Aquí y ahora del nuevo arte andaluz
El CAAC ha producido nueve proyectos de artistas andaluces nacidos a partir de 1980 y el resultado se reúne en una muestra que confirma la pujanza y talento de la joven generación.
Sevilla/La muestra se abre con la primera edición del poema de Alberti Balada para los poetas andaluces de hoy (1953), que recuperó y popularizó en los años 70 el grupo Aguaviva. En las siguientes estancias del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), diez artistas andaluces nacidos en los 80 tratarán de responder a esa cuestión -"qué piensan, qué sienten..."- con proyectos producidos expresamente para esta muestra. La bienvenida la ofrece José Jurado (Córdoba, 1984), que presenta un trabajo colaborativo donde recoge opiniones de creadores andaluces que cuelgan de las paredes y que, al cierre de la muestra el 19 de marzo de 2017, se recogerán en una publicación. "Valiéndose de la característica rotulación cerámica de las calles andaluzas plantea un juego de mensajes y eslóganes, y luego da paso a las respuestas de los artistas. Jurado es un creador muy activo en las redes sociales y ha sabido generar, sin cortapisas ni censuras, una corriente de reflexión muy interesante", explica Alberto Figueroa, uno de los cuatro comisarios de esta exposición junto con Luisa Espino, Ana Ballesteros y Raquel López. Cada artista por ellos seleccionado dispuso de 3.000 euros para la producción de su proyecto.
Javier Artero (Melilla, 1989, vive en Málaga) realizó con esa ayuda una instalación casi escultórica donde combina vídeo con fotografía, Never Odd or Even. Una maniobra de posicionamiento. En ella plantea un juego de ilusiones entre la fotografía estática y el movimiento de los fotogramas: banderas enfrentadas que el viento mueve de un modo imposible, el vuelo de un paracaídas... La obra, con reminiscencias pictóricas, como es habitual en la obra de este licenciado en Bellas Artes por la UMA que completó su formación en Alemania, gira en torno a la relación del hombre con el paisaje, la memoria y el tiempo.
La pareja que componen Fuentesal y Arenillas (Huelva, 1986 y Cádiz, 1989) recurre en su proyecto, de corte minimalista y objetual, al azar y lo fortuito. Este colectivo, que ahora reside en Londres, presenta una pieza de grandes dimensiones que combina varias pinturas en cera que cuelgan verticalmente tras una tarima de madera de la que se han extraído pequeñas astillas que nos remiten a un camino sembrado de agujeros, de interferencias. Varios lápices de cera gastados, que son en realidad esculturas, hacen las veces de testigos silenciosos del acto creativo.
Julia Llerena (Sevilla, 1985) se inspira en el célebre lienzo de Van Gogh La noche estrellada, una de las joyas en la colección del MOMA neoyorquino, para hablar de la precariedad de los artistas de ayer y hoy. Su videoinstalación contrapone la atmósfera que recreó el pintor holandés con el cielo de Madrid, ciudad donde ella reside ahora y cuyas estrellas no puede ver por la contaminación atmosférica y lumínica. Llerena construye una pieza muy evocadora que reflexiona sobre la singularidad del artista y la conciencia ecologista.
También la jerezana Cristina Mejías (1986) recurre al vídeo para documentar la doma de caballos en su ciudad natal en una de las piezas más potentes del conjunto. En ella brinda, con ironía y belleza, una alegoría de la corrupción política. Muy interesante es también la propuesta de la arquitecta y artista malagueña Leonor Serrano (1986), que estos días expone también en la sala Santa Inés de Sevilla dentro del proyecto Iniciarte. Serrano usa las chimeneas del pasillo de la crujía sur como escenario de una intervención que funde arquitectura y teatro a partir de textos creados ex profeso por dramaturgos como Borja de Diego. No faltan referencias a Duchamp en estas rigurosas Piezas de adorno donde Serrano convierte el telón y la estructura en un personaje dramático más.
El trabajo más conceptual lo firma José Iglesias (Madrid, 1991, residente en Sevilla), que en El plano de inmanencia de la cocina presenta un router en funcionamiento y una revista con la clave de internet donde se encuentra el sentido de esta pieza que habla de asuntos tan diversos como la inmigración y las matemáticas. Daniel Silvo (Cádiz, 1982), por su parte, convierte una de las salas en lugar de trabajo y convivencia para nueve artistas jóvenes.
Como colofón, la madurez pictórica de Gloria Martín (Alcalá de Guadaíra, 1980) desborda en los trampantojos con los que recrea los almacenes del CAAC -con sus estanterías, peines...- y que cierran un ciclo personal en torno a la memoria, los museos y la política cultural. Vale la pena observar de cerca su trabajo, realizado en parte en el estudio de la artista y completado sobre las paredes de la sala. Una obra hipnótica y polisémica que rubrica la calidad de todo el conjunto expuesto.
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