'Romper el aire': la vida está en los márgenes
Coronavirus | La cultura reanuda su actividad
Alarcón Criado viaja con obras de Colita, Nazario y Ocaña a otros tiempos de aislamiento y enfermedad
La ficha
'Romper el aire'. Alarcón Criado. Velarde, 9. De lunes a viernes de 11:00 a 14:00 y de 18:00 a 21:00. En julio, de 11:00 a 14:00
En una de las imágenes más emblemáticas que dejó el artista, Miguel Benlloch (Granada, 1954-Sevilla, 2018) posa en el Paseo de Nuestra Señora de la O. Va ataviado con una vistosa camisa con grandes lunares y unos guantes rojos y un caracolillo desciende por su frente, sofisticado y folclórico, una de tantas estampas con las que este activista dinamitó identidades y etiquetas marcadas de antemano. A un lado cuelga un grabado de Rafael Agredano, de su serie Narcisse en Rouge, en el que el creador reinterpreta a Picasso en otra escena en la que el rojo lo invade todo: de ese color son también los guantes y el sombrero cordobés que lleva la figura.
El diálogo entre Benlloch y Agredano forma parte de los parentescos y asociaciones que propone Romper el aire, la exposición con la que la galería Alarcón Criado ha reabierto tras el parón al que obligó la crisis del coronavirus. La muestra, que puede verse hasta el 30 de julio, se ha concebido como una respuesta a la pandemia y quiere "ayudarnos a pensar y entender un tiempo presente que no es exactamente nuevo". Organizada junto a la pie.flamenca (Plataforma Independiente de Estudios Flamencos Modernos y Contemporáneos), refundada por Pedro G. Romero, Joaquín Vázquez y Chema Blanco, la propuesta se acerca a los ámbitos del flamenco y la marginalidad para, entre otras cuestiones, recordar cómo el sida afectó a la comunidad LGTBI y cómo el arte reivindicó una forma de vida "libertina y libérrima, que hizo de la libertad sexual, la ocupación desinhibida del espacio público y el apego de los cuerpos sus señas de identidad" que la propagación de la enfermedad llevó al repliegue.
Un momento que encuentra un inesperado eco en el aislamiento vivido en 2020: "Hoy, el Covid-19 nos obliga a todos a tomar una cierta distancia. Esta exposición propone romper el aire, volver a tener una cierta proximidad", señala Julio Criado, que regresa "con las mismas ganas de siempre. A diferencia de un artista, que puede encerrarse en su estudio, nosotros los galeristas no tenemos sentido sin un público, nos dolía tener la galería cerrada. En cuanto empezó el estado de alarma pusimos en marcha un programa especial de vídeo para mantener el vínculo".
Romper el aire propone así una cautivadora reunión de heterodoxos y disidentes en la que autores como Ocaña, Nazario y Colita comparten linaje. "En vez de poner las obras de cada uno por separado hemos querido que dialoguen entre sí, construir relatos. Cada pieza sería como una palabra que construye una frase", explica Criado. "Esas mujeres de luto que retrata Ocaña encuentran una prolongación en las fotografías que hace Colita en el Barrio Chino o las pinturas con temple al huevo de Julio Jara sobre desheredados de la sociedad y gente que vive en la calle".
El conmovedor testimonio de los últimos meses de Carmen Amaya que firmó Colita o los bocetos que realizó Nazario para la escenografía y vestuario de la obra Ocaña: El fuego infinito destacan en un conjunto que se traslada al presente con Joy Charpentier, artista francés procedente de una comunidad gitana que compone sus obras con lápiz de labios y sombra de ojos. En la sección de vídeo, donde se ofrecen trabajos de Rocío Molina, Álvaro Romero o Niño de Elche y Los Voluble, emociona ver cómo Ocaña identifica, en un vídeo rodado por Gérard Courant en la Puerta de Brandenburgo, en Marilyn –una reproducción de ella ante la que habla– a una hermana en la desdicha. "Me recuerdo a ella", dice. "Soy una mujer marginada".
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