al cabo es ella el principal reclamo de una película de serie Z que transita por los peores y más trillados senderos del melodrama familiar y el thriller cuando nuestra cyberchacha se desconecta de sus obligaciones protectoras para emprender por su cuenta una escalada de seducción y ajuste de cuentas que supuestamente nos alerta sobre los peligros de la inteligencia artificial. El final también nos alerta de una posible secuela que esperamos evitar a toda costa.