Albéniz regresa a Andalucía

JOSÉ LUIS BERNALDO DE QUIRÓS | CRÍTICA

Bernaldo de Quirós ante Albéniz en Pilas.
Bernaldo de Quirós ante Albéniz en Pilas. / Federico Mantecón

La ficha

****XLV Feria de la Cultura de Pilas. Programa: ‘Iberia’, de Isaac Albéniz. Piano: José Luis Bernaldo de Quirós. Lugar:  Casa de la Cultura de Pilas. Fecha: Lunes, 9 de septiembre. Aforo:  Tres cuartos.

Cuarenta y cinco años defendiendo la Cultura en Pilas es un logro digno de encomio y merecedor de ser remedado por muchos municipios. Y muestra del nivel alcanzado en esta edición de la Feria de la Cultura es la programación nada menos que de la integral de Iberia, esta “obra maestra de la escritura para piano” a decir de Olivier Messiaen con la que se atrevió, toda ella de memoria, el excelente pianista José Luis Bernaldo de Quirós con una ejemplar y entusiasta respuesta del público pileño.

Bernaldo de Quirós se mostró en este desafío como un intérprete de una precisión técnica apabullante, lo que no es poca cosa tratándose de las escrituras más densas para el teclado que se hayan compuesto jamás. No escamoteó notas de apoyo, acciacature o mordentes y todo desde el principio de la claridad en la articulación, de manera que incluso en los pasajes de texturas más apretadas (“Lavapiés”, “Corpus Christi en Sevilla”) se podían seguir todas las líneas, todas las voces a partir del ajustado equilibrio entre ambas manos. Virtud esencial en el abordaje de esta colección fue su manera de equilibrar siempre las melodías y las voces secundarias. Ya desde “Evocación” y de ahí en adelante, las melodías inspiradas en cantes flamencos (tangos, fandangos, malagueñas, rondeñas, tarantas, guajiras) eran fraseadas con mimo, sin precipitación, con el rubato justo, dejándose llevar incluso por las líneas más cadenciosas de manera lánguida, sobre todo en los aires de origen antillano. O haciendo hincapié en el aire modal, arcaizante, de piezas como "Jerez". Y sin por ello renunciar a evidenciar también en primer plano toda esa parafernalia impresionista de colores, ese chisporroteo espectacular con el que Albéniz revestía estas “impresiones”. Precisamente fue la atención al color, mediante una espléndida técnica de pedal, la que le permitió a Bernaldo de Quirós mostrarnos la riqueza y genialidad de Albéniz. Modélica en este sentido fue su maestrían en la gradación cromática de "Evocación". Por último, hay que aplaudirle su atención a los cambios rítmicos, endiablados en algunas de las piezas (164 cambios de métrica en 263 compases de la “Rondeña”, por ejemplo), haciéndolo siempre de manera fluida y hasta elegante, sin saltos y sin forzar nunca la agógica. Y como remate esa apoteosis del ritmo y del baile que es "Eritaña", de tempo sostenido de forma incesante de principio a fin.

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